Reportaje

Taiwán, la perla tecnológica clave que China quiere a toda costa

Su posición de casi monopolio en la producción de microchips la convierten en pieza económica esencial en la economía mundial

Visitors browse through the new line of GIGABYTE chipsets on the opening day of the Computex exhibition at the Taipei World Trade Center in Taipei, Taiwan.
Visitors browse through the new line of GIGABYTE chipsets on the opening day of the Computex exhibition at the Taipei World Trade Center in Taipei, Taiwan.Wally SantanaAgencia AP

La vibrante economía taiwanesa ha sufrido un azote sin precedentes y ha entrado en recesión, tras contraerse al mayor ritmo desde que estalló la crisis financiera mundial. Este hecho deja patente que la caída de la demanda global de chips no tiene visos de remitir. Su PIB se desplomó más de un 3% en la primera parte del año respecto al mismo periodo de 2022, según la oficina de estadística del gobierno taiwanés.

La economía de mercado taiwanesa ha ocupado hasta ahora un lugar destacado en la economía mundial. Su transición de «país pobre a próspero» se conoce a menudo como el «Milagro taiwanés». Su estatus es complejo, dado que Pekín considera al territorio como su parte inalienable bajo el principio de una sola China y rechaza su participación como miembro en las agencias de la ONU y otras organizaciones internacionales. Debido a las complicaciones políticas, puede que la isla no haya crecido diplomáticamente, no obstante, ha recibido un gran reconocimiento por su progreso económico.

En la década de 1950 se consideraba una de las regiones más desfavorecidas del mundo, sin embargo, hoy tiene la mayor puntuación democrática de Asia. Según el índice 2023 de la Fundación Heritage, se sitúa en cuarto lugar entre los países económicamente más libres, por detrás de Singapur, Suiza e Irlanda. Esta isla de 23 millones de habitantes encarna el éxito de un modelo económico que combina capitalismo y un sistema político democrático.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos proporcionó 4.000 millones de dólares en ayuda financiera y créditos a bajo interés en el transcurso de los siguientes 20 años, lo que concedió a Taiwán el capital necesario para relanzar su economía. El territorio acababa de pasar por un periodo de hiperinflación bajo el gobierno del Kuomintang, por lo que los esfuerzos se centraron en asegurarse de que la economía no volvería a desmoronarse, promulgando una ley de reforma agraria similar a la que Washington introdujo en Japón en la misma época. La educación, la infraestructura industrial y las comunicaciones mejoraron, con la ayuda de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). De hecho, durante esos años tuvo más éxito que otros países recientemente industrializados y el crecimiento económico superó el 8% de media entre 1952 y 1982, entrando así en el sector de la alta tecnología en la década de 1980

Así, de ser una economía agraria basada en el arroz y el azúcar como cultivos de exportación, Taiwán es hoy un centro de alta tecnología que suministra más del 90% de los microchips avanzados del mundo, un componente clave no sólo para la electrónica de consumo, los teléfonos inteligentes y los automóviles, sino también para usos militares como los misiles supersónicos y los aviones F-35, uno d elos puntos de fricción con el Gobierno chino, pero no el único. Hoy, su industria de tecnologías de la información y la comunicación es una de las mejor situadas mundialmente. Allí se encuentran algunas de las empresas de mayor renombre internacional, como Taiwán Semiconductor Manufacturing Company Ltd. (TSM), ASE Technology Holding, United Microelectronics Corporation (UMC), Chunghwa Telecom (CHT), Himax Technologies (HIMX) o Delta Electronics.

A lo largo de los años, el «establishment» ha desplegado esfuerzos incesantes para garantizar que el progreso económico se mantenga sólido. En mayo de 2016, se adoptó el Nuevo Modelo de Desarrollo Económico. En 2020, se aprobó el Plan Nacional de Desarrollo (2021-2024). El Consejo Nacional de Desarrollo (CND) identificó las seis industrias estratégicas básicas como tecnología de la información y digital, ciberseguridad, tecnología médica y salud de precisión, energía verde y renovable, defensa nacional e industrias estratégicas e industrias de reservas estratégicas.

No obstante, tras un rápido crecimiento económico en 2021 y una expansión continuada, aunque moderada, se espera que su tasa de crecimiento económico se contenga aún más en 2023. Un factor clave será el débil impulso del crecimiento de las exportaciones a los mercados clave de EE UU y la UE, debido a la desaceleración económica en curso en ambos mercados de exportación. Aun así, se prevé que esto se vea mitigado por la mejora de las exportaciones a China continental, a medida que el crecimiento económico se fortalezca gradualmente debido a la relajación de las restricciones por la pandemia.

La ralentización de la industria electrónica mundial ha sido un factor clave que ha afectado a la economía industrial local durante la segunda mitad de 2022 y principios de 2023, debido a su importancia en la producción industrial global y en las exportaciones. El problema se ve agravado por la escasez de trabajadores dispuestos a aceptar empleos duros y bajos sueldos en el sector servicios, lo que impide que la demanda interna mitigue los mediocres resultados del sector exportador.

Cabe destacar que las incesantes tensiones entre China y Taiwán podrían tener consecuencias de gran alcance para la economía mundial, las industrias tecnológicas y la estabilidad internacional. Hay mucho en juego y las repercusiones podrían ser desastrosas no sólo para los países directamente implicados, sino también para el resto del mundo.

Y es que el estrecho de Taiwán conforma una ruta comercial clave, por la que transitan casi el 90% de los buques de mayor tonelaje del mundo. Un conflicto o bloqueo en la región podría provocar un caos económico mundial.