Lucha contra el desempleo
860.000 parados menos desde la reforma laboral de 2012
La crisis ha enseñado mucho a empresarios y sindicatos. Por eso nadie ve probable una derogación de la reforma laboral de 2012, que ha acompasado el crecimiento económico con la creación de empleo
La crisis ha enseñado mucho a empresarios y sindicatos. Por eso nadie ve probable una derogación de la reforma laboral de 2012, que ha acompasado el crecimiento económico con la creación de empleo
Entre la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2012 y la del cuarto trimestre del pasado año hay 860.00 desempleados menos, 661.000 ocupados más una tasa de paro 3,53 puntos porcentuales menos, los que van del 24,44% de hace casi cuatro años al 20,90% con el que se cerró el último ejercicio. Es evidente que este radical cambio de tendencia no es achacable en su totalidad a la Reforma Laboral que aprobó el Gobierno de Rajoy en febrero de 2012, pero nadie puede poner en duda que ha contribuido a que las empresas fueran solucionando sus problemas durante la larga crisis económica. Fuentes empresariales consultadas por LA RAZÓN aseguran que ha permitido la salida de la crisis de una forma menos traumática. «Ha sido un mecanismo útil. Es cierto que se destruyó empleo en 2012 y 2013, pero no lo destruyó la reforma laboral sino la situación económica».
En cuatro años, España ha pasado de ver cómo el PIB se desplomaba un 2,6% (2012) a iniciar la senda de la recuperación en el tercer trimestre de 2013, cuando por vez primera después de muchos años la variación intertrimestral cambiaba de signo y crecía, aunque fuera un pírrico 0,1%. Y es que, como ha reiterado en numerosas ocasiones el ministro de Economía, Luis de Guindos, la relación entre el crecimiento del PIB y la creación de empleo ha cambiado muchos. Hace veinte años la economía necesitaba crecer a tasas interanuales del 2,5% para que aumentara el número de ocupados. Ese nivel se ha reducido ya al 0,7%, como ha quedado demostrado a partir la segunda mitad de 2013. El número de ocupados ha aumentado a una tasa interanual del 3% durante los cuatro trimestres del pasado año, que se ha cerrado, como adelantó el viernes el Instituto Nacional de Estadística, con un crecimiento del 3,2%, que en los tres últimos meses se ha elevado al 3,5%.
La incertidumbre política que se está viviendo tras los resultados de las elecciones del 20-D ha reavivado el debate que durante la campaña suscitaron los partidos de la izquierda en torno a la derogación de la reforma laboral.
Un mercado sobrerregulado
En el sector empresarial español no ha cundido el pánico, según las fuentes consultadas por este periódico. Quizás porque está acostumbrado a la sobrerregulación en materia laboral. Según el informe «La evolución de las relaciones laborales en el Estatuto de los Trabajadores» que ha presentado este mismo mes el Departamento de Relaciones Laborales de CEOE, en los últimos 21 años se han publicado un total de 6.849 instrumentos normativos en los ámbitos internacional, nacional y autonómico que guardan relación directa con la materia laboral y de seguridad social. Sólo la modificación del Estatuto de los Trabajadores (1980) que se llevó a cabo en 1995 ha sufrido 50 modificaciones. Ante un hipotético gobierno PSOE-Podemos, los dos partidos que junto con IU más beligerantes han sido contra la reforma laboral, los empresarios creen que no pasará nada. «Ha habido muchas modificaciones, pero ningún partido ha eliminado el trabajo del Gobierno anterior». Juan Rosell recuerda que ha habido 36 reformas laborales desde la creación del Estatuto de los Trabajadores. «Si viene una más y va en la buena dirección no pasará nada. Todo es negociable».
A la reforma hay que atribuirle la flexibilización del mercado de trabajo, la primacía de la negociación empresarial sobre la sectorial, que no tiene en cuenta las condiciones particulares de una sociedad, especialmente si de una pyme se trata y por encima de todo el acuerdo previo.
Para sus detractores las críticas se concentran en que ha perpetuado la temporalidad, sin tener en cuenta que las dos terceras partes del PIB español corresponden al sector servicios, muy sometido a vaivenes estacionales. La precarización de los salarios, otro de los sambenitos que tiene colgada la reforma Báñez, ha tenido más su origen en el hecho de que la oferta laboral, (más de 6,2 millones de desempleados en 2013) empujaba, por pura lógica de mercado, los contratos a la baja.
Jordi García Viña, director de relaciones Laborales de la CEOE, decía hace unos días que empresarios y sindicatos (la negociación colectiva) habían aprendido mucho de la última crisis. Quizás por eso los empresarios no esperan ningún giro copernicano gobierne quien gobierne. Otro cosa son los retoques. Entre otras cosas, porque el PSOE no tiene por escrito nada más que el enunciado de lo que su líder se ha cansado de repetir en la campaña: derogarla, porque creen que atrae votos.
La reforma preferida por los grandes inversores
De todas las reformas emprendidas por el Gobierno de Mariano Rajoy, la que más halagos ha recibido por parte de los grandes inversores internacionales ha sido la nueva normativa laboral. La flexibilidad que introduce la norma, especialmente en materia de despido, ha sido aplaudida por los fondos de inversión más importantes, que consideran que permitirá a las empresas adelgazar de forma más rápida y eficiente sus plantillas en caso de necesitarlo. De hecho, esta nueva legislación se asemeja algo más a la que rige en los países anglosajones, que tradicionalmente han logrado tener tasas medias de desempleo más bajas que las de España. De forma paralela, la reforma laboral actúa como aliciente de la contratación al eliminar rigideces, lo que fomenta la empleabilidad en situaciones de expansión.
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