Análisis

Trump debe reflexionar y reconducir su política comercial y de defensa

El presidente de EE UU tiene que convencer y vencer desde el reconocimiento a sus socios de Occidente y el "poder suave", no la confrontación y los mensajes gruesos e innecesarios

President Donald Trump gestures as he walks with Col. Paul Pawluk, Vice Commander of the 89th Airlift Wing, left, to board Air Force One at Joint Base Andrews, Md., Friday, March 28, 2025, en route to Florida for the weekend. (AP Photo/Jacquelyn Martin)
TrumpASSOCIATED PRESSAgencia AP

Los comentarios de WhatsApp del vicepresidente JD Vance y el secretario de Defensa Pete Hegseth filtrados por la prensa son impropios de ellos y no son admisibles como responsables de la seguridad de Estados Unidos y, con ello, del mundo. Ambos tienen una responsabilidad histórica de reconstruir Estados Unidos, pero también recuperar Occidente.

La administración Trump en su conjunto debe salvar su economía y llevar a cabo una limpieza de todo el gasto inútil que se utilizó durante años para infectar al mundo de ideología destructiva y liberticida. Sin embargo, su responsabilidad no puede circunscribirse a Estados Unidos, aunque es lógico que sea su prioridad, y debe extenderse a todo el mundo que ha apoyado su lucha por la libertad de expresión, el control presupuestario y la eliminación del sectarismo de la nueva inquisición del socialismo depredador.

La administración Trump es un despertador con un espejo incorporado. Ha despertado a Europa y a millones de ciudadanos del mundo recordando la necesidad de invertir en defensa, de luchar por la libertad de expresión y la defensa de los valores de Occidente. Nos ha puesto el incomodo espejo en el que hemos visto la realidad del proteccionismo doméstico y nuestras barreras fiscales y administrativas al comercio, reconocido hasta por el expresidente del BCE, Mario Draghi. Nos ha mostrado la agria evidencia de que hemos abandonado la defensa de nuestras fronteras, que se ha convertido a nuestros países en infiernos fiscales y burocráticos con unos líderes que han entregado nuestras sociedades a esa inquisición y control liberticida estatista impropios de países libres y economías liberales.

Sin embargo, el presidente Trump, el vicepresidente Vance y su equipo deben entender que para ganar la batalla cultural y de la libertad deben atraer y convencer con el poder de su ejemplo y de sus principios. Y que hay que atraer a todo el mundo, desde Canadá a India. La lucha por la libertad, por equilibrar la balanza en comercio, invertir en defensa y promover la importancia del sector privado para el progreso es tan importante como salvar América del desastre fiscal y monetario al que iba encaminada con las políticas de Biden.

Al presidente Trump le gusta hablar claro. No es un político, es un negociador. No tiene paciencia para aguantar horas de diatribas de burócratas. Le gustan los liderazgos fuertes y las soluciones. No soporta a los políticos que se dedican a destruir sus países y economías con una sonrisa, una cumbre y un comunicado. A los burócratas les gustan los problemas y extender sus tentáculos presentándose como la solución. Todos en la Casa Blanca, desde Trump a Hegseth, deben pensar en sus socios y amigos de Occidente. Sin las políticas urgentes y drásticas, no habrá salvación de América. Sin la unión con el resto del mundo libre, no habrá salvación global. El gran error que puede cometer la administración Trump es pensar que puede reconducir sola el desastre al que el estatismo depredador ha llevado a Occidente.

La Unión Europea tiene muchos defectos, es indudable, pero tiene muchas virtudes. Hemos conseguido vivir en paz durante décadas cooperando. No tener un liderazgo fuerte puede parecer una debilidad en Washington, pero gracias a ello se mantiene la Unión y el euro. Si hubiésemos tenido un liderazgo dominante, ambos proyectos se habrían destruido. Eso es lo que debe entender la administración Trump: La salvación de Occidente y del sistema de libertades solo puede darse desde el ”poder suave” (soft power), no la confrontación y los mensajes gruesos e innecesarios.

El gran error que puede cometer es pensar que puede reconducir él solo el desastre de Occidente

Es completamente legítimo negociar para equilibrar un sistema que se ha acostumbrado a considerar que “libre comercio” es vender lo que nos dé la gana en EE. UU. y poner todo tipo de barreras burocráticas y fiscales a las empresas americanas. Es lógico exigir, con contundencia, que la Unión Europea invierta en defensa, sobre todo, cuando se acordó en 2019 y no hemos hecho nada. De hecho, España cada vez invierte menos, una caída de casi el 8,9% en 2024.

Lo que no es lógico es utilizar mensajes despreciativos, porque los ciudadanos del mundo que vieron la victoria de Trump como una oportunidad para recuperar las libertades individuales y la soberanía pueden rechazar un movimiento liberador y positivo.

Las formas de Trump

A muchos ciudadanos del mundo les molestan las formas de Trump. A mí me molestan las formas de los que nos mienten con tono melifluo y se hacen los generosos con nuestro dinero. Sin embargo, ser claros y contundentes no está reñido con empatizar con el pueblo que no tiene la culpa de lo que han hecho sus políticos en esa aberración que llamaron el orden global, que es básicamente la glorificación de la burocracia más antidemocrática y liberticida.

No nos equivoquemos. Si la administración Trump hubiese anunciado sus políticas con una sonrisa y palmaditas en la espalda habría sido vilipendiada y calumniada por los medios igualmente. Pero eso no me importa. El presidente Trump está haciendo punto por punto lo que prometió y así lo piensa el 70% de los estadounidenses, según la CNN. Sin embargo, no podemos olvidar que negociar es también entender a la otra parte, y en estas negociaciones se debe entender que los líderes estatistas, ante la amenaza, no tendrán ningún problema en abrazarse a China, aunque sea el socio estratégico “sin límites” de Putin, con tal de perpetuar su posición.

Negociar la paz debe hacerse desde el reconocimiento al valor que pueden aportar los cientos de expertos de Europa, Canadá, Reino Unido o Alemania que quieren acabar con la masacre sin hacer favores a tiranos y que acumulan décadas de experiencia en tratar con regímenes que dicen una cosa y hacen otra a la vez.

Negociar el reequilibrio comercial debe hacerse desde la pedagogía, ya que los europeos, mexicanos y canadienses no conocen las enormes trabas y costes que les pasamos a los estadounidenses. El europeo medio se cree que Europa es un vergel de libre comercio solo porque no necesita pasaporte para viajar, y no conoce las enormes barreras comerciales impuestas por la burocracia porque es un tabú silenciado cada día. Nadie ha leído nunca nada sobre los aranceles explícitos y trabas comerciales de Xi Ji Ping, de Von der Leyen o de Trudeau. Silencio. En liderazgo es esencial entender qué es lo que sabe el que quieres liderar. No se puede esperar que el mundo entienda a Trump con un acto de fe. Hay que ilusionar.

Trump no está ilusionando a los libertarios, liberales y soberanistas del mundo, aa la impresión de que les está abandonando

La administración Trump no está ilusionando a los libertarios, liberales y soberanistas del mundo. Da la impresión de que les está abandonando. Yo sé que no es así, pero que eso es completamente irrelevante. Que lo sepan unos cuantos miles no es suficiente.

Trump solo vencerá convenciendo, o no vencerá. Sí, tiene la mayoría de los medios en contra, pero eso ya lo sabe el mundo. La burocracia y el estatismo global están encantados porque muchos votantes están bajando la cabeza y resignándose ante la percepción de que América ya no está con nosotros.

Negociar es un arte y Trump es un gran negociador, pero hay que convencer y vencer desde el reconocimiento a tus socios, que es garantizar una victoria duradera. Reagan lo sabía: Solo se acaba con el comunismo atrayendo al mundo a las ideas de la libertad. No hay MAGA sin MWGA (Make the West Great Again).