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La reforma de la eurozona aparca las propuestas más ambiciosas

Unión de las capitales para que la Comisión Europea active de manera formal el proceso sancionador contra Italia por su alta deuda

El primer ministro italiano Giuseppe Conte (izquierda), junto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en Bruselas / Ap
El primer ministro italiano Giuseppe Conte (izquierda), junto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en Bruselas / Aplarazon

Unión de las capitales para que la Comisión Europea active de manera formal el proceso sancionador contra Italia por su alta deuda.

La reforma de la zona euro se acerca al momento de la verdad. Y como casi siempre en estos casos, la decepción supera a los logros. Los ministros de Economía se reúnen hoy en Bruselas para llegar a un acuerdo que sea refrendado al máximo nivel político en la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre de los días 13 y 14 de diciembre. Pero el champagne y el confeti tendrán que esperar. Los puntos abiertos son más numerosos que los cerrados y nada indica que la cita de hoy sea suficiente para superar las mayores diferencias.

El ímpetu arrollador de la Francia de Macron se ha mostrado insuficiente ante una Alemania renqueante, los halcones del norte –ávidos por boicotear cualquier mecanismo de solidaridad– y el amenazante órdago italiano. Las capitales europeas tan sólo han consensuado establecer una red de seguridad a través del fondo permanente de rescate (MEDE) que sea capaz de salir al auxilio del fondo de resolución bancaria cuando sea necesario rescatar una entidad financiera sistémica. Según la propuesta de Bruselas, esta nueva red de seguridad dentro del MEDE contaría con 60.000 euros ampliables por unanimidad.

También hay acuerdo para reforzar las competencias del fondo de rescate como organismo supervisor. Una cesión que puede verse como primera victoria de los halcones si esto deriva en un cuestionamiento del papel de la Comisión Europea (CE) en estas mismas funciones, ya que el Ejecutivo comunitario tiene un papel esencial a la hora de castigar a los países europeos por su incumplimiento en los objetivos de déficit y deuda pública.

Dentro de las labores del MEDE como auxilio de los países en apuros, aún es necesario poner el cascabel al gato. El grupo de los halcones, comandado por Holanda, pretende dejar por escrito cómo actuar ante este tipo de situaciones. El propósito reside en salir al rescate únicamente de aquellos países con un nivel de endeudamiento sostenible, lo que implicaría dejar la puerta abierta a una reestructuración de la deuda que pueda abarcar quitas. Los partidarios de la mano dura no quieren que se repita la misma situación vivida con Grecia, con tres rescates a sus espaldas y una deuda cuyo reembolso cuestiona incluso el FMI. Alemania se encontraría en este bando, aunque ha rebajado sus pretensiones de un mecanismo automático de reestructuración de la deuda. La batalla está servida, ya que otro grupo de países, entre los que se encontrarían España, Francia e Italia, creen que dejar fijadas este tipo de normas tan sólo contribuiría a alentar movimientos especulativos en los mercados. Fuentes europeas pronostican una larga discusión, ya que el debate parte de posiciones y «emociones fuertes».

Hasta aquí los puntos de cierto consenso. En el sueño de los justos se espera que queden aparcadas otras grandes iniciativas como la puesta en marcha de un fondo de estabilización como modo asegurar la inversión en momentos de crisis para los países en apuros o un fondo europeo de garantía de depósitos. En este segundo caso, fuentes europeas aseguran que la propuesta se encuentra «con respiración asistida» y en el primero «no hay pista de aterrizaje» para las visiones contrapuestas, a pesar del impulso del eje franco-alemán.

Pero no todo son divisiones. Las capitales europeas decidieron respaldar a Bruselas en su «tour de force» con Italia. Aunque los ánimos se han calmado en las últimas semanas, los Veintiocho han dado su aval para que la CE active ya el procedimiento de infracción contra Italia por su alta deuda que puede desembocar en una multa de hasta el 0,2% de su PIB, 3.500 millones de euros.

La Comisión Europea podría dar un paso al frente el próximo 19 de diciembre, aunque todo dependerá de cómo continúe el diálogo entre Bruselas y Roma. El pasado 24 de noviembre, el primer ministro Conte se desplazó hasta la capital comunitaria para reunirse con el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker. Tras esta cita, Roma se mostró dispuesta a ciertos cambios, pero el vicepresidente económico Valdis Dombrovskis ya ha avisado de que Bruselas exige una «corrección consistente» y no meros cambios cosméticos.