Opinión

Pavana para unas cuentas difuntas

Pedro Sánchez no ha tenido más remedio que recurrir a la pavana, aquella danza de cortejo, para que su «vice» Yolanda Díaz avalara los Presupuestos. Ahora tendrá que repetir el mismo baile con el resto de sus socios parlamentarios

Una vez más, «¡Es todo tan aburrido!»
Una vez más, «¡Es todo tan aburrido!»Óscar CañasEuropa Press

Maurice Ravel, el músico popularmente conocido por un famoso bolero, compuso en 1899 una pieza para piano a la que llamó «Pavana para una infanta difunta», una música que serviría para acompañar a los Presupuestos para 2022 que aprobó el jueves el Gobierno de Pedro Sánchez, después de su danza con la princesa de Unidas Podemos, Yolanda Díaz, y en vísperas del cortejo a «indepes» y nacionalistas de toda clase y condición.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no es una fanática de la ortodoxia presupuestaria, ni tampoco la mayor experta en la materia. Sin embargo, sabe lo suficiente para ser consciente de que ha tenido que cuadrar por las bravas las cuentas para que los socios de Gobierno del PSOE dieran su visto bueno y pudiera llevar los Presupuestos al Congreso, en donde iniciarán su andadura parlamentaria y, sin duda, serán bastante enmendados, lo que no es sinónimo de mejorados, ni mucho muchos. El camino es largo hasta su aprobación y está lleno de obstáculos, pero Sánchez sabe que los superará todos, aunque todavía ignora el precio que tendrá que pagar ni lo que tendrá que sudar, como anunció sin miramientos el inefable Gabriel Rufián.

La «pavana», era una «danza lenta» bailada en las cortes españolas de los siglos XVI y XVII. Los estudiosos de la obra de Ravel aseguran que su composición intenta evocar el ambiente de una recepción cortesana y el movimiento de una princesa –infanta– española, mientras realiza las piruetas de una danza que simula los movimientos de un pavo real. La descripción, desde la lentitud hasta las piruetas y el pavoneo del pavo real, encajan con los enredos para alumbrar los Presupuestos.

Los números, para Sánchez y también para Yolanda Díaz, cuentan menos que la escenificación de un acuerdo que permite mucho gasto, sobre todo mucho gasto social. Nada menos que 458.000 millones de gasto, de los que 248.000 son gasto social y, de ellos, 171.000 millones gasto en pensiones. Toda una apoteosis del gasto que luego María Jesús Montero tiene que hacer el milagro, improbable, de cuadrar y financiar. Y más tarde, Nadia Calviño deberá convencer a las autoridades de Bruselas de que todo está correcto y más o menos dentro de la ortodoxia para que España reciba el ansiado «maná» europeo de los fondos Next Generation que el Gobierno, por supuesto, ya contabiliza como seguros en el proyecto de Presupuestos que presentará en el Congreso la próxima semana.

Sánchez tardará más o menos, pero sabe que sus cuentas saldrán adelante, entre otras razones porque ninguno de sus socios parlamentarios, con los «indepes» de ERC en primer lugar, quieren arriesgarse ahora a que haya otro Gobierno. El inquilino de la Moncloa tendrá que pagar peajes a todos, incluido el PNV de Urkullu, siempre muy hábil en estas negociaciones, pero al final podrá pavonearse como un pavo real de haber conseguido que, por primera vez desde 2017, se hayan aprobado unos Presupuestos en el tiempo que establece la Constitución, es decir, antes de final de año. El visto bueno a esas cuentas también significa que Sánchez podrá seguir en la Moncloa sin grandes problemas hasta 2023 o hasta que él decida convocar elecciones, que será cuando más le convenga. Dentro de un año es difícil que logre aprobar otros Presupuestos, pero entonces le valdría, como ha ocurrido muchas veces en el pasado, con prorrogar los actuales.

Las cuentas que ha tenido que cuadrar la ministra Montero arrojan –a falta de conocer la letra pequeña– dudas más que razonables. En primer lugar, se han calculado con datos de crecimiento que ya no son reales después de la revisión a la baja realizada hace unos días por el INE. Por otra parte, prevén un aumento de ingresos que, según los expertos, a primera vista parecen muy optimistas. La recaudación subirá por la mejoría del clima económico y de la mayor actividad, pero nadie garantiza que lleguen a ese 10,8% que estiman los técnicos de Hacienda. Los Presupuestos, además, tampoco contemplan «extras» como el bono de alquiler a los jóvenes y los 400 euros para cultura ni lo que puedan rascar los socios parlamentarios. Todo conduce a una larga pavana para unas cuentas difuntas, pero nunca se sabe.

Advertencia sobre los riesgos de la crisis de Evergrande

La subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, ha advertido de los riesgos para la economía mundial –y por lo tanto para la española– de la crisis de la inmobiliaria china Evergrande. Un hipotético «colapso» de la compañía podría provocar un «impacto adverso» en los mercados financieros globales. Eso, en unos términos menos técnicos, sería una crisis que afectaría a los bancos y luego repercutiría en el resto de las economías.

Aumenta la inversión de forma exponencial de 3.000 a 80.000 millones de dólares

El sector financiero y de seguros ha adoptado rápidamente la Inteligencia Artificial (IA) para aumentar su eficiencia y reducir riesgos. La inversión de capital riesgo en IA ha pasado de 3.034 millones de dólares en 2012 a 81.072 millones en 2020, según datos recopilados por el Círculo de Empresarios que preside Manuel Pérez Sala. Estados Unidos, con 45.183 millones es el mayor inversor mundial en IA, seguido de China, con 19.841 millones. Sin embargo, China lidera la cuantía media por inversión, con 55 millones, frente a 29 de Estados Unidos. La Unión Europea queda muy lejos, con una inversión total de 3.481 millones y 8,3 millones de media por inversión. Por último, España roza la media de la OCDE de trabajadores con formación en IA, aunque lejos de Estados Unidos y también de Alemania.