Sabadell
La gran banca vale 65.644 millones menos que al principio de la crisis
La gran banca española todavía no ha terminado de digerir la crisis. En conjunto, ganó 16.676 millones de euros en 2018, pero esos beneficios todavía son un 20% inferiores a los más de 20.000 millones de euros que obtuvo hace diez años. Mucho más llamativo es que el valor en bolsa de esas entidades el pasado viernes era 65.644 millones inferior al que tenían el 5 de enero de 2008, justo al principio de la Gran Recesión. Esa cifra aumentaría hasta los 88.088 millones de euros si se contabilizan en el valor esfumado los 22.424 millones de euros destinados por el Estado al rescate de Bankia tras su intervención. Santander, BBVA, Caixabank, Popular, Banesto, Bankia, Bankinter y Sabadell sumaban una capitalización de 204.308 millones al inicio de 2008, mientras que al final de la semana pasada apenas llegaban a los 138.664 millones. En los 204.308 millones de euros se ha contabilizado el valor con el que debutaron en bolsa Caixabank y Bankia en 2011, pero no las ayudas recibidas por la entidad que ahora presiden José Ignacio Goirigolzarri. Aunque en el periodo analizado la banca ha perdido un 32,2% de su capitalización, en el mismo periodo el Ibex ha caído un 37,6%. La capitalización del sector representa el 33,3% del total del selectivo.
El mapa bancario ha cambiado mucho desde el inicio de la crisis. Dos entidades, Popular y Banesto, valoradas en 13.734 y 8.734 millones respectivamente, ya no existen. Los dos fueron absorbidos por el Santander, aunque en condiciones distintas. El Popular colapsó, perdió todo su valor y fue adquirido por un euro por el banco que preside Ana Botín. Banesto fue integrado en 2012 en la órbita del Santander, con un canje de acciones que significaba valorarlo en unos 4.500 millones. Por otra parte, desde 2008, los «cinco grandes» –la excepción es Bankinter– han adquirido e integrado otras 25 entidades financieras, la mayoría en crisis, tanto bancos como antiguas cajas de ahorros. Todos sus balances han aumentado considerablemente, pero sin embargo no se ha traducido en un mayor valor, salvo mínimas excepciones.
Diez años y una crisis después, se han producido grandes cambios en las cúpulas de casi todas las entidades. Josep Oliú, presidente del Sabadell, es ahora el decano del sector y el único que permanece en su puesto desde entonces. Hasta hace unas semanas, Francisco González, expresidente del BBVA, era el otro banquero que había vivido entera toda la crisis. Emilio Botín, histórico presidente del Santander, falleció en 2014 y le sucedió su hija Ana. En 2016, Jordi Gual sucedió al frente de Caixabank al no menos histórico Isidro Fainé, mientras que José Ignacio Goirigolzarri llegó a la presidencia de Bankia en 2012 tras la crisis de la entidad y la dimisión, más o menos forzada por el Gobierno, de Rodrigo Rato.
Los grandes bancos españoles, en todos estos años, han abordado un complejo y largo proceso de saneamiento, afectados sobre todo por la llamada «burbuja de la construcción» que les afectó de lleno y les obligó a asumir pérdidas importantes. Además, tuvieron y tienen que trabajar en el escenario de tipos de interés más bajos de la historia, algo que incide de lleno en su negocio central, consistente en captar y prestar dinero. Eso les ha obligado a buscar otras fuentes de ingresos y, por ejemplo, en 2018, las comisiones representaron ya la tercera parte de su beneficio. Las entidades han mejorado sus resultados en los últimos años, pero con la excepción de Bankinter, ninguno ha vuelto a alcanzar sus máximos beneficios históricos, sobre todo si se tienen en cuenta las ganancias declaradas en su día por las entidades que han absorbido en el periodo.
Retos del futuro
La banca española está saneada y es sólida, pero en 2019 el negocio volverá a ser complicado por la ralentización económica europea y la decisión del BCE de mantener los tipos de interés por los suelos. Además, como hasta ahora, habrá diferencias entre los más internacionalizados –Santander y BBVA– y los menos, con el Sabadell pendiente de su difícil aventura británica que, hasta ahora, le ha dado más quebraderos de cabeza que alegrías. Sin embargo, el gran reto de todos es mejorar su valoración bursátil, muy alejada de lo que esperan los accionistas, algo que con frecuencia genera tensión en los equipos de gestión, sobre todo en los más expuestos a los inversores internacionales, los mayores propietarios de los bancos. No todos los grandes bancos son iguales ni son vistos iguales. La semana pasada, por ejemplo, Credit Suisse anunció que la penalización bursátil de la banca española no está justificada, aunque sólo subió la valoración de Bankia y bajó la de Caixabank y Sabadell. Morgan Stanley rebaja el precio de todos excepto el Santander; KBW eleva la de Santander, BBVA y Bankinter y baja el de los demás y Morgan Stanley confía en el Santander para el futuro.
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