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Piëch, el directivo que hizo de Volkswagen un gigante
El expresidente del grupo fallece a los 82 años. Pasa a la historia como el director de mano dura que transformó la industria del motor
El expresidente del grupo fallece a los 82 años. Pasa a la historia como el director de mano dura que transformó la industria del motor
El ingeniero y manager austríaco Ferdinand Piëch falleció el domingo en la ciudad bárbara de Rosenheim mientras cenaba en un restaurante a la edad de 82 años. El que fuera presidente de Volkswagen entre 1993 y 2002, y presidente del Consejo de Administración hasta 2015, se desmayó y fallecía poco después en el hospital de dicha localidad. Su esposa Ursula comunicó la noticia asegurando que la vida de su marido había estado «marcada por su pasión por los coches y por sus trabajadores».
Piëch, que ya por el 2009 poseía la mayor parte de las acciones de la empresa, fue además un patriarca que engendró trece hijos, que a su vez le dieron otros tantos nietos. La dirección de Volkswagen envió sus condolencias públicas «en nombre de los 600.000 trabajadores y trabajadoras» y alabó «sus méritos en Volkswagen, las marcas del consorcio y en la evolución del automóvil en general». También un representante de los trabajadores del grupo aludía a su «amor por el producto», su «amplia mirada» y su «sensible sentido» para dirigir la empresa. Piëch pasa a la historia como el director de mano dura que llevó a la empresa a ser el mayor fabricante de coches del mundo y una de las columnas vertebrales de la economía alemana.
En la década de los 90, cuando llegó a la cima, el sector se encontraba en una grave crisis y supo introducir una reducción de jornadas en parte de la plantilla, con su consiguiente bajada de salarios, que pasaría a ser el ejemplo de lo que más tarde se aplicaría en todo el país. De hecho, su ideólogo, Peter Hartz, trabajó más tarde para el Gobierno Gerhard Schröder en la creación de la llamada Agenda 2010, con la que el «modelo alemán» de bajos salarios y grandes dividendos vería la luz.
El abuelo de Piëch, Ferdinand Porsche, ya había sido inventor de coches. Durante el nazismo, entró a formar parte del partido de Hitler y en la empresa se emplearon a presos condenados a trabajos forzados. Ello llevó a que durante la presidencia de Piëch, Volkswagen tuviera que pagar compensaciones a dichos trabajadores. Piëch escribió en su autobiografía en 2004 que estaba «orgulloso» de su abuelo.
Una de las citas de Piëch, bajo cuya dirección Volkswagen pasó a construir coches de gama alta para un público diferente al original y más alejado del «pueblo» que lleva en el nombre (Volkswagen significa coche del pueblo), pasará a la posteridad: «Siempre que hay guerra, al final quedan menos. Y siempre hay ganadores y perdedores. Y yo pretendo, junto con los socios que Volkswagen tiene en todo el mundo, ser el vencedor». Piëch avanzó en la «internacionalización del grupo, en la integración de Bentley, Lamborghini y Bugatti en el grupo, y llevó a nuestras marcas de mayor volumen a la competitividad internacional», subrayó el presidente del consejo de administración, Herbert Diess.
El diario sensacionalista Bild, el tabloide mas leído en el país, aseguraba en un video recordando su trayectoria que «sus críticos ven en su forma de dirigir uno de los motivos para el escándalo del diésel» porque dentro de la empresa habría reinado un «clima del miedo» en base al cual «los ingenieros preferían manipular a reconocer que no eran capaces de mantener los niveles de emisiones» dentro de los objetivos esperados. Las pérdidas del escándalo diésel ascienden ya a unos 30.000 millones de euro
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