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Activos refugio

La Razón
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La prima de riesgo española registró su segundo mínimo consecutivo en los últimos dos años. Lo que sin duda es un hecho positivo debe ser relativizado por diversas razones. En primer lugar, estos mínimos de la prima de riesgo no concuerdan con lo verdaderamente importante: la rentabilidad del bono a 10 años, que se sitúa en niveles del 4,5%, lejos aún de los mínimos que registró a comienzos de mayo (ligeramente por debajo del 4%). En aquel momento, la prima de riesgo se situaba en 280 puntos. A su caída ha contribuido más la subida de la rentabilidad de la deuda alemana que la bajada del interés de la española, dado el menor atractivo de los activos refugio.

Ayer mismo, el buen dato del índice ZEW ha provocado una importante caída en el precio de los «bunds» alemanes, contagiados desde hace meses por el aumento de rentabilidad de la deuda americana, que anticipa, de manera mucho más decidida que Wall Street, una próxima reducción de las compras de la FED (que en gran medida se dirigen a títulos de deuda de EE UU).

Otro hecho al que debemos atender es el diferencial entre el interés de la deuda española con la italiana, que ha permanedico estable sobre los 30 puntos tanto ahora como cuando el encarcelamiento de Bárcenas amenazaba la estabilidad del Gobierno.

En general, la bajada de la prima durante las últimas semanas, en paralelo a la subida de la Bolsa, tiene mucho más que ver con el tono general del mercado que con razones relativas a la economía española, pese a que estas existan, y hayan podido tener algún efecto menor. La fase «risk-on» que estamos viviendo durante el verano, favorecida por la continuidad de las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales, junto con la disminución del riesgo percibido en la periferia europea, y la ausencia de tensiones extraordinarias en otras zonas, es la que está configurando una marcada preferencia por los activos cíclicos y de mayor riesgo asociado como los españoles.

Pero en la medida en que la situación actual es ajena en su mayor parte a los fundamentos de la economía española, un cambio en esta corriente no tendría por qué responder a motivos domésticos. Cuando en mayo la rentabilidad de nuestro bono a 10 años chocó con la barrera del 4% y se dio la vuelta hasta niveles del 5%, no existieron tampoco razones generadas por nuestra economía. Mientras que los mercados se decidan a cambiar su sesgo (la FED es quien más poder tiene en estos momentos para cambiarlo), la curva de tipos de España avanza hacia su punto óptimo, próximo al 4%.