Macroeconomía
Los clientes víctimas de la política monetaria
Los tipos bajos tienen consecuencias directas en los bancos. Estos perjuicios acabarán repercutiendo en sus usuarios
Las consecuencias de los tipos de interés bajos afectan directamente a los bancos. Pero como empresas que son, los perjuicios que sufren los desplazan a sus clientes. No nos encontramos en un contexto para que la relación entre los ciudadanos y el sistema financiero sea la normal.
Para empezar, la concesión de créditos cayó drásticamente durante la crisis y, aunque se ha ido recuperando, no lo ha hecho al ritmo que podría si los tipos de interés hubiesen más elevado. Esto es así porque en el actual panorama de tipos a los bancos les cuesta más acumular capital que, posteriormente, otorgar a sus clientes en forma de créditos. El catedrático de Economía de CUNEF y director de Estudios Financieros de la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas), Santiago Carbó, afirma que «los bancos tienen especiales dificultades en este contexto para prestar».
Además, las entidades financieras deben buscar rentabilidad en los negocios que hacen con sus clientes. La manera más directa es cobrar por los depósitos. A las grandes empresas y fondos de inversión ya se les aplica un 0,4%, medida que fue impulsada por el BCE a finales de 2017 para combatir la escasa rentabilidad del sistema financiero.
El portavoz se la Asociación Española de la Banca (AEB), José Luis Martínez, sostiene que parece que los particulares se salvarán del cobro por los depósitos: «La decisión de cobrar por los depósitos depende de la estrategia comercial de cada banco, bajo un esquema de elevada competencia como es el del sistema bancario español. Con la información de la que disponemos los bancos no prevén cobrar por los depósitos de las familias». Aunque el Banco Central Europeo ha propuesto lo contrario, pues pretende que los bancos cobren a sus clientes por depositar su dinero con la finalidad de controlar una inflación muy por debajo del nivel en el que debería estar. Pero hay un inconveniente, que cuando hay síntomas de crisis, como ahora, lo importante es fomentar que los ciudadanos ahorren para que tengan un colchón para afrontar la época mala. Y cobrar por los depósitos es una medida contraria al ahorro.
Tampoco se fomenta la inversión a largo plazo, ya que unos tipos bajos restan rentabilidad a los productos financieros como pueden ser los planes de pensiones, bonos y fondos de inversión.
Beneficiados
Claro que si los ahorradores e inversores salen perdiendo, los que salen ganando son los endeudados. Porque con tipos de interés bajos sale barato tener deuda. En definitiva, los tipos a los niveles actuales han ayudado a salir de la crisis pero pueden convertirse una bomba de relojería que estalle en forma de una nueva recesión si se promueve demasiado el endeudamiento y la economía cae hasta el punto de crear más desempleo, que los parados no puedan pagar sus deudas, y que, entonces, unos bancos con ya de por si poca rentabilidad pierdan liquidez. Entre los beneficiados, destacan las empresas, sea cual sea su tamaño, porque tienen mayor acceso a la financiación, pues justo el objetivo de los tipos bajos es que se mueva el dinero y llegue a las compañías. Para las pymes, la vía bancaria sigue creciendo como la favorita para financiarse, aunque en países en los que hay tanta pequeña empresa como en España y tan pocas formas de financiación alternativas a la banca, los tipos bajos pueden desarrollar una excesiva dependencia de las corporaciones en las entidades. Respecto a las grandes compañías, en el contexto actual cuentan con más facilidades de financiarse a través de los mercados de capital, como comprando letras del Tesoro.
Los clientes, además, se enfrentarán a una nueva ofera bancaria. Las entidades optarán por negocios en los que cobren por aspectos en los que no influyan los tipos de interés, como las comisiones. Sin embargo, existe un obstáculo contra ello, la enorme competencia que hay a día de hoy en el sistema financiero. Carbó asegura que «elevar las comisiones entraría dentro de la lógica de oferta y demanda pero, en muchas ocasiones, lo que está sucediendo es lo contrario, que las comisiones se reducen, por dos motivos: la competencia creciente bancaria y no bancaria y las presiones regulatorias y judiciales».
Últimos meses de Draghi
31 de octubre. Día de Halloween y en el BCE alguien se llevará un buen susto cuando vea al presidente de la institución, Mario Draghi, salir por la puerta. Ese día expira su mandato. El principal artífice de la recuperación económica (como ha sido reconocido por la mayoría de los analistas) se va y le sucederá la hasta ahora presidenta del FMI, Christine Lagarde. Ella tiene un perfil incluso más agresivo y cotroplacista que Draghi. No se cortará en bajar aún más los tipos si las cosas no van bien. Eso sí, lo que se demuestra con su nombramiento es que el BCE reclama alguien de renombre, que la mayoría conozca.
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