Inversión virtual
Criptomonedas, el nuevo paraíso fiscal anónimo y volátil
España prepara dos leyes para luchar contra el fraude, incluido el de las monedas virtuales. Tesla, Mastercard y Bank of NY Mellon revolucionan el bitcoin, que sube más del 70%
Doce años después de la aparición del bitcoin, las monedas digitales han irrumpido con fuerza en el mercado y con vocación de permanencia. Así, lo demuestra, al menos, en la última semana la inversión realizada por Tesla y Mastercard, que han disparado su valor, y la creación de una división especializada en monedas virtuales por la entidad financiera más antigua de Estados Unidos, Bank of NY Mellon. Tras estas apuestas, el bitcoin experimenta una evolución alcista que, de momento, se antoja imparable, con unas subidas superiores al 70% en este año. Pero ¿cuáles son los riesgos de las criptomonedas? ¿Qué autoridad supervisora las regula? ¿Es fiable invertir en ellas? ¿Se pueden usar como forma de pago? ¿Desaparecerá el dinero en papel en poco tiempo? Estas son las incógnitas que planea sobre la economía mundial desde hace años, al calor del avance tecnológico y el desuso del dinero físico.
Cada vez más, se utilizan otras formas de pago (paypal, tarjetas virtuales, contactless, apps..) alternativas al dinero en circulación. Pero ¿es posible que alguna garantice la estabilidad del sistema? Parece que, desde luego, las criptomonedas, de momento, no sólo no han resuelto esta cuestión por su excesiva volatilidad, sino que, además, su anonimato las convierte en un fabuloso refugio para el dinero negro. El sistema de pagos tradicional al no ser anónimo garantiza el cumplimiento de requerimientos regulatorios, como el registro de clientes, para prevenir el blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico, del terrorismo y de otras actividades ilícitas. En cambio, en las criptomonedas, como bitcoin, el intercambio de dinero se produce de manera descentralizada y anónima.
De hecho, esta criptomoneda se suele utilizar en la web oscura en las transacciones del narcortráfico, en las operaciones de trata de seres humanos, en el mercado ilegal de armas... Por tanto, en este contexto, la duda que surge es cómo se garantizará el cumplimiento de estas regulaciones. Así lo advierten diferentes instituciones, como el Banco de España y la CNMV, organismos que se muestran atónitos y no ocultan su estupor ante los acontecimientos vividos en los últimos días en el universo cripto. De ahí que adviertan al pequeño inversor de los puntos flacos de las monedas virtuales. No obstante, un análisis realizado por Caixabank Research demuestra que los consumidores no terminan de ver sus ventajas sobre los diferentes medios de pago actuales. Esta es la razón principal por las que no han alcanzado una masa crítica de usuarios, pese al impulsado dado con la operación de Tesla con una inversión de 1.250 millones de euros en bitcoins.
A lo que hay que añadir que, al no estar respaldadas por un Gobierno, su valor como medio de pago reside en las expectativas generadas por terceras personas, como ha ocurrido con los tuits lanzados Elon Musk, que han conseguido revalorizar el bitcoin y con ello ganar en unos días lo que no ha contabilizado su compañía desde 2008. Pese a esta beneficiosa operación especulativa, la realidad del mundo cripto es que sus monedas multiplican por mil su inestabilidad al vivir la oferta de espalda a la demanda. Este es el caso de bitcoin. Su protocolo establece que se alcancen 21 millones de unidades en 2040. A partir de esa fecha ya no se acuñarán más bitcoins. Estos factores lastran su función como depósito de valor y unidad de cuenta. Por eso surgen las stablecoins, en un intento de superar los escollos de otras criptomonedas, como bitcoin. Con el fin de evitar la volatilidad, el emisor de la stablecoin vincula su valor al de otro activo más estable, como monedas fiduciarias (el dólar, el euro...) o metales preciosos.
Pero no todo son desventajas en el mundo de las criptomonedas. Una stablecoin global, enfocada al uso minorista, puede abaratar y facilitar los pagos y las transferencias internacionales al reducir los costes de transacción. Además, puede llegar a usuarios sin acceso al sistema financiero, al permitirles almacenar su dinero y ejecutar transacciones desde su móvil. Ante este panorama, ¿qué pueden hacer los bancos centrales? Evidentemente, jugarán un papel clave a la hora de definir el nuevo entorno macrofinanciero: qué dinero digital se adopta y en qué medida este afecta al sistema financiero, tal y como lo conocemos.
Moneda virtual del BCE
Así, una alternativa natural a las criptomonedas privadas es que el BCE emita su propia moneda digital. En estos momentos, los bancos centrales de la UE analizan las fórmulas de creación de una moneda virtual, que podría consistir en abrir cuentas corrientes directamente a hogares y empresas. Para el consumidor, sería parecido al sistema actual de depósitos y transferencias bancarias, con la diferencia de que su cuenta corriente se encontraría en el banco central. El banco central de Suecia (Riksbank) fue pionero en estudiar la posibilidad de emitir su propia moneda digital, e-krona. Mientras, el resto de bancos centrales estudian qué salida tomar en la situación actual y antes de que haya en el mercado más cripto.
Lucha contra el fraude fiscal
En estos momentos, en España el gran reto es poner coto al blanqueo de dinero negro a través de las criptomonedas. El hundimiento de la economía por la pandemia, el ruido de sables de nacionalizaciones y unos tipos de interés por los suelos han llevado a los inversores españoles a diversificar riesgos a la hora de invertir sus capitales. En este contexto, desde hace tiempo han encontrado en las diferentes criptomonedas que existen en el mercado (bitcoin, litecoin, primecoin...) un valor refugio opaco para su dinero, ajeno a la supervisión de la autoridad monetaria y gubernamental.
Con el objetivo en mente de perseguir estos virtuales paraísos fiscales, el Gobierno prepara, con un retraso de más de un año, dos leyes, una del Ministerio de Economía contra el blanqueo de capitales en cumplimiento de la legislación comunitaria y, más concretamente, de la quinta directiva sobre prevención del blanqueo de capitales y financiación del terrorismo y otra, del Departamento de Hacienda, de medidas contra el fraude fiscal. Esta última nueva normativa obligará a una entidad española o a la oficina en España de una entidad extranjera a que guarde las claves de posesión y uso de monedas virtuales, a comunicar a la Agencia Tributaria el nombre de los titulares, beneficiarios y autorizados de los saldos en criptodivisas, así como de las operaciones en moneda virtual y la identidad de quienes intervienen en las mismas, el tipo y cantidad de monedas incluidas y el precio y la fecha de esa operación. Además, se deberá facilitar información sobre las operaciones en las que se intervenga, con NIF y domicilio de los intervinientes, incluyendo clase y número de monedas, precio y fecha de la operación, así como de las personas y entidades residentes en España que den servicio de cambio de criptodivisas, que intermedien en el mismo, que den el servicio de salvaguarda de claves o que realicen ofertas iniciales de nuevas cripto.
Mientras, superan la tramitación parlamentaria, en la pasada campaña de la renta la Agencia Tributaria envió a 66.000 contribuyentes mensajes de datos fiscales, 51.300 más que la campaña anterior, avisando de su obligación de declarar sus inversiones en criptomonedas. En el mensaje alertaba al contribuyente, de que cuenta con información suficientemente depurada sobre sus operaciones en cripto, de que los beneficios generados en esas operaciones son rentas sujetas a IRPF como ganancias patrimoniales. Por tanto, tributan como la tarifa del ahorro a un tipo de entre el 19% y el 23%. El Fisco pudo seguir la pista a 88.700 contribuyentes (66.000 en esta campaña y el resto en la anterior) después de más de dos años de investigación y poner bajo su lupa a más de 80 entidades y 40 empresas. A partir de esta investigación obtuvo información adicional del análisis del mercado de las cripto. La investigación aún continúa abierta.
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