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Efectos colaterales de la guerra contra la caída de precios

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghilarazon

Draghi anunciará más medidas para generar inflación en la eurozona, pero algunos expertos arremeten contra las políticas expansivas y advierten de que «inflan burbujas en los mercados» e incentivan el endeudamiento.

La inflación y el crecimiento económico no se crean por decreto. Son consecuencias, no causas. Y no pueden decidirse en un comité o desde un banco central. Mientras que la amenaza de deflación acrecienta en Europa los miedos que conllevan las incertidumbres a nivel global, Mario Draghi prepara de nuevo su fusil. Sin embargo, no faltan los expertos que alertan de que el tiro le podría salir por la culata.

Frente a los que defienden que el BCE debería incrementar sus estímulos para alejar el fantasma de la deflación y situar los precios en torno al 2%, los detractores piensan que los «manguerazos» no mejoran ni las expectativas de crecimiento ni las de inflación. «El que diga que el problema de Europa es de liquidez está mintiendo». Daniel Lacalle, director de inversiones de Tressis Gestión, asegura que los que piden más inyecciones de capital sólo quieren que los activos de riesgo –las bolsas- suban, y que no tiene ninguna lógica la emisión de tal cantidad de masa monetaria. ¡Que alguien me diga dónde está la cifra que demuestre que Europa necesita 720.000 millones de euros anuales de más crédito!», exclama.

Los planes expansivos dictaminados desde Fráncfort han aumentado la liquidez, pero no el crédito disponible. Pese a que los mensajes de consenso coincidan en que los estímulos que previsiblemente anuncie Draghi el próximo mes servirán para avivar la economía y evitar la deflación, Lacalle afirma que «están equivocados». Y explica que el BCE demuestra que su objetivo de inflación es superior al 2%. «Está emitiendo más del 6% del PIB de la UE cada año». El mediático economista recuerda que ya se ha demostrado, tanto en Japón, Estados Unidos o Europa como en los 26 bancos centrales que están llevando a cabo medidas expansivas, que no hay evidencias empíricas de que la expansión monetaria y la recompra de activos generen inflación. Más bien «inflan pequeñas burbujas en los mercados financieros». Lacalle reitera que los problemas en Europa y Japón no son de crédito ni de liquidez, sino de sobrecapacidad.

«Hay que diferenciar entre deflación y desinflación. Que haya desinflación porque bajen los precios del petróleo o de la comida nunca será negativo. Lo que sí puede crear problemas es si la caída desproporcionada de los precios se contagia al resto de los agentes económicos». Las estimaciones de inflación son una consecuencia de las perspectivas de ralentización económica. Lacalle no cree que hayamos caído en deflación, ya que la inflación subyacente continúa por encima de cero. Pero admite que si se prolonga el riesgo de expectativas de inflación a la baja sería preocupante, porque se pospondrían decisiones de compra e inversión.

Cuando el BCE lanzó su batería de medidas de expansión el exceso de liquidez era de 125.000 millones de euros. Actualmente, sobrepasa los 630.000 millones. Pero la respuesta no es más consumo, al haber un problema de «represión financiera». Lacalle sostiene que las ideas monetaristas de que todo se soluciona con las medidas de los bancos centrales está más que demostrado que no funcionan. Y el ejemplo de la economía estadounidense no sirve, «porque EE UU ha encontrado petróleo, es mucho más flexible y abierta que la UE o Japón, y no tiene ningún problema de sobrecapacidad industrial».

«Es la prueba del algodón», señala el director de inversiones de Tressis Gestión. «Dijeron que las expectativas de inflación aumentarían, pero no ha ocurrido. En marzo se anunciarán nuevas medidas, pero no se aumentará la inflación». Lacalle piensa que la expansión monetaria desproporcionada perpetúa la sobrecapacidad, mantiene los sectores ineficientes con los tipos bajos e incentiva el endeudamiento de los agentes de menor productividad. «Hay que tener la honestidad intelectual de reconocer que es mentira que la expansión monetaria mejora las expectativas de inflación. Llevamos 65 años consecutivos de políticas de demanda. La saturación es tan evidente... Deberían reconocer que se han equivocado en todo. Es insultante», apuntilla.

