Brasil

El temor viene ahora de los países emergentes

Un bróker de Wall Street se lleva las manos a la cabeza en la sesión del viernes
Un bróker de Wall Street se lleva las manos a la cabeza en la sesión del vierneslarazon

La crisis vivida el viernes por todos los mercados de valores del mundo, especialmente por el español, parece una sobrerreacción al desplome del peso argentino en su cotización con el dólar, pero también un aviso sobre la recuperación de la economía mundial y el papel que pueden desempeñar las economías de los países emergentes en los próximos años. En las conclusiones del Foro Económico Mundial que se ha celebrado en Davos (Suiza) ha quedado patente que los países en vías de desarrollo han frenado su empuje y las economías avanzadas no están aún en condiciones de crear empleo.

La brusca caída de la cotización del peso argentino en apenas una jornada esconde también la marcha atrás que algunos organismos internacionales pronostican para las economía de América Latina. El pasado martes, el Fondo Monetario Internacional revisó al alza su previsión de crecimiento de la economía mundial para el presente ejercicio en una décima, hasta el 3,7%, aunque, eso sí, dejó inalterada la cifra del año que viene en el 3,9%, aunque tiempo habrá para cambiarla. De hecho en apenas tres meses la perspectiva para el conjunto de la economía mundial ha aumentado en 0,1 puntos.

Las cifras de las economías emergentes reflejan todavía una solidez importante. Pero el mero hecho de que los crecimientos se ralenticen en los dos próximos ejercicios se interpreta ya como un mal síntoma por parte de los analistas.

El FMI, que dirige la francesa Christine Lagarde, advierte sobre las economías emergentes que tienen que vigilar un posible cambio de tendencia en la inversión extranjera, que ha sujetado en los últimos años el desarrollo.

Primeras dudas

Según el FMI, las economías emergentes van a crecer en su conjunto una media del 5,1% en términos de PIB este año y un 5,4%. Son cifras muy significativas si se comparan con las de la eurozona 1,0% este año y 1,4% el próximo) o con la media de los países desarrollados (1,3% en 2014 y una décima más el próximo año), pero habían malacostumbrado a los analistas con tasas interanuales un 50% superiores.

China será un año más el motor económico del mundo. Su previsión de crecimiento sigue siendo el sueño de todos: el 7,5%. Lo que juega en contra es que este año ha cerrado con un aumento del PIB del 7,7% y que en 2015 aún «caerá» al 7,3%.

La otra gran duda está en Brasil. El gigante de Suramérica está viviendo de la celebración de dos grandes acontecimientos mundiales, como son el Campeonato del Mundo de Fútbol, que comienza este mismo año, y los Juegos Olímpicos de 2016. Ambos acontecimientos dinamizan cualquier economía, incluso la de un gigante como Brasil, con 200 millones de habitantes y unas enormes desigualdades sociales. De momento, el FMI habla de estancamiento para este ejercicio y de una recuperación en el próximo. En relación con las previsiones de octubre, la nueva cifra del organismo internacional supone una reducción de dos décimas y de cuatro si se habla de 2015. No es lo que esperaban los inversores.

Freno a las inversiones

Y es que las nuevas estimaciones del FMI «castigan» a América Latina y el Caribe. Para esta región, la previsión apunta a un crecimiento del PIB del 3,0%, una décima menos que en octubre del pasado año. Aunque en 2015 crecerá un 3,3%, la cifra es inferior en dos décimas a la anterior.

La principal preocupación del Fondo para los países emergentes está en los flujos de capital que se han desplazado a sus economías y que han influido positivamente en el crecimiento. El organismo teme las reacciones que puedan darse cuando Estados Unidos, como ya ha anunciado, empiece a retirar los estímulos monetarios. El anuncio que la FED ha hecho para tantear a los mercados y que no les pille de sorpresa fue bien digerido, pero otra cosa será cuando se haga realidad. El FMI ve probable «que se produzcan reestructuraciones de carteras y algunas salidas de capital». Todo ello sumado a las debilidades internas de algunas economía (fundamentalmente de los países americanos) el resultado podría multiplicar además de provocar «ajustes más marcados» de los tipos de cambio.

De momento este vaticinio se ha empezado a cumplir. Los cambios de los pesos mexicano y argentino, el rublo, la lira turca o el rand surafricano sufren las primeras consecuencias.