Opinión

El poder de Christine Lagarde en España

Su política en el BCE ha impedido el colapso económico de España y tiene más influencia en la vida de los españoles que la inmensa mayoría de las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez

El vicepresidente del BCE Luis de Guindos y la presidenta Christine Lagarde
El vicepresidente del BCE Luis de Guindos y la presidenta Christine LagardeRALPH ORLOWSKIREUTERS

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), es la persona más poderosa de la Unión Europea. Sus decisiones, salvo excepciones, influyen más sobre la vida de los ciudadanos que las que adopten los gobiernos de cada país, incluido el de Pedro Sánchez. Hay excepciones, pero muy escasas. La banquera central tiene la potestad, quizá vicaria, de crear y destruir dinero. Y la ha utilizado en tiempos de pandemia con prodigalidad, casi en exceso según algunos. La creación de dinero casi sin límite, hasta cerca de dos billones, con «B» de barbaridad, de forma excepcional y otros tantos de manera regular.

La economía española, como bien sabe Nadia Calviño, depende desde hace meses de Christine Lagarde y del BCE. España no es una excepción, porque algo similar ocurre a otros países como Italia. Las cifras españolas, no obstante, son apabullantes. La deuda pública al principio de la pandemia ascendía a 1,22 billones. Un año largo después, en abril de 2022, había subido hasta los 1,39 billones. Es decir creció en 164.782 millones que, casi en su totalidad, salieron de las entrañas del BCE en forma de compra de bonos españoles. El resultado es que el BCE pasó de tener 200.000 millones de deuda española a unos 330.000, lo que representa el 30% más o menos del endeudamiento público total.

Sin embargo, todavía hay más. Directa o indirectamente, la institución que preside Lagarde, en la que Luis de Guindos es el número dos, financia a España con un total de más de 815.000 millones de euros, una cifra difícil de abarcar. Ahí están incluidos los más de 330.000 de la deuda pública y otros 200.000 en distintas líneas de financiación a empresas. Además, los bancos españoles deben –en concepto de crédito– otros 290.000 millones de euros al BCE. Esa cantidad ha crecido en casi 160.000 millones desde el inicio de la pandemia, y buena parte de ese dinero lo han utilizado en el pasado en adquirir también deuda pública española a falta de otros compradores.

En ese escenario, es evidente que el poder de Lagarde en España es tan enorme como imprescindible, porque sin la ayuda del BCE España habría quebrado hace tiempo y también habría dejado de pagar pensiones, salarios de funcionarios o atender a los gastos sanitarios.

Lagarde y el BCE encaran ahora el cruce de una especie de Rubicón que será crucial para el futuro económico español. La institución monetaria ha decidido poner en marcha –implementar dicen los cursis– una nueva estrategia, que incluye algo más de laxitud con los objetivos de inflación y la decisión sobre cuándo comenzar la liquidación del programa de «estímulo pandémico», como lo llama el «Financial Times». Es decir, cuándo empezará a dejar de comprar toda la deuda pública de los países de euro que es necesaria. La fecha prevista, en un principio, está fijada en la primavera próxima, pero todo es revisable.

El próximo jueves, día 22, el consejo de BCE celebra una reunión que se prevé trascendente para que ofrezca alguna orientación sobre cuáles serán sus intenciones. El problema es que, como ha admitido la propia Lagarde, «no tengo la expectativa ni la ilusión de que habrá unanimidad en las decisiones que tomemos». Hay miembros del BCE, países del norte, Alemania incluida, que reclaman que se empiecen a reducir esos estímulos, una vez que la inflación ya llegó al 2% a principios de año, aunque luego se haya reducido algo. Las expectativas, sin embargo, apuntan a que se superará el 2% y con la nueva estrategia, el BCE no subirá los tipos de interés, mientras se considere que es algo temporal.

El debate, sin embargo, está abierto en el seno del BCE, a cuyo consejo es al único ante el que debe responder Lagarde. Mario Draghi, su predecesor, una especie de Papa monetario con el oficio de los papas cuando eran italianos, salvó el euro con aquella frase histórica: «El BCE hará lo que tenga que hacer y, creánme, será suficiente». Draghi luchaba contra los mercados y ganó. El desafío de Lagarde es más interno y es ahí donde debe demostrar su habilidad, para mantener el manguerazo monetario casi «sine die» o para buscar una salida ortodoxa y no traumática al mayor experimento de creación de dinero de la nada. Un dinero que ha impedido el colapso de España y que es la mejor prueba del poder de la presidenta del BCE.

La enrevesada herencia del reordenamiento de la función pública

Miquel Iceta ha dejado a regañadientes el Ministerio de Política Territorial y Función Pública. Deja una herencia controvertida en el capítulo del empleo público. Iceta quería normalizar la situación de los interinos en la Administración, pero el asunto está sin resolver. Los funcionarios no quieren que los interinos adquieran esa condición sin oposición y los interinos no quieren ni oír hablar de exámenes. Además, el coste de todo eso para el Estado es enorme.

Estadísticas históricas para conocer mejor la evolución de la economía española

El Banco de España ha incluido una nueva sección en su página web denominada «Estadísticas históricas para investigadores», que ofrece datos a título informativo, no oficial, procedentes tanto de sus bases estadísticas que ya no actualiza, de series obtenidas de trabajos que patrocina y también de otras fuentes externas contrastadas. El objetivo de la iniciativa es preservar la información estadística, favorecer su reutilización, facilitar su acceso y apoyar, en última instancia, la investigación en histórica económica. La información que ofrece incluye, por ejemplo, las series del tipo de cambio de la peseta desde 1880 o los datos de inflación desde 1833 de forma continuada. El proyecto acaba de dar sus primeros pasos pero otro de los objetivos es que crezca con el paso del tiempo con aportaciones permanentes.