Problemas de Europa

Desde el «es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas», que diría Benjamin Franklin, hasta el «no debemos permitir que nuestros gobernantes nos carguen con una deuda perpetua», de Thomas Jefferson. La deuda no se soluciona con más deuda, y el principal problema de Europa es el elevado endeudamiento. Lacalle revela que el endeudamiento sobre el PIB, entre deuda privada y pública, supera el 400%, y que las burbujas de deuda pueden estallar rápidamente o desinflarse poco a poco, ya que si persiste como consecuencia de unos tipos muy bajos, o negativos, o con extremada liquidez esa burbuja persistirá y se deshinchará más lentamente. «Pensar que un problema de saturación de deuda y represión financiera se va a solucionar con más liquidez es como una mosca que se da continuos cabezazos contra un cristal».

Lacalle destaca que «el plan de Draghi no salvará a Europa». En una impecable función como presidente del BCE, ha puesto a disposición de los distintos países la herramienta -la política monetaria-. No obstante, si no se acometen las reformas estructurales necesarias que acaben con los incentivos perversos para endeudarse de forma desproporcionada, «la UE no va a crecer». El director de inversiones de Tressis Gestión lamenta que en la eurozona todo se fíe al BCE y en Japón, a su banco central. «Nos olvidamos de que el problema es estructural», sentencia.

Los economistas monetaristas piensan que imprimiendo dinero se solucionará un problema de saturación de deuda. Y Lacalle cree que eso no va a ocurrir porque los estados se endeudarán todavía más. «Se subirán los impuestos y la propensión al consumo de las familias se resentirá con el asalto al ahorrador, al que se le ataca desde la represión financiera y se le penaliza, vía impuestos, el ahorro y la inversión», agrega.

Entonces, ¿cómo hay que combatir estas amenazas? Fuentes consultadas opinan que la solución pasa por recuperar la renta disponible de las familias, «que es la única manera para que vuelva el consumo y la inversión. Si se continúa con la represión financiera asaltando a los ciudadanos y a las economías con más impuestos no se incentiva la demanda, se destruye. No hay que continuar bajando los tipos. Se deben dejar de financiar los enormes déficits subiendo los impuestos a la gente».

Alarma mundial

Al margen de la amenaza deflacionista en el horizonte europeo, las incertidumbres sobre la economía mundial no dejan de castigar a los mercados. Hay miedo a sufrir una nueva crisis, y ya advirtió George Soros hace unas semanas que «estamos ante un serio desafío» que le recordaba a la crisis de 2008, con la quiebra de Lehman Brothers. Los inversores demostraron su temor deshaciendo posiciones en bolsa y llevando su dinero hacia activos más seguros. El pavor se exacerbó en el arranque de la semana, cuando el Ibex 35 se hundió un 4,44%.

Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, no cierra la puerta a nuevas subidas de tipos en marzo, pero ha admitido que la incertidumbre global podría retrasarlas. Lacalle ve muchas diferencias entre el riesgo actual y el de 2008, y remarca que «en los próximos años viviremos la resaca de la borrachera de liquidez creada por los estímulos monetarios». Agrega que el peligro de la recesión estadounidense es una consecuencia de la mala asignación de capital debida a unos tipos muy bajos y a las enormes inyecciones de dinero. Aunque cree que las probabilidades de sufrir una recesión global ahora mismo son relativamente bajas, existen. Pero advierte de que el problema de ralentización global no se enmendará con más estímulos.

«La obesidad no se soluciona comiendo donuts. Y el problema de la economía global es de obesidad, no de falta de crédito». Lacalle insiste en que EE UU ha creado en ocho años la mitad de la masa monetaria de toda su historia, y que la economía está al borde de la recesión. La expansión estadounidense fiscal y monetaria ha sido de 27 trillones de dólares y las expectativas de crecimiento no hacen más que revisarse a la baja. «Me parece una falta de honestidad tan grave que se piense que la solución es más de lo mismo...», concluye.