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Ni cierres ni impuestos
Como la victoria tiene muchos padres, a la apoteosis de Isabel Díaz Ayuso en Madrid le han salido todo tipo papás, abuelos y pretendientes. Casado porque la descubrió, Teo por ser el secretario general, Almeida como alcalde de la capital y el resto de los presidentes autonómicos peperos por pertenecer al mismo partido que ella. Dice Esperanza Aguirre que el triunfo de su ex pupila significa el rearme ideológico de la derecha. La realidad es que Ayuso ha arrasado porque ha sabido gestionar con valentía, decisión y acierto.
No le han votado por ser liberal o de derechas, sino por defender Madrid del hostigamiento impositivo de Pedro Sánchez y, sobre todo, porque en el momento más crítico de la lucha contra la pandemia enarboló la bandera del fin de los cierres en contra del criterio del Gobierno central y de la opinión unánime de los restantes ejecutivos autonómicos y los comités de expertos. Incluso en contra de los presidentes del PP en regiones como Galicia, Andalucía, Murcia y Castilla y León, que gestionaron más como socialistas que como Ayuso, quien pese a su soledad, insistió en compatibilizar la lucha contra el virus con el mantenimiento de la actividad económica.
Sí, la victoria tiene muchos padres, pero cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid decidió no clausurar comercios, hoteles, restaurantes y cafeterías, se sintió más bien huérfana. Quizás por eso la agencia Reuters tituló al día siguiente de su victoria: «Gana en Madrid la rebelde de los confinamientos contra el COVID». Y la cadena France 24: «Madrid es la única capital europea que se ha mantenido abierta».
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