Editorial
Galicia, como modelo de la política sosegada
Buena parte de opinión pública gallega reconoce la gestión de los últimos ejecutivos populares y, lo que es más significativo en el momento político actual, rechaza la estrategia del enfrentamiento y del sectarismo ideológico.
El Partido Popular renovará la mayoría absoluta en las próximas elecciones a la Xunta de Galicia, de acuerdo con los resultados del sondeo que ha elaborado «NC Report» para LA RAZÓN. El candidato popular y actual presidente autonómico, Alfonso Rueda, revalidaría los últimos resultados de su jefe de filas y antecesor, Alberto Núñez Feijóo, con 40 escaños, sin apenas perder apoyos y de la mano de un electorado con el mayor índice de fidelidad de todos los partidos contendientes.
El BNG, volvería a ser el segundo partido más votado, mientras que el PSOE repetiría el tercer puesto, a más de 30 puntos de distancia del PP y con un 13 por ciento de sus antiguos electores dudando entre la abstención o la papeleta de Alfonso Rueda. Por último, Sumar, quedaría al borde de seguir siendo una fuerza extraparlamentaria en la Cámara gallega.
Sin duda, la alta abstención prevista, por encima del 50 por ciento de los electores, similar, sin embargo, a la registrada en los comicios de 2020, debería preocupar al PP, porque, al estrecharse los márgenes de votantes cambios menores pueden alcanzar efectos mayores, y el exceso de confianza pasar factura. No en vano, una victoria del centroderecha, por abultada que sea, si no es por mayoría absoluta, significa con toda seguridad perder el gobierno frente a un bipartito de la izquierda nacionalista y los socialistas.
Pero, más allá de las proyecciones del sondeo, la realidad es que buena parte de opinión pública gallega reconoce la buena gestión de los últimos ejecutivos populares y, lo que es más significativo en el momento político actual, rechaza en su inmensa mayoría la estrategia del enfrentamiento, del sectarismo ideológico, de los muros, al fin y al cabo, que vