Crisis de semiconductores
La escasez de microchips llega a las tarjetas bancarias: 740 millones podrían quedar invalidadas en 2022
El sector alerta de las dificultades para mantener su ritmo de emisión y renovación y teme que el consumo se vea afectado, ya que también son necesarias para retirar efectivo
La escasez de semiconductores sigue persistiendo en 2022. La industria tecnológica y la automoción están siendo las más perjudicadas por limitaciones de suministros en los microchips, pero los problemas de abastecimiento también están golpeando a otros sectores básicos como el bancario. Más allá de las dificultades que está ocasionando esta crisis para mantener el ritmo de producción de vehículos, smartphones, videoconsolas, ordenadores y otros electrodomésticos, lo que está en jaque ahora es la emisión y renovación de casi mil millones de tarjetas bancarias (crédito y débito), equipadas con microchips de seguridad.
En concreto, el chip EMV es el estándar de pagos inteligentes más común para miles de millones de tarjetas bancarias. Su nombre proviene de sus fundadores (Europay, MasterCard y Visa) y hoy en día es un estándar para hacer pagos seguros interoperables a nivel internacional. Estas tarjetas usan un chip inteligente en lugar de una banda magnética para alojar los datos requeridos para procesar una transacción y, por lo tanto, quedan expuestas a la escasez de semiconductores.
La falta de este chips podría provocar que 740 millones de tarjetas queden invalidadas durante 2022 y que se presenten dificultades para mantener el ritmo normal de renovación de estas. Así lo sostiene la última investigación desarrollada por ABI Research, firma global de inteligencia tecnológica. Además de la insuficiencia global de chips de los últimos dos años, el sector de las tarjetas de pago se enfrenta a la escasez de materias primas, que afectan directamente a las entidades bancarias al caer drásticamente la producción de elementos básicos para la fabricación de compuestos y productos plásticos. Una situación que, a priori, no cesará hasta finales de 2022 y podría prolongarse hasta 2023.
Una menor emisión de nuevas tarjetas y la imposibilidad de renovar las que ya están en circulación puede repercutir negativamente en el PIB mundial. Y es que, aunque el pago móvil ha ganado popularidad durante la pandemia, las tarjetas siguen siendo la alternativa de pago al efectivo más popular. Según datos de la Asociación de Pagos Inteligentes (SPA, por sus siglas en inglés), las tarjetas se usan ya en el 90% de las transacciones físicas y hasta en el 60% de los pagos online. Por lo tanto, los posibles problemas en su emisión o renovación repercutirían directamente en el consumo.
“Si la situación no mejora, va a haber retrasos en la fabricación de millones de tarjetas, lo que tendrá un impacto directo en los consumidores de todo el mundo, que no podrán conseguir una tarjeta bancaria, o renovar su tarjeta de crédito. Sin tarjetas, no se puede pagar en tiendas, ni online, ni retirar dinero”, alertó el pasado mes de junio Jacques Doucerain, Presidente de la SPA.
Pagos alternativos
En este contexto, Veritran, compañía líder a nivel global en desarrollo Low-Code, considera que esta situación puede convertirse en una oportunidad para seguir acelerando la transformación digital de la banca y, más concretamente, de los métodos de pago. Gabriela Giannattasio, VP de EMEA de Veritran, sostiene al respecto: “Vemos este contexto como una oportunidad para las entidades de nuestro ecosistema financiero de impulsar la digitalización de los pagos, a través de tarjetas digitales, wallets u otros tipos de pagos online, e intensificar una tendencia ya existente y acelerada a raíz de la pandemia”.
Y es que gran parte de la población ha adoptado nuevos comportamientos digitales y priorizarán el uso del dispositivo móvil en detrimento del efectivo o el plástico. En este sentido, en 2030, los pagos electrónicos prácticamente se van a triplicar en el mundo, hasta superar tres billones de operaciones. Así se desprende del informe Payments 2025 & Beyond, elaborado por PwC, que forma parte de una serie de estudios sobre el futuro del sector financiero.
Reducción de costes y emisiones de CO2
Para las entidades bancarias, otra oportunidad es la reducción de costes económicos y la adecuación al reto de cero emisiones de CO2, que ha sido establecido por la Unión Europea y el resto de los mercados desarrollados como uno de los principales ejes que deben seguir todos los mercados para la reactivación económica mundial. Para Giannattasio, “este cambio de comportamiento social de las instituciones bancarias, además de ayudar a reducir el impacto de esta crisis de desabastecimiento que afecta a bancos y proveedores de tarjetas, permitirá disminuir los costes y el impacto medioambiental asociado a la producción y mantenimiento de 3.000 millones de tarjetas de pago en todo el mundo cada año según Smart Payment Association”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar