Más problemas
La sequía amenaza la bajada de precios de los alimentos que ya atisbaba el sector
Agricultura reconoce que la falta de lluvias introduce una gran incertidumbre y que habrá que analizar sus efectos producto a producto
Después de superar una pandemia que produjo graves problemas en la cadena de suministros y ahora que parecía que empezaba lentamente a sobreponerse a los efectos que la guerra de Ucrania había tenido sobre los precios de los insumos como la energía, las materias primas o los fertilizantes; la cadena agroalimentaria española se enfrenta ahora a un nuevo "cisne negro" que pone en cuestión la tendencia a la baja en los precios de los alimentos que, según el sector y el Gobierno, se estaba empezando a entrever: la sequía. Aunque desde el Ministerio de Agricultura y la propia cadena agroalimentaria se insiste en que se empieza a apreciar una reducción del precio de los costes que, en su opinión, se habría de empezar a trasladar más pronto que tarde a los precios que se pagan en el supermercado, la irrupción de la sequía puede dar al traste con estos planes.
Lo que hemos vivido hasta ahora ha sido "una inflación de costes de producción", según ha explicado el secretario general de Agricultura y Alimentación, Fernando Miranda, durante la presentación del informe anual de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB). Y viendo la tendencia positiva que desde mediados del año pasado han tenido los precios de la energía, las materias primas, los fertilizantes... "eso nos llevaba a pensar que se iba a trasladar progresivamente a los precios", ha continuado. Pero ahora ha llegado la sequía y lo que pueda ocurrir ya no está tan claro. "En la medida que [la sequía] impida una cosecha normalizada, eso nos llevará a que la oferta en determinados productos sea más escasa e impacte en precio". No obstante, Miranda cree que habrá que ver qué ocurre producto por producto. En algunos, como ha explicado el cargo de Agricultura, España es importadora, como ocurre con los cereales o las oleaginosas; y si no hay sequías en otros países, las producciones y los precios deberían ser normales.
Miranda cree que a España la situación de sequía le puede afectar en productos propios como los cítricos, la fruta de hueso, el aceite... «Todo esto tiene un peso por sectores que habrá que sopesar. Estamos en un momento de gran incertidumbre en el que tenemos que evaluar el efecto de la sequía, que ya está teniendo su impacto en producción», si bien ha reiterado la visión del Gobierno de que los precios deberían bajar en los próximos meses de forma progresiva, como también ha defendido el titular de la cartera, Luis Planas. «Mantenemos la visión de que los precios de la alimentación van a disminuir de forma progresiva y en un periodo próximo. Hemos visto que esa contención se ha producido al principio de año y evidentemente esa es la perspectiva que tiene el Gobierno», ha afirmado Planas en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Tiempos
Los productores de alimentos también tienen el convencimiento de que si la sequía no llega a niveles extremos, los precios tienen que ir bajando de forma paulatina en un horizonte próximo. "El nivel de competitividad [de la cadena agroalimentaria] es tan alto que no me cabe duda de que se incorporará [la baja de precios de la materia prima]. Aunque siempre hay un decalaje porque las empresas tienen un "stock" que han comprado más caros. Cuando fluctúan los precios, igual que sucede al alza, sucede a la baja", ha asegurado el director general de FIAB, Mauricio García de Quevedo.
La inflación que sufren los consumidores en los supermercados también ha afectado a las compañías que producen los alimentos. El pasado ejercicio, la producción de alimentos y bebidas se ralentizó hasta crecer un 1,5% "por el reflejo de la coyuntura que vivimos", según ha explicado García de Quevedo. La inflación provocó, además, que las exportaciones creciesen un 9% en valor, pero que en volumen cayeran un 7%.
Por el lado de los consumidores, el consumo en valor en hogares retrocedió un 1,1% (66.294 millones de euros) por la adaptación de los hogares al contexto inflacionario, con una caída de 1,8% del gasto per capita, hasta los 1.427 euros
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