Cepsa

Ingredientes para crear futuro

Premios al Valor Social de Cepsa

Un grupo de alumnos de la ONG Cesal, con la que colabora Cepsa
Un grupo de alumnos de la ONG Cesal, con la que colabora Cepsalarazon

Cepsa impulsa un proyecto que tiene como objetivo formar a jóvenes en riesgo de exclusión social a través de la gastronomía

Anthony es un joven dominicano de 26 años y padre de dos hijos. Llegó hace diez a España y durante la mayor parte de ese tiempo estuvo metido en el mundo de las bandas callejeras. Se pasaba «la mayor parte de las horas en la calle, en la esquina, y siempre andaba metido en cosas malas», como él mismo dice. Incluso llegó a ser el jefe de una de las bandas. Hace poco más de dos meses la vida de Anthony comenzó a cambiar: tras pasar varias pruebas de selección logró iniciar el curso de cocina «Ingredientes para crear futuro» –impartido por el chef Chema de Isidro, en el que colabora Cepsa y promovido por la ONG Cesal–. «Ya no salgo a la calle para hacer cosas que estén mal. Sólo salgo por asuntos de trabajo o para venir al curso. Gracias a estas clases he cambiado y me siento muy orgulloso», asegura Anthony.

La compañía Cepsa ha otorgado al proyecto «Ingredientes para crear futuro» uno de sus premios al Valor Social. «Este galardón anual tiene como objetivo reconocer y apoyar iniciativas sociales que favorezcan la inclusión y el bienestar de aquellos colectivos o personas menos favorecidas», explica Belén Candenas, que está al frente del área de responsabilidad corporativa de Cepsa. Los profesionales de Cepsa trabajan de forma directa con estos proyectos, ya que pasan a convertirse en «padrinos solidarios» de los mismos. En la última edición, Cepsa repartió 205.000 euros entre las veintitrés iniciativas premiadas.

La ONG Cesal tiene un recorrido en el mundo de la cooperación de veinticinco años de experiencia. Desde hace siete años comenzaron a colaborar en España. «La situación de aquel momento –y la actual– con un gran número de inmigrantes en España, hizo que tuviésemos que intentar satisfacer las necesidades que ellos requerían aquí», dice Fernando Morán, coordinador de jóvenes de esta ONG. Para poder llevar a cabo la cooperación en nuestro país, la Comunidad de Madrid les propuso trabajar en ayudar a personas de la República Dominicana por medio del centro Hispano-Dominicano.

Ahora, el centro Hispano-Dominicano ofrece servicios de asesoría jurídica o laboral, además de formación gratuita. Cepsa es una de las entidades que participa en la financiación de este centro y que colabora para que sus proyectos puedan llevarse a cabo. Uno de los cursos de formación que oferta el centro son las clases de cocina «Ingredientes para crear futuro». «En el barrio comenzamos a observar un gran déficit en la formación de los jóvenes. Muchos apenas saben leer y escribir. Además, no existían actividades atractivas que llamasen su atención y en las que pudiesen participar», afirma Morán. Hace tres años comenzaron a ofrecer cursos de formación para camareros y de cocina. Sin embargo, no tuvieron demasiado éxito porque muchos de los chicos abandonaban la formación a mitad del camino.

Con el propósito de intentar poner una solución al problema del abandono, se percataron de que era necesario realizar una selección en el alumnado que realizaría el curso. Ésta consistiría en realizar una fase de formación, a la vez que los chicos demuestran su compromiso y la necesidad que tienen por realizar el curso. A esto hay que añadir el ingrediente estrella, capaz de originar uno de los «platos» galadornados con el Premio Valor Social de Cepsa: el chef Chema de Isidro. Lleva 26 años trabajando entre los fogones y hace un año llegó de casualidad hasta esta iniciativa. «Es una experiencia fantástica, que no cambio por nada», asegura Chema. Las clases teórico-prácticas se imparten cuatro días a la semana (durante tres meses de media) y cada sesión tiene una duración de cuatro horas.

La cocina –aquello que entra por nuestro sentidos– sólo es la punta del iceberg. Detrás de las cacerolas, cucharas u hortalizas hay mucho más: ellos apreden a tener responsabilidades, a trabajar en equipo,a ser puntuales, a saber solucionar los problemas o a sentirse seguro de sí mismos. El chef asegura que «cuando comienzan las clases no tienen ilusión, están desmotivados y sin autoestima. Pero conforme el curso avanza, ellos se sienten valorados y fuertes». «El premio de la cocina es inmediato» y aquello que se ha hecho bien puede observase en el instante, por eso la motivación es instantánea. En este recorrido, Cepsa continúa con ellos en el camino, ya que no sólo aporta una dotación económica, «durante todo el proyecto estamos en contacto con la ONG, tratando de encontrar nuevas posibilidades de cooperación, como por ejemplo, a través del voluntariado corporativo», aclara Candenas.

Tras asistir a las clases los jóvenes inician sus prácticas en restaurantes y centros gastronómicos. Muchos de ellos encuentran trabajo y son contratados en el sitio en el que han realizado sus prácticas. «Estos centros les dan una oportunidad ya que muchos centros de trabajo no les aceptarían por su apariencia o por ser de otro país», explica Chema. Manuela Brito es una de las chicas que ha finalizado el curso y que acaba de ser contratada en un restaurante mexicano de Madrid. «He empezado a trabajar hace una semana. Estoy muy contenta, aunque me da pena irme del curso». Ahora, esta organización está implantando este modelo de inserción laboral de jóvenes en otros países, como por ejemplo «Casa Maya, una escuela de hostelería y restaurante en El Salvador o el centro de formación Vicente Segura, en República Dominicana», indica José Fernández Crespo, coordinador de Cesal.

«El jurado de Madrid valoró muy positivamente la apuesta de Cesal por la formación como fórmula de inclusión social y mejora de las posibilidades de incorporación al mundo laboral para este colectivo de jóvenes», dice la responsable de Cepsa. Estos chicos –que rondan entre los 17 y los 24 años– vivían en la exclusión: muchos de ellos sentían desarraigo hacia la sociedad –incluso hacia su familia–, se les consideraba «huérfanos de padres vivos». Otros cometieron delitos o pertenecieron a bandas callejeras. Pero la cocina, como si de una pócima reparadora se tratara, irrumpió en sus vidas y provocó en ellos una gran metamorfosis. Comenzaron a tener una motivación, a sentirse últiles en la sociedad y a gusto consigo mismos. Éstos son los verdaderos ingredientes de su futuro y Cepsa ha apostado por ellos.

Con afán de superación

El chef Chema de Isidro se formó en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid y ha trabajado en importantes restautantes. Actualmente tiene una escuela de cocina en la que imparte cursos muy variados para todo aquel que lo desee. Chema ha apostado por ayudar a los jóvenes en riesgo de exclusión social que necesitan un empujón para poder continuar. De estos chicos asegura haber aprendido que «los problemas comunes no son tan importantes como creemos y que su afán de superación es increíble». Es feliz con aquello que hace y por ello, cada noche se va a la cama con una sonrisa.