Opinión
El sistema financiero mundial, en manos de los bancos centrales
Los supervisores monetarios han tenido un papel primordial en las últimas tres crisis económicas: la Gran Recesión, la pandemia y la guerra de Ucrania
El tema que voy a tratar hoy y aquí es uno de los más debatidos en los últimos años en los círculos económicos, porque los bancos centrales ocupan dentro del sistema financiero internacional un papel más que importante, decisivo. Lo que en cierto modo se refleja, en este momento, en la asignación del Premio Nobel de Economía a Ben Bernanke, un anterior presidente del Sistema de la Reserva Federal –la Fed–, el banco central de Estados Unidos. En ese contexto, en una jornada de estudio que hemos promovido la Asociación por la Excelencia de los Servicios Públicos (AESP), que tengo el honor de presidir –y cuyo vicepresidente ejecutivo es Ramiro Aurín–, hemos querido poner de relieve el aludido protagonismo de los bancos centrales, y señaladamente de la Fed y del Banco Central Europeo (BCE).
Al respecto, recordamos las tres funciones básicas iniciales de esas instituciones: agente del Tesoro para las emisiones de deuda soberana; banco de bancos para proporcionar liquidez al sistema crediticio; y único instituto emisor de billetes, que pasan a ser papel moneda.
Aparte de esas funciones principales, en el siglo XX, los bancos centrales –y por eso nació en 1911 el Sistema de la Reserva Federal–, pasaron a ser un elemento básico para otras dos funciones: mantener el valor de la moneda a base de frenar los movimientos inflacionistas y facilitar medidas de recuperación económica en épocas de crisis. En ese doble frente, los bancos centrales han tenido un papel primordial en las últimas grandes dificultades económicas que hemos atravesado: Gran Recesión 2008/2015; pandemia –con su fase central en 2020/2021–; y guerra de Ucrania, ligada a la más grave crisis energética –2022 y lo que siga–.
En el primer caso, la Gran Recesión, hubo que resolver una serie de problemas del sistema financiero, prácticamente colapsado, como consecuencia de las tensiones inmobiliarias especulativas: rescatar bancos, cajas de ahorros, y otras entidades crediticias, en situación extrema de descapitalización, durante los años 2008 a 2013. En España por 61.000 millones de euros. En segundo término, con el coronavirus, los bancos centrales hubieron de cubrir todo un gran desfase financiero provocado por la fortísima crisis de demanda que ocasionaron el confinamiento y otras medidas exclusionistas de la pandemia, con grave caída del empleo y del PIB. En este último, durante la Gran Recesión se experimentó un recorte del 8,5% en España. En tanto que, en la pandemia, la pérdida fue del orden del 11,8%, por el colapso del turismo, sobre todo. Sin la asistencia financiera de los bancos centrales, todo podría haber derivado a verdaderas depresiones
Últimamente, con la guerra de Ucrania y la crisis energética subsiguiente, se ha provocado una inflación mundial, que ha llegado a superar los dos dígitos. Situación que está combatiéndose, fundamentalmente, con la elevación de los tipos de interés, también por acción directa de los bancos centrales mundiales.
Hasta aquí un breve repaso sobre la importancia que tienen el BCE, la Fed, etc. Acusándoles desde una cierta área de economía liberal de que podrían haber ofrecido una liquidez excesiva, conducente a una fuerte depreciación del euro respecto al dólar; o a trances inevitables como la estanflación, provocada desde el propio sistema.
Ayer, 28 de octubre, en el Congreso de los Diputados, la Asociación por la Excelencia de los Servicios Públicos diseñó una jornada, a fin de dilucidar una serie de situaciones en las que puedan haberse superado ciertas líneas rojas por los grandes creadores de dinero, que han de analizarse a fondo. Para ello, tuvimos en el escenario al directivo de Iberdrola Antonio Miguel Carmona, y como ponentes a Fernando Monar, jefe de Riesgos del Banco Central Europeo; Manuel Conthe, que fue director general del Tesoro; y Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis y profesor del IE en Economía Global. Como comentaristas estuvieron Santos Ruesga, catedrático Economía Aplicada de la UAM; Emma Navarro, ex vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI); Lorenzo Dávila, economista y jurista; y Ramón Casilda, estudioso del capitalismo moderno.
De nuestro debate extrajimos algunas ideas para temas que son complejos, contradictorios en muchos casos, y que se están estudiando ubicuamente. Es nuestra obligación incidir en ellos como economistas, en la estructura económica y financiera en que nos movemos, explorar las sendas más razonables de estabilidad y recuperación, no perdiendo de vista otra vertiente del caso, como es la creciente desigualdad dentro de la población del país. Informaremos de todo ello a los lectores de LA RAZÓN, seguro.
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