Editorial

Exceso de propaganda en el plan de rescate

El problema del abuso de la propaganda es que no es patrimonio exclusivo de La Moncloa, como demuestra Junts cada vez que tiene ocasión de «vender» triunfos a costa de la debilidad parlamentaria del sanchismo.

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, a su llegada a una comparecencia ante los medios de comunicación en el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, a 4 de abril de 2025, en Madrid (España). El ministro ha mantenido hoy reuniones con los portavoces de varios de los grupos parlamentarios en el Congreso en el marco del diálogo del Plan de Respuesta y Relanzamiento Comercial. Según Cuerpo, "el Gobierno hará un seguimiento diario, una red de protección inicial y van a co...
Carlos Cuerpo ofrece declaraciones tras la ronda de reuniones con los grupos parlamentarios en el CongresoJesús Hellín Europa Press

Una vez más parece confirmarse que allí donde la sociedad civil ve un problema, el Gobierno descubre una oportunidad para retrasar lo inevitable. Ha vuelto a suceder con el publicitado decreto de medidas «antiarancelarias», huérfano de ayudas directas a las empresas y los sectores afectados por las políticas restrictivas de Donald Trump, que el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, calcula que causarán un daño de 15.000 millones de euros, y centrado en proporcionar créditos oficiales, a través del ICO, que habrá que de devolver, y financiación, también crediticia, para los seguros de cambio.

En el horizonte, la promesa de redirigir –recanalizar, en términos de La Moncloa– 6.700 millones de euros de los fondos de recuperación y de programas como el Moves, de apoyo a la industria del automóvil, pero sin fecha prevista ni procedimientos de adjudicación, más allá del compromiso con Junts de dedicar el 25 por ciento de los fondos al sector exportador de Cataluña, lo que, como era de esperar, ha terminado por dinamitar cualquier acuerdo con el Partido Popular. Vaya por delante que nada tenemos en contra de que se apoye a las empresas catalanas situadas en la diana trumpista con las ayudas que sean menester, pero tras el estudio pormenorizado de la afectación a los distintos sectores y no recurriendo, como han hecho los nacionalistas catalanes, a la «cuenta de la vieja» para calcular el reparto.

Entre otras razones, porque a día de hoy se desconocen, sin quiera aproximadamente, cómo van a actuar los aranceles norteamericanos y, sobre todo, cuántas empresas acudirán a las avales de crédito o preferirán adoptar otras medidas para hacer frente a las nuevas condiciones. El discurso gubernamental podrá culpar a la oposición de no actuar con responsabilidad de estado ante una emergencia nacional, pero el problema del abuso de la propaganda y de los anuncios triunfales es que no es patrimonio exclusivo de La Moncloa, como demuestra Junts cada vez que tiene la menor ocasión de «vender» supuestos triunfos a costa de la debilidad parlamentaria del sanchismo.

Por otra parte, parece evidente que si el engendro arancelario de Trump se mantiene en el tiempo en los términos planteados, lo que supondrá un cambio brutal de paradigma del comercio internacional, no será suficiente unas políticas económicas a base de decretos sin el respaldo de unos Presupuestos Generales del Estado en tiempo y forma. O dicho de otra forma, si el sanchismo quiere de verdad el apoyo del Partido Popular y no es sólo una pose más de cara a la galería, tendrá que negociar en serio con una oposición mucho más preparada para contender en el campo de batalla económico que sus socios de extrema izquierda, más próximos al dirigismo estatal y a la autarquía, o que unos nacionalistas encantados con las barreras administrativas interiores.