
Opinión
Sánchez: «Manotadas» de ahogado en la ciénaga de una corrupción letal para la economía
Sánchez está mostrando los estertores de su mandato. Las corruptelas no generalizadas pueden costar hasta 7.000 millones a la economía

Varios días después de que su último secretario de organización ingresase en prisión preventiva investigado por corrupción y de que sus tres acompañantes del Peugeot estén siendo investigados por presunta corrupción, el presidente Pedro Sánchez, a rastras, ha ido al Congreso de los Diputados para dar explicaciones, aunque no ha dado ninguna.
Se ha basado en pedir perdón, en tratar de desviar la atención con el manido «y tú más», en anunciar una serie de medidas de lucha contra la corrupción que son sólo de cara a la galería, y en proclamar que su gobierno es el más limpio que existe de la historia de la democracia, de manera compartida con el de Rodríguez Zapatero, según el peculiar ranking de limpieza inventado por Sánchez.
No basta. Sánchez tiene que asumir responsabilidades porque sus amigos del Peugeot están siendo investigados por presuntos delitos que, de confirmarse, son muy graves, tanto en el fondo, la lacra de la corrupción; como en la forma, tosca y ordinaria, despectiva en muchos casos en algunos comentarios de los audios que han salido a la luz.
Tampoco sirven las medidas propuestas por Sánchez, pues son meramente cosméticas. Parece querer cargar toda la responsabilidad de la corrupción en las empresas. Habrá y hay empresas que entran en el círculo de la vomitiva corrupción, pero no puede servir para desviar la atención de la principal responsabilidad, que es la de quienes se dejan corromper. Esas medidas, no sirven para mucho, salvo para intentar salvar la cara frente a sus socios y a la sociedad, pero su credibilidad es tan inexistente que ya no le sirven estos ardides. Puede que sus socios se los compren, porque les interesa poder sacarle a Sánchez todo lo que pidan -Rufián ha llegado a reconocerlo de manera subconsciente-, y puede que buena parte de sus votantes lo acepten, porque les puede el odio a la derecha que ha inoculado este gobierno con su frentismo y su ataque a la concordia que supuso la Constitución. Pero creerlo, no lo creerán, porque no hay quien se pueda creer el cuento que ha contado Sánchez. Medidas que no sirven para nada y alguna, en manos de este gobierno, preocupante, pues una habla de incautación de bienes, que aunque circunscribe a bienes ligados a actos delictivos, lo establece de manera preventiva, sin condena penal previa, abriendo la puerta a arbitrariedades por motivos de tipo político.
Su credibilidad es casi inexistente y sus medidas no sirven
La realidad es otra: la supuesta corrupción que asola al Gobierno, que ya lo arrasa, pues siempre respetando la presunción de inocencia, parece que hay una metástasis de corrupción en todo el entorno del presidente Sánchez, es letal para la economía. Es, por sí misma, algo deleznable y moralmente repugnante, que muestra la peor cara de la condición humana, pues se aprovecha del esfuerzo y trabajo de otros. Da igual de dónde venga la corrupción, no es cuestión de colores ni de partidos políticos: toda es lamentable, nociva y nauseabunda. Hay estudios que calculan que el impacto que una corrupción que no sea generalizada, pero que se sobreentienda como necesaria para lograr ciertos trámites, podría afectar a medio punto de crecimiento de la economía en el medio y largo plazo (7.000 millones de PIB y entre 15.000 y 20.000 puestos de trabajo). En caso de volverse creciente, esa corrupción podría llegar a frenar hasta cinco puntos de crecimiento económico (diez veces la cifra anterior), como sucede en muchos países sumidos en la más absoluta de las corrupciones. Y, desgraciadamente, de confirmarse la realidad de las investigaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, esa supuesta corrupción señalada iría camino de un impacto como el segundo caso más que como el primero, siendo ambos negativos.
Sánchez, hoy, ha mostrado los estertores de su mandato, dando lo que los argentinos llaman «manotadas de ahogado», ahogándose en la ciénaga de corrupción que presuntamente se genera en su entorno más cercano. Habla de que su gobierno es el más limpio y recuerda a lo que comentan muchos asiduos a las discotecas: «Siempre hay algún carroza en la pista de baile; si algún día no lo ves, entonces es que el carroza ya eres tú». Sánchez debe convocar elecciones de inmediato, porque este hedor de corrupción está poniendo en riesgo a España.
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