Impuestos

Progresividad fiscal y otras filfas

Cobrarle a alguien de más con la excusa de que se lo está llevando crudo y puede permitírselo es un camelo

Imagínese que llega a la caja del supermercado. Los productos empiezan a desfilar por la cinta mientras los van cobrando. «Piii» huevos. «Piii», leche. «Piii», plátanos. «Piii», pollo. Y así hasta vaciar el carro. La dolorosa: 86,55 euros. Nos piden que pasemos por el lector la nueva tarjeta de identificación fiscal. «Piii». El tique acaba de pasar 86,55 a 108,18 euros. ¿Brujería? ¿Fallo técnico? Nada de eso. Simplemente el sistema de cobro acaba de identificarnos como «renta alta» y nos clava el recargo del 25% que ha impuesto el Ministerio de Hacienda a los «paganinis» de siempre para sufragar el escudo social sanchista. Un escudo social que para algunos es una lanza que se clava hasta el alma. Lo mismo sucede en el concesionario al ir a comprar un coche, en el Ikea al adquirir el mueble para la tele de la serie Strongholm o como se llame, o en el Zara de la esquina al ir a pagar dos pantalones y una camisa.

Esta ucronía que así leída suena tan marciana y ridícula es lo que le sucede cada final de mes a los millones de trabajadores y pensionistas cuando cobran la nómina. Progresividad fiscal, lo llaman. Y han conseguido meternos en la cabeza que es estupenda. Que como menganito cobra el doble que fulanito, entonces es justo y necesario meterle una clavada monumental en el IRPF porque «la Educación y la Sanidad no se pagan solas». Solas no se pagarán, pero cobrarle a un señor 2 euros por una docena de huevos y 2,50 al que va detrás con la excusa de que se lo está llevando crudo y puede permitírselo es un camelo que nos hemos tragado de proporciones bíblicas. Y eso es exactamente lo que pasa con el IRPF, sin que nadie diga «esta boca es mía». Una filfa.

Por cierto, que ya nos la intentaron colar en estos términos hace poco, con el famoso descuento de los 20 céntimos de la gasolina, cuando amagaban con aplicarlo en función de la renta. Y ahora ponen el grito en el cielo porque algunas autonomías quieran aliviar la pesada carga fiscal que asfixia a los ciudadanos, a los que pagan mucho IRPF y a los que pagan poco, a los que pagan Patrimonio y a los que no. Por si acaso, ya está Hacienda al quite con más impuestos, no vaya a ser que se les ocurra reinvertir ese dinero en la economía y crear empleos productivos. Tengamos la fiesta en paz.