Nómina
¿Cómo leer correctamente mi nómina? Poca gente sabe realmente como funciona
Del salario bruto al líquido a percibir hay un complejo camino de devengos y deducciones que explica por qué el sueldo que la empresa paga nunca es el mismo que llega a la cuenta bancaria del trabajador
La cifra que cada mes aparece en la cuenta bancaria es, para la mayoría de trabajadores, la única que de verdad importa. Sin embargo, ese importe final, el conocido como salario neto, es tan solo el último paso de un complejo recorrido que arranca mucho más arriba. La nómina, ese documento obligatorio que la empresa debe entregar, es precisamente el mapa que detalla el viaje del sueldo bruto al neto, desvelando cada parada en forma de impuesto o cotización.
De hecho, el punto de partida de este cálculo es el total devengado. Esta cantidad representa la suma de todos los ingresos brutos que un empleado genera antes de que se aplique cualquier tipo de descuento. Es, por así decirlo, el salario en su estado más puro, la remuneración íntegra por el trabajo realizado durante el mes.
Ahora bien, dentro de este bloque se distinguen dos conceptos. Por un lado, las percepciones salariales, que incluyen el salario base, los complementos o las horas extra; y por otro, las no salariales, que compensan gastos como dietas o transporte. Esta distinción es fundamental, ya que, como explican desde ING, estas últimas no están sujetas a cotización ni a retención, lo que afecta directamente al cálculo final.
La otra cara de la moneda: impuestos y cotizaciones
En este punto del recorrido es donde entran en juego las deducciones, las cifras que se restan del total devengado. La principal es la retención del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que funciona como un pago a cuenta a Hacienda. Su porcentaje no es fijo, sino que varía en función de la situación personal y familiar de cada trabajador, anticipando así parte de lo que corresponderá en la declaración anual.
A esta retención fiscal se suman las aportaciones a la Seguridad Social. Este dinero que aporta el empleado de su propio sueldo se destina a financiar el sistema de protección social, cubriendo contingencias como enfermedades, accidentes no laborales, el desempleo o la formación profesional. Son, en definitiva, la garantía de cobertura ante futuras necesidades.
Finalmente, para que todo este desglose sea válido, la nómina debe incluir de forma obligatoria los datos identificativos tanto de la empresa (razón social, CIF) como del trabajador (DNI, número de afiliación a la Seguridad Social, tipo de contrato y antigüedad). Son los cimientos sobre los que se construye todo el documento, garantizando su validez legal y transparencia.