Aeronáutica
Tupolev Tu-144: el Concorde soviético que también tuvo un trágico final como el de su hermano occidental
Como en el caso del aparato franco-británico, el avión fabricado en la URSS dejó hace cuarenta años de realizar vuelos comerciales tras un fatal accidente previo
La de los aviones comerciales supersónicos es una historia de superación tecnológica, pugnas políticas pero también de tragedia. Porque si un fatal accidente significó en julio de 2020 el principio del fin del más conocido de todos, el Concorde, otra catástrofe acaecida hace cincuenta marcó también el declive que conduciría a su retirada del servicio comercial diez años después a su antecesor, el Tupolev Tu-144.
Aunque tuvo el honor de ser el primer avión supersónico de pasajeros, pues realizó su primer vuelo superando dos veces la velocidad del sonido el 31 de diciembre de 1968, dos meses antes de que lo hiciera el avión Concorde; lo cierto es que el Tupolev Tu-144 nació como una respuesta política al aparato franco-británico. El 29 de noviembre de 1962, Francia y Reino Unido firmaron el acuerdo para el desarrollo del Concorde. Eran aquellos tiempos de Guerra Fría, en los que cualquier avance tecnológico se exhibía como un triunfo frente al bloque rival. Por eso, unos meses después, el 26 de junio de 1963, el Ministerio del Aire de la Unión Soviética comenzó el desarrollo de una aeronave denominada Tu-144, cuyo nombre hacía referencia a su creador, Alekséi Túpolev.
Una mala copia
Lo cierto es que el diseño de Tupolev tenía tantas similitudes externas con el Concorde que al avión se le empezó a conocer como “Concordosky”. Los parecidos, no obstante, se reducían más a la apariencia que a otra cosa. Es cierto que el Tu-144 tenía un morro que, como el del Concorde, se inclinaba durante el despegue y el aterrizaje y que sus alas también tenían la misma forma. Pero hasta ahí se extendían los parecidos. El avión soviético era más largo y pesado, con lo que podía llevar más pasajeros y volar más rápido. Sin embargo, técnicamente estaba muy por detrás del aparato franco-británico. La aviónica y los materiales con los que estaba construido eran mucho peores que los de su par occidental. Además, tenía un grave problema de ruido. Los pasajeros soportaban niveles de ruido en cabina de entre 90 y 95 decibelios provocados por los motores, con lo que la única forma de comunicarse era con mensajes escritos.
Los propulsores del Tu-144 no sólo tenían un problema de ruido sino también de autonomía. Tanto el Concorde como el avión soviético despegaban ayudados por postquemadores, que inyectan combustible directamente en la tobera de salida de sus motores. Pero a diferencia del Concorde, el Tupolev no los podía apagar en todo el vuelo porque los necesitaba para mantener su empuje y la velocidad, lo que le convertía en una máquina insaciable de devorar combustible reduciendo de forma sustancial su autonomía. Mientras que el Concorde tenía un alcance de 6.500 kilómetros, el Tu-144 apenas alcanzaba los 2.500.
A pesar de todos sus problemas, el Tu-144 era el orgullo de la aeronáutica soviética. Un logro que había que mostrar ante las potencias occidentales. Y como tal fue exhibido en la edición de 1973 del Salón Internacional Aeronáutico de La Bourgue, en las afueras de París. Aunque lo que debería haber sido un día de gloria para el "soviet" acabó en una tragedia que dejó moribundo al proyecto. Tanto el Concorde como el Tu-144 tenían previsto realizar un vuelo de demostración en la cita. El avión franco-británico realizó una sencilla y exitosa pasada por encima de los miles de espectadores que se agolparon en los alrededores del aeródromo. Pero el avión soviético no quiso quedarse en eso. Su tripulación, en presencia de su creador, realizó una arriesgada maniobra que terminó en accidente sin que las razones del siniestro quedasen claras. Algunos especulan con que el piloto desactivó uno de los dispositivos de seguridad para realizar la arriesgada maniobra. Los soviéticos, sin embargo, aseguraron que la tripulación tuvo que hacer una acción evasiva ante la presencia de un caza francés que, supuestamente, estaría tomando fotos a su avión. La investigación oficial determinó que la maniobra llevó al avión a entrar en pérdida y que la ruptura de su ala izquierda provocó la explosión de su tanque de combustible, envolviendo en llamas el aparato. En el impacto fallecieron los seis ocupantes del avión y otras ocho personas.
Proyecto moribundo
El siniestro no sólo provocó la muerte de 14 personas sino que dejó heridos el orgullo y la imagen soviéticos y moribundo el proyecto. No obstante, Moscú siguió adelante con su avión supersónico. Coincidiendo con el 60 aniversario de la Revolución de Octubre, el 7 de noviembre de 1977 realizó su primer vuelo de pasajeros entre Moscú (Rusia) y Almati (Kazajistán), cubriendo el trayecto en dos horas y alcanzando una velocidad máxima de 2.500 kilómetros horas. El avión realizó en total 102 vuelos en los siguientes años, aunque con una media de 55 pasajeros, una cantidad insuficiente para garantizar su viabilidad económica; y con multitud de problemas técnicos que se sucedían unos tras otros.
Al final, el gobierno soviético decidió poner punto y final a sus vuelos comerciales el 1 de julio de 1983 vía decreto. Aunque el Tu-114 siguió en activo. En 1990 fue utilizado por la NASA para un proyecto de investigación. En 1999, las 16 unidades que habían salido de la factoría de Tupolev quedaron definitivamente en tierra.
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