La crisis del euro
La isla, tras 10 años en la UE, afronta ahora el ajuste más duro de su historia
Con una economía basada en un 77% en el sector servicios y con el sistema financiero en bancarrota, a Chipre le espera una larga travesía del desierto para recuperar un esplendor que nunca llegó a tener por unas razones u otras.
Nadie entiende hoy cómo fue posible que el país ingresara en la disciplina del euro el 1 de enero de 2008, cuatro años después de su ingreso en la Unión Europea, en la mayor ampliación de las siete llevadas a cabo desde la creación de la entonces Comunidad Económica Europea. Diez países, ocho pertenecientes al área de influencia de la extinta Unión Soviética, entraron a la vez en una ampliación marcada más por el carácter político que económico.
Hizo los esfuerzos necesarios para hacer converger sus cuatro grandes macromagnitudes y eso fue suficiente para que los examinadores hicieran la vista gorda con un sistema financiero que guarda demasiadas similitudes con los paraísos fiscales. Unos extratipos de interés incomparables en la UE y una legislación que no pregunta el origen del dinero han convertido al país en el destino de mucho dinero de origen dudoso, que sólo busca rentabilidades elevadas e inmediatas, y la protección jurídica de un país perteneciente a la eurozona.
Nuevos ricos rusos
A Chipre le ha hundido la crisis griega, de la que se van a cumplir ya tres años. Desde el primer rescate de Grecia, en mayo de 2010, Chipre se ha visto obligada a abandonar los mercados mayoristas de financiación por su enorme exposición a la deuda helena.
Con los mercados cerrados, a los bancos no les ha quedado otra salida que seguir apelando a los nuevos ricos rusos para poder pagar, con sus ingresos, los intereses prometidos a los que anteriormente confiaron sus ahorros, mejor dicho, sus fortunas, a la pequeña isla. Cuanto más dinero ha entrado más grande se ha hecho el agujero de los bancos.
Grecia lleva sumida en el caos desde hace 34 meses y lo que le queda. Para Chipre hay pocas esperanzas de una salida rápida de la situación, como ha sido el caso de Irlanda, que también vio quebrar su banca.
Según las previsiones de Eurostat, la economía chipriota se contraerá este año un 3,5%. Sólo a Grecia le va a ir peor (-4,4%). Para 2014, Chipre será la única economía que va tener resultados negativos (-1,3%). A finales del próximo año, el PIB puede caer a 16.700 millones de euros, es decir retroceder a niveles de cuando ingresó en la eurozona.
Con el principal soporte de la economía quebrado y un servicio de la deuda pública (los intereses que tiene que pagar anualmente) elevadísimo, a Chipre le queda el turismo como uno de los pocos clavos a los que agarrarse. El pasado año ingresó en los diez primeros meses más de 1.830 millones de euros. Pero es algo menos del 15% del PIB y no es una garantía, porque de un año a otro hay oscilaciones del número de visitantes (2,4 millones) muy importantes.
¿Y si sale de la disciplina del euro? Mejor que no. La vuelta a la libra chipriota (10 euros por cada seis libras fue el cambio fijo de su entrada) obligaría a aumentar el impuesto sobre los depósitos y a devaluar la divisa en al menos un 50%.
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