Jubilación
Pensiones: así será el futuro de Manuel, de 75 años, y Gabriel, su nieto, de cinco meses
Tras 41 años de trabajo, le quedan 600 euros de jubilación. «Mi nieto no podrá vivir sólo con la pensión». En 2064, será uno de los cuatro trabajadores que habrá en España por cada tres pensionistas. La Seguridad Social está contra las cuerdas.
Tras 41 años de trabajo, le quedan 600 euros de jubilación. «Mi nieto no podrá vivir sólo con la pensión». En 2064, será uno de los cuatro trabajadores que habrá en España por cada tres pensionistas. La Seguridad Social está contra las cuerdas.
Más de 41 años trabajando para 600 euros de pensión. Esta es la realidad de cada mes de Manuel Gutiérrez, de 75 años, que lleva ya un decenio jubilado. Su mujer no cobra ninguna pensión, pero asegura no pasar apuros gracias a los ahorros que fue guardando durante sus años de trabajo. Aunque reconoce que muchos no pueden permitírselo por culpa de los bajos sueldos, se ha esforzado por inculcar esa cultura del ahorro a sus cuatro hijos. «Es imposible que puedan vivir sólo de la pensión». Más difícil todavía cree que lo tendrán sus cinco nietos, el más pequeño de ellos, Gabriel, de sólo cinco meses. En 2064, cuando tenga 46 años, Gabriel será seguramente una de esas cuatro personas que estarán trabajando en España por cada tres jubilados. Unas cifras que dejan en una situación insostenible al sistema de pensiones tal y como lo conocemos hoy en día.
La historia de Manuel bien podría ser la de cualquiera de los 2.454.006 personas que cobran menos de 735,9 euros al mes de jubilación en España. Es decir, menos del Salario Mínimo Interprofesional. Según los últimos datos de la Seguridad Social, el número de pensiones de jubilación es de 5,88 millones, lo que significa que 41 de cada 100 jubilados ingresa cada mes menos del sueldo mínimo que nadie puede cobrar por un empleo a tiempo completo. Esta es una de las múltiples razones por la que ayer miles de pensionistas volvieron a salir a las calles de España, entre ellos Manuel, que ya estuvo frente al Congreso, para reivindicar unas pensiones «dignas», que como mínimo suban cada año en la misma medida que los precios. «La revalorización del 0,25% es una vergüenza», se queja Manuel. «Sobre todo que haya esas diferencias tan salvajes con los políticos, que cobran sueldos altísimos cuando a una persona que está jubilada y que ha trabajado 40 años le dan 500 o 600 euros. Es algo que no es normal, es absolutamente de locos».
Desde 2014, el 0,25% es la única cifra que han visto los pensionistas en la carta que reciben cada año del Ministerio de Empleo. Cinco años consecutivos con menos de tres euros de subida media. Una miseria para muchos, pero mejor que las congelaciones decretadas por Zapatero al comienzo de la crisis, según el Gobierno. Además, los dos últimos años los pensionistas han visto cómo perdían poder adquisitivo tras la vuelta a la normalidad del IPC, cuyas tasas negativas entre 2014 y 2016 habían hecho algo más llevadera la escueta subida de las pensiones. El problema es que ahora, después de tres años seguidos con crecimientos de la economía por encima del 3%, los pensionistas creen que ha llegado el momento de recuperar lo que es suyo y que la recuperación se perciba de verdad en su bolsillo y lo reclaman con fuerza. No en vano son un colectivo de 8,7 millones de personas, si sumamos todos los tipos de pensiones. Es decir, casi una de cada cuatro personas mayores de 16 años en España cobra algún tipo de pensión. Un grupo tan numeroso que, a un año de volver a las urnas para elegir autonomías y ayuntamientos, los partidos no se pueden permitir el lujo de ignorar sin más.
La cuestión es si realmente España puede permitírselo o no. «Que las pensiones suban con el IPC es lógico y de ley. Tendría que ser algo automático, sin necesidad de debate», asegura Manuel, que tiene claro que el dinero se puede sacar de otras partes. «En España ha habido muchas inversiones estúpidas que imagínate las pérdidas que han causado. Un aeropuerto en La Mancha que no se ha usado jamás, las autopistas de peaje en quiebra que el Estado ha tenido que quedarse con ellas...». Pese a esos dispendios, el gasto en pensiones es de tal magnitud que se lleva cuatro de cada diez euros de los Presupuestos Generales del Estado, y subiendo cada año por dos motivos: el envejecimiento de la población española que hace que cada vez se cobre la pensión durante más años y los nuevos pensionistas, que entran en el sistema con prestaciones mucho más altas. Si la pensión media de jubilación en España es de 1.077 euros, las personas que se están jubilando ahora lo hacen cobrando 1.325 euros, ya que por lo general vienen de una vida laboral que ha cogido algunos de los mejores años de la economía española, con mejores sueldos y, por extensión, mejores pensiones. Todo esto ha disparado el gasto total hasta más de 122.000 millones de euros anuales sólo en pensiones contributivas, y más de 139.000 millones si se suman también las no contributivas. Las jubilaciones se llevan la mayor parte, con 86.579 millones en 2017. En 2007, justo antes de la crisis, eran sólo 52.672 millones.
La hucha, casi agotada
Con esta proyección de gasto, las cuentas no salen y la Seguridad Social cerró el año pasado con el mayor déficit de su historia: más de 18.000 millones de euros. Entre medias, la hucha de las pensiones ha pasado de contar con más de 66.000 millones en 2011 a sólo tener dinero para hacer frente a una paga extra más. Sin embargo, algunos como el Banco de España reparten culpas y reprochan a los jubilados haber ahorrado poco en fondos de pensiones. No es el caso de Manuel, que mucho antes de jubilarse tenía clara la importancia de ir guardando para su retiro y el de su mujer. Después de ocho años en banca y 33 años como corredor de seguros, «siempre supe que sólo con la pensión no podríamos vivir», por lo que puso todo su esfuerzo en ahorrar. De hecho, llegó a contratar hasta cinco seguros de jubilación, un producto de ahorro similar a un plan de pensiones que te proporciona una renta vitalicia. Sus hijos han seguido sus pasos y todos ellos cuentan también con estos seguros de jubilación.
Planes de pensiones por ley
Manuel va incluso más allá y considera que debería ser obligatorio que los asalariados destinasen parte de su nómina a planes de pensiones, del mismo modo que se retiene una parte para pagar el IRPF o la Seguridad Social. En cualquier caso, la sostenibilidad del sistema pasa por mantener los ingresos de la Seguridad Social en línea con sus gastos, para lo que sólo hay dos fórmulas: subir los primeros o bajar los segundos. Para ello, la mejora del empleo es una de las claves, pues a mayor sueldo mayores cotizaciones sociales para pagar las pensiones. Para bajar los gastos, las opciones son dos: el temido factor de sostenibilidad que entrará en vigor en 2019 para contener la subida de las prestaciones y sacar de las cuentas de la Seguridad Social algunas de las pensiones consideradas «menos contributivas», como viudedad y orfandad. La tercera vía es casi un tema tabú: elevar aún más la edad de jubilación, algo que no ve con malos ojos Manuel para determinadas situaciones, sobre todo en empleos intelectuales. «Hoy en día, con 70 años, mucha gente no sólo puede seguir trabajando, sino que es cuando más sabe y más puede aportar, incluso formando a otros. Antes la gente moría más joven pero hoy muchos viven más allá de los 90. Con 65 años aún se es joven y si llevas toda la vida trabajando y te mandan para casa, ¿qué haces?».
En cualquier caso, la cultura del ahorro implantada por Manuel en su familia no parece ser la tónica dominante en España. Ya sea por imposibilidad o por falta de voluntad, lo cierto es que el número de personas con planes de pensiones lleva siete años seguidos reduciéndose, perdiendo más de un millón de ahorradores en ese tiempo. Además, dos de cada tres españoles con un plan de pensiones no aportan nada al mismo y sólo un 4% deposita más de 3.000 euros anuales. El otro problema es que se empieza a ahorrar muy tarde, casi siempre más allá de los 40 años. De hecho, apenas el 6% de los menores de 35 años tiene un plan de pensiones. Esto significa que de los 9,7 millones de planes de este tipo de ahorro, 641.000 son de personas de menos de 35 años y sólo 5.800 en España de menos de 20 años.
No obstante, no se trata únicamente de un problema de falta de cultura del ahorro, pues en España es frecuente que ese ahorro vaya a parar a inversiones en el ladrillo. La dificultad de acceso al mercado laboral de los jóvenes y las precarias condiciones una vez que consiguen trabajo también complican las posibilidades de guardar dinero para el futuro y de contribuir en mayor medida a las arcas de la Seguridad Social. Las mayores tasas de paro siguen concentradas en los más jóvenes. La media del 16% de desempleo en España se dispara hasta el 54% entre los 16 y los 19 años, al 34% entre 20 y 24 años y al 22% entre 25 y 29 años. Además, los sueldos son también más bajos, incluso pasados los 30: 19.597 euros al año entre la treintena y los 34, frente a los 27.457 euros desde los 55 a los 59 años.
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