Cargando...

Opinión

El coche eléctrico entra en boxes

Salvar el planeta está muy bien, siempre que podamos llegar a fin de mes

Coche eléctrico recargando EUROPAPRESS

Durante años, los gobiernos occidentales nos prometieron una revolución silenciosa, limpia y verde, la del coche eléctrico, donde en 2035, el aire sería puro y todos circularíamos felices en vehículos sin tubo de escape, enchufados a una red alimentada por unicornios solares. Pero, como suele ocurrir con las utopías, en este relato de superhéroes climáticos, la realidad ha decidido intervenir.

Estados Unidos, que se había presentado como campeón de la movilidad eléctrica, ahora pisa el freno pues los incentivos fiscales se esfuman, los fabricantes recortan sus planes y los consumidores siguen prefiriendo su viejo pick-up antes que una berlina que necesita tres horas para repostar. En Canadá, el Gobierno ha pospuesto su mandato de “vehículos cero emisiones” porque, sorpresa, la industria automotriz no estaba lista para cambiar de golpe y los aranceles con EE UU, amenazan con gripar el motor de la economía.

En Europa, hacemos equilibrios entre el idealismo verde y la realidad económica, manteniendo la prohibición de vender coches de combustión en 2035 aunque suena cada vez más a promesa de campaña que a plan realista porque los fabricantes hiperventilan, piden oxígeno, los sindicatos hablan de empleos en riesgo y los consumidores miran el precio del eléctrico y ven que con lo que cuesta uno, pueden comprarse dos de gasolina. Mientras los fanáticos del clima hablan de transiciones justas y del “ya veremos” que en lenguaje político significa que esto se nos ha ido de las manos.

El problema no es la tecnología que avanza sino pensar que se puede conseguir el cambio por decreto, pero las baterías siguen siendo caras, los puntos de carga escasos y una lotería, porque no siempre funcionan, y la energía verde, paradójicamente, cada vez más cara, por lo que los ciudadanos han decidido que el planeta puede esperar un poco, primero está la hipoteca y comer, aunque sean productos básicos.

Algunos pensaban que en 2035 íbamos a salvar el planeta, pero ahora ven que no queda autonomía en la batería para llegar, así que, de momento, el coche eléctrico entra en boxes, no está fuera de la carrera, pero necesita más realismo y menos postureo, porque salvar el planeta está muy bien, siempre que podamos llegar a fin de mes.

Juan Carlos Higueras es doctor en Economía y Vicedecano de EAE Business School