Bruselas
Merkel quiere blindar sus cajas del control de la UE
Retrasa la aprobación del supervisor único y Schauble pide no crear «falsas esperanzas» sobre la recapitalización directa
Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete se enfrentan hoy en Bruselas a una nueva reunión que amenaza con poner de relieve la falta de ambición que cunde entre las capitales. Ni siquiera la semana en la que el Comité Nobel les ha recordado la necesidad de que asuman su responsabilidad y estén a la altura de los desafíos económicos, los 27 serán capaces de aprobar un documento de calado.
El último borrador de las conclusiones de la cumbre preparado por la presidencia chipriota es una versión aún más descafeinada de la hoja de ruta preparada por los cuatro presidentes de las instituciones europeas –Consejo, Comisión Europea, BCE y Eurogrupo– en la que no sólo no aparece ninguna referencia a los eurobonos y al fondo de garantía de depósitos, sino que se limita a establecer vaguedades sobre cuestiones hasta ahora consideradas trascendentales, como el presupuesto para la zona euro. En lo único que son claros es en el proyecto de que los países firmen «contratos» con la CE que especifiquen sus compromisos de reformas a cambio de participar en los instrumentos de solidaridad existentes.
El fondo para la zona euro tenía que estar dedicado, entre otras cosas, a ayudar a pagar las prestaciones por desempleo de los países en dificultades, por lo que para España era importante. Sin embargo, el borrador de conclusiones establece que la hoja de ruta necesitará «más tiempo y requerirá consultas en profundidad con los estados miembros». «Algunos de estos problemas pueden implicar una modificación de los tratados. El Consejo Europeo debatirá estas preguntas después de la elección de un nuevo Parlamento Europeo y el nombramiento de una nueva Comisión», indica el texto, es decir, más allá de junio de 2014.
Prueba de esta falta de ambición son los problemas que ayer tenían los ministros de Economía convocados en Bruselas para lograr cerrar el ordenamiento jurídico que debe dar competencias al BCE para que sea el supervisor único de la banca de la zona euro.
Alemania volvió a exponer sus problemas, referidos a que quiere proteger a su banca regional del control central y reclama que las autoridades nacionales se hagan cargo sólo de las entidades por encima de los 50.000 millones de euros, al tiempo que pretende erigir una «muralla» entre la política monetaria y la supervisión.
El ministro alemán, Wolfgang Schauble, demostró durante el debate que no tiene prisa por poner en marcha la unión bancaria. «Estoy de acuerdo con los que dicen que hay que llegar a un acuerdo esta noche, o en todo caso antes de Navidad (...) La unión bancaria, la garantía depósitos y el fondo de reestructuración corresponden a los jefes de Estados», planteó, al tiempo que pidió no crear «falsas esperanzas» sobre la recapitalización directa de la banca. Otro aspecto que España hubiera deseado que entrara pronto en vigor.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, mostró signos de resignación ante la posición alemana y apuntó que el planteamiento de España respecto a la fecha de entrada en vigor del supervisor único «siempre ha sido que cuanto antes mejor». «Más allá de lo que son las fechas concretas, es muy importante pasar el mensaje de que tenemos un plan con fechas finalizadas, con fechas determinadas y que esas fechas definitivas se van a cumplir», insistió De Guindos.Quien aflojó posiciones fue Suecia, uno de los países no euro que ve en la potenciación de las competencias del BCE un peligro para sus posiciones. El ministro sueco de Finanzas, Anders Borg, pidió «que tengamos salvaguardas para no ser dominados por la supervisión del BCE». El presidente del organismo, Mario Draghi, manifestó que la entidad «puede ser un recipiente de estas atribuciones». Francia, por su parte, sigue abogando por llegar a un acuerdo. «Estoy de acuerdo con ser pragmático, con poner un límite, con que haya una coordinación entre el BCE y las autoridades supervisoras nacionales, pero todo esto debe estar condicionado a que el límite no sea muy alto y que en última instancia sea el BCE el responsable de la supervisión», aseguró el ministro francés de Finanzas, Pierre Moscovici.
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