Tribuna

La rehabilitación: un arma electoral de doble filo

El sector pide impulsar políticas de oferta allí donde se tensiona el mercado por los diversos flujos de demanda, y para ello, también rehabilitar inmuebles

Rehabilitación de una vivienda deficiente desde el punto de vista energético
Rehabilitación de una vivienda deficiente desde el punto de vista energéticoJoe Cool

La vivienda ha entrado de lleno en el centro del debate político a causa de las últimas medidas reveladas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para aumentar el parque de pisos de alquiler. Según los planes anunciados por el Ejecutivo, se espera alcanzar la (ambiciosa) cifra de 163.000 inmuebles: 100.000 de alquileres asequibles; 50.000 de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb); y 43.000 viviendas (entre nuevas y rehabilitadas) de fondos europeos. También se ha anunciado que se destinarán fondos procedentes del Instituto de Crédito Oficial (ICO) para impulsar la rehabilitación energética. Aunque son noticias que nos alegran, y que van en línea con la filosofía que venimos reivindicando desde Andimac desde hace años, deberíamos tener especial cuidado al usar algo tan determinante para nuestro futuro, como es la rehabilitación, como arma electoral. Porque puede ser de doble filo.

Estamos en un año clave en materia de la rehabilitación, de nuevo a la espera de la llegada de los fondos europeos Next Generation a la actividad real. Creemos que así será y se iniciarán durante este año obras de rehabilitación energética en 70.000 viviendas. No obstante, e independientemente de los efectos que pueda tener la futura Ley de Vivienda en las actuaciones en edificios, España necesita fomentar una cultura de rehabilitación no supeditada exclusivamente a la recepción de los fondos europeos o a la campaña electoral que se avecina.

Es cierto que tenemos un problema de falta de oferta, y que los precios son los que son, por lo que hay que impulsar políticas de oferta allí donde se tensiona el mercado por los diversos flujos de demanda, y para ello, también rehabilitar inmuebles. Pero no solo por una cuestión social, sino también medioambiental, en vistas de que la mayor parte de las emisiones contaminantes que se registran en las grandes ciudades provienen del parque edificado. Si queremos avanzar en la transición ecológica es fundamental apostar desde las Administraciones Públicas de manera seria y decidida por la rehabilitación edificatoria.

Es también una cuestión de sostenimiento económico de la riqueza de las familias, y de su ahorro asociado. Que España tenga una de las tasas de vivienda en propiedad más elevadas de la UE (76%) implica que el ahorro de las familias, en las últimas generaciones, se ha concentrado en lo inmobiliario. En concreto, y de acuerdo con el Banco de España, la vivienda (42%) y las propiedades inmobiliarias (28%) representan el 70% de la riqueza total de las familias. Es decir, no cuidar el valor de estos activos representa un riesgo de pérdida de riqueza a largo plazo.

A corto plazo, estas obras contribuyen ya a mejorar la certificación energética del parque edificado, lo que cobra especial importancia dado que actualmente más del 80% de las viviendas son de baja calidad energética (calificación F o G). Y ello, teniendo en cuenta las directrices europeas marcadas a medio y largo plazo, podría impedir alquilarlas y venderlas, constituyendo una seria amenaza para el patrimonio de las familias españolas. Más a futuro, la política de rehabilitación debe también mirar los riesgos asociados a un parque ya muy envejecido, y apuntar a modelos integrales.

Por todo ello creemos firmemente que los fondos provenientes de Europa no deben implicar únicamente un impulso económico transitorio, sino un cambio cultural permanente para evitar un serio problema económico y social. De hecho, por razones de evolución demográfica, ya vamos con demora, porque para evitar un escenario de deterioro real del valor de mercado de los inmuebles a futuro habría que rehabilitar a una velocidad (y calidad) de al menos 300.000 viviendas al año.

Por estos motivos, las políticas de rehabilitación no deberían constituir un factor de aritmética electoral, porque no cabe en ellas tacticismo sino la planificación, el rigor y el compromiso. Bien está que en este contexto el debate contribuya a dar a estas medidas la importancia estratégica que tienen, como muestra también el peso que han recibido en el Plan de Recuperación. Pero se trata de un arma de doble filo, puesto que la riqueza en España está concentrada en la propiedad inmobiliaria. Y la única manera de blindarla, a medio y largo plazo, pasa por apostar de manera seria y decidida por las actuaciones de reforma y rehabilitación. Tenemos una oportunidad histórica ante nosotros. Es ahora o no será nunca.

Sebastián Molinero, secretario general de Andimac (patronal de la reforma y la rehabilitación)