"Semana trágica"

El campo, contra las cuerdas por la sequía y sin ayudas

El Gobierno no da ninguna solución y vende como nueva una mínima rebaja en el IRPF que se aprueba cada año y que además hace referencia a 2022. El sector lamenta «la peor situación desde 1982», agravada además por las altas temperaturas

La Comunidad General de Regantes del Canal Segarra-Garrigues, en Lleida, ha decidido cerrar el suministro de agua desde hoy y hasta el martes, 2 de mayo, debido a "la situación excepcional de sequía que vive" Cataluña y para "salvar los árboles" frutales con un mínimo de subsistencia.
La semana pasada ha sido «trágica» para agricultores y ganaderos. En la imagen, el Canal Segarra-Garrigues, que ha tenido que cerrar en LéridaAlex LópezAgencia EFE

Desde Cádiz hasta Barcelona, desde Málaga hasta León, la sequía ha causado estragos ya en la mayor parte del sector agrario de la Península Ibérica, incluyendo Portugal; tan solo se exceptúan, de momento, las comarcas situadas más al norte y el oeste de la llamada Cornisa Cantábrica y Galicia. Escasas precipitaciones en los últimos meses y, además, altas temperaturas con entre 10 y 15 grados por encima de la media correspondiente a esta época del año. Cultivos secos antes de tiempo y sin haber llegado a granar, como los cereales; árboles que no dan fruto y que luchan por su propia supervivencia; pastos agostados y necesidad de alimentar al ganado extensivo con pienso; y abastecimiento de agua con cubas porque no hay en las charcas. Suma y sigue: no se podrá regar en zonas de Cataluña y en la Cuenca del Guadalquivir, por lo que se reducen las siembras de cultivos como el arroz o el maíz.

Ese es el panorama que están dejando la sequía y las altas temperaturas en el sector agrario español. La semana pasada bien podría calificarse como trágica y todavía es muy pronto para hacer una evaluación aproximada de lo sucedido. En las últimas jornadas de abril confluyeron tres fenómenos: lo que ya venía de atrás; la falta de precipitaciones con carácter general; y las elevadas, por no decir elevadísimas, temperaturas para la época del año.

Pérdidas de hasta 20.000 millones

¿A cuánto ascienden las pérdidas? No hay respuesta posible en estos momentos y la situación se agrava cada día. Hecha esta pregunta a los representantes del sector agrario, la respuesta es unánime: «Es imposible calcular un cifra ahora mismo; pon si quieres entre 10.000 y 20.000 millones de euros, se trata de la peor situación con carácter general desde las grandes sequías de 1981-82. No he visto una cosa igual desde entonces, es posible que algunos años haya habido problemas más graves en una zona concreta, pero es que ahora, vayas por donde vayas, la situación es la misma y no hay un sector que se libre», responde un veterano agricultor y ganadero, que vivió muy cerca lo que pasó en aquellos primeros años de los ochenta, cuando daba sus primeros pasos en la actividad agraria.

La «semana trágica» de los últimos días de abril ha venido a dar la puntilla a la cosecha de cereales de otoño-invierno (trigo, cebada, centeno y avena) y ahora mismo tan solo se pueden salvar las parcelas sembradas en las zonas más septentrionales de Castilla y León. Sin embargo, las de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Murcia, comarcas más al sur de Castilla y León, Aragón, Cataluña y partes de Navarra y La Rioja han saltado por los aires. Las siembras de girasol y de colza también acusan la falta de agua y las elevadas temperaturas. «Otoño y primavera son épocas tradicionales de lluvias que dan lugar a pastos para la ganadería extensiva. Este año, salvo contadas excepciones, la hierba brilla por su ausencia y tenemos que proporcionar pienso a los animales con el consiguiente aumento de los costes. Y no solo eso: las fuentes, manantiales, regatos y charcas se han secado y es necesario llevar agua con cubas, lo que nos supone otro coste adicional», lamenta un ganadero del Valle de los Pedroches en Córdoba.

Subida del aceite de oliva

No muy lejos de allí, en Estepa o Mairena del Alcor (Sevilla), como en otras zonas olivareras, la preocupación es la floración de los olivos, que con carácter general venía bien. Sin embargo, las elevadas temperaturas de esa «semana trágica» han provocado problemas, no ya en la floración como tal, sino en la transformación de la flor en el primer cuajado en fruto, en el embrión de la aceituna. Muchas se han «quemado», como ya sucedió el año pasado y nos podemos encontrar ante una segunda campaña (la próxima) con cosecha de aceituna para almazara muy escasa y con una producción de aceite de oliva corta. Por eso los precios en origen han alcanzado en los últimos días niveles históricos y en las calidades virgen extra se aproximan a los 6 euros por kilo. Otro tanto sucede con la aceituna para mesa. Y es que «el olivo tira el fruto para sobrevivir él», como dice un olivarero. En el sector de la fruta también padecen las consecuencias de la sequía y las elevadas temperaturas, porque el producto se está quedando muy pequeño, con carácter general. Otro tanto pasa con las hortalizas o con el tomate para transformación, que registrará caídas de producción por la falta de agua.

Los embalses, a la mitad

Los embalses se encontraban a principios de la semana pasada al 50%. Se trata de un nivel muy preocupante porque en este periodo deberían estar en los niveles más elevados del año tras las lluvias del comienzo de la primavera y por el deshielo de la nieve acumulada en las montañas a lo largo del invierno. Sin embargo, este año no ha habido ni lo uno ni lo otro. Las noticias que han llegado de Cataluña y de la Cuenca del Guadalquivir en los últimos días son especialmente preocupantes. El arroz, el maíz, el tomate para industria y los árboles frutales y el olivar serán las producciones más afectadas por la falta de agua para riego.

Impacto en los consumidores

Todo lo anterior se trasladará al conjunto de los españoles y de los consumidores por dos vías. Por un lado, nuestro país tendrá perdidas y será menos rico debido a la caída de la Producción Final Agraria, tanto en volumen como en valor. Y, en segundo lugar, se deben esperar subidas de los precios de determinadas mercancías, como el aceite de oliva, porque habrá menos oferta. Y eso se terminará trasladando, más tarde o más temprano, a lo que paguemos los consumidores en la compra.

Ahora toca hacer frente a esta situación y de momento el Gobierno se presentó con las manos vacías a la última reunión de la Mesa de la Sequía, presidida por el subsecretario de Agricultura, Ernesto Abati. Días después, el ministro Luis Planas solicitó a Bruselas apoyo con los fondos de la Reserva Agrícola, el anticipo de las ayudas de la PAC (algo que se hace todos los años, haya sequía o no) y la flexibilización de las normas para las ayudas de la PAC. Eso está muy bien, pero habría que preguntar a Planas y Abati, ¿qué va a poner el Gobierno de su cosecha?

Engañar a la opinión pública

La semana pasada intentaron engañar a la opinión pública y al colectivo agrario. Presentaron la orden de módulos como una medida para apoyar al sector por la sequía de este año. La realidad es muy diferente, porque esa orden ministerial se aprueba todos los años por estas fechas para tener en cuenta lo sucedido en el ejercicio anterior, en este caso 2022, tanto por adversidades climatológicas, como por la evolución de los precios. Consiste en algunas rebajas fiscales para los agricultores y ganaderos que tributen por módulos. En este caso, se refiere a la sequía de 2022, no a la de 2023.

El Canal Segarra cierra el grifo por primera vez

►El cierre total para riego este sábado del Canal Segarra-Garrigues, en Lérida, afecta a unos 2.000 agricultores, quienes ante «una situación nunca vista» de falta de agua ya dan por prácticamente perdida la actual campaña de fruta y cereales. Se ha decidido cerrar el suministro de agua hasta mañana, dado que la sequía ha dejado bajo mínimos el pantano de Rialb, del que se nutre. A partir de este martes, el Canal dirá a cada agricultor de cuánta agua dispone hasta septiembre. Este canal, aún inconcluso, empezó a distribuir agua en 2009 y es la primera vez que tiene que tomar una medida tan drástica, pese a que «hace un uso muy eficiente del agua», sin fugas y con unos sistemas técnicos que permiten medir la necesidad de cada zona.