Opinión

España, la nueva isla Tortuga

Los corsarios habitan entre nosotros. El esfuerzo fiscal en España es un 53% superior a la media europea

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el último Foro de Davos
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el último Foro de DavoslarazonAgencia EFE

Desde que los hombres dominaron los mares hubo piratas. De hecho, su nombre proviene del griego «peirates», que significaba bandido. Los egipcios ya daban cuenta de los peligros que causaban los «pueblos del mar» y en el mundo griego era habitual la alianza de Esparta con los piratas de la isla de Egina contra Atenas. Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentó Roma fue el de imponer su ley a los piratas. Hasta el joven Julio César fue apresado por los piratas en el 74 a. C. En los mares del norte de Europa también era habitual la rapiña. Los vikingos solían saquear las costas de Holanda, Francia e Inglaterra y por eso su nombre: del sajón «wiccinga» que significa «pirata».

También los pueblos celtas y los bretones (donde surge la leyenda del rey Arturo y su tabla redonda) se dedicaban en parte a la piratería. Y los navegantes vizcaínos y guipuzcoanos, muy temidos en el golfo de Vizcaya y el Mediterráneo. Muy curiosa es la historia de un tal Pero Niño, marino castellano que saqueó durante 1405 todo el sur de Inglaterra y estuvo a punto de llegar a Londres, como en 1380 hiciera el marino castellano Fernando Sánchez de Tovar.

Con la primera globalización que trajo la Conquista, las naves españolas tuvieron que multiplicarse para hacer frente a los piratas: ingleses, holandeses y franceses en el Caribe y el Atlántico; los berberiscos en el Mediterráneo, y los amarillos en las Filipinas y las Molucas. Sin embargo, el primer pirata del Caribe del que se tiene constancia fue un español: Bernardino de Talavera, que había llegado a las Indias en el segundo viaje de Colón y que acabó pirateando por culpa de sus deudas y de su afición al ron. Nació la edad dorada de la piratería, con la Isla Tortuga y Jamaica como epicentros.

Hoy, sin galeones preñados de oro que atacar, los corsarios habitan entre nosotros. El esfuerzo fiscal en España es un 53% superior a la media europea y subiendo. Todo para cebar al Estado y ampliar el asistencialismo público. Que no nos engañen: la supuesta solidaridad, que no son más que redes clientelares pagadas con dinero ajeno, es piratería. Los corsarios bajo pabellón de Estado están aquí, no en Holanda donde no se persigue la riqueza. Porque no lo olviden: donde hay lucro, hay alegría.