Al límite
El precio del gas amenaza la viabilidad de la flota de transporte por carretera más ecológica
Los camiones propulsados por este combustible trabajan a pérdidas tras subir un 100% el precio de esta materia prima en un año. El sector solicita ayudas para no dejar tirados a los pioneros de la descarbonización
La flota más ecológica del transporte por carretera, la propulsada por gas natural, está seriamente amenazada por culpa, otra vez, de los altos precios de la energía. Si una de las principales reivindicaciones del sector que estuvieron a punto de provocar un cierre patronal en diciembre fue poner freno a la desbocada subida del precio del gasóleo, el colectivo vuelve ahora a solicitar ayuda al Gobierno para sortear la fuerte subida del gas, cuyo precio se ha disparado un 100% en el último año y que amenaza a entre 12.000 y 15.000 camiones pesados propulsados por gas comprimido (GNC) o licuado (GNL).
El problema al que se enfrentan estos camiones y sus propietarios es que su situación de partida es diferente a la de los propulsados por gasóleo. En el transcurso de las negociaciones mantenidas entre el Ministerio de Transportes (Mitma) y el Comité Nacional del Transporte por Carretera para la desconvocatoria del paro de diciembre se acordó la obligatoriedad de la aplicación de la cláusula de revisión del precio del transporte en función de la evolución del precio del gasóleo. Astic, una de las principales asociaciones del sector, solicitó ya entonces que se hiciera lo mismo con el gas en vista de cómo estaban evolucionando sus precios. Una reivindicación que cayó en saco roto porque «no tenemos un índice de evolución de precios que se pueda aplicar al gas natural», como reconoce Ramón Valdivia, vicepresidente ejecutivo de Astic. A pesar de ello, los representantes del Ministerio de Transportes aceptaron estudiar la reivindicación, por lo que lo importante ahora, explica Valdivia, es encontrar una fórmula que permita establecer el citado índice igual que se hace con el gasóleo.
En peligro
Si no se encuentra algún tipo de remedio alternativo hasta que se pudiera activar esta cláusula de revisión de precios para dar soporte a estas compañías, “es fácilmente comprensible que la única alternativa que se puede atisbar, si no hay otras soluciones, es que la flota de este tipo de camiones deje de funcionar y sus conductores sean incluidos en posibles ERTE que las empresas se vean obligadas a plantear. Para flotas en las que esta modalidad de combustible suponga un gran porcentaje de su parque total, en poco tiempo la pérdida de actividad y de clientela supondrá su cierre definitivo», según advierte Valdivia.
De momento, las compañías están tirando para delante trabajando a pérdida. porque “no pueden parar. Algunas tienen grandes contratos que, si incumplen, conllevan importantes penalizaciones”, explica. No todas, eso sí, tienen necesidad de asumir número rojos pues, como explica Valdivia, hay compañías en las que estos camiones apenas representan el 5% de su flota y pueden suplirlos de forma temporal por otros de gasóleo. De momento, y para ir capeando el temporal, lo que están haciendo los afectados es tomar medidas por su cuenta como negociar aplazamientos de pagos con la Seguridad Social o las cuotas que tienen pendientes con las financieras que les han permitido comprar los camiones.
Valdivia considera vital ayudar a estas compañías para no tirar por la borda la descarbonización del sector. “Algunas empresas empezaron a renovar sus flotas hace diez años porque el gas es la única alternativa viable al gasóleo para descarbonizar el sector”, explica, ya que los motores eléctricos no son de utilidad en este transporte. Aunque se trata de vehículos más caros, el bajo coste del gas los convertía en rentables, cosa que ahora no ocurre. Se trata, añade, de “pioneros” y, si se los deja tirados, nadie va a seguir sus pasos después, advierte el directivo de Astic.
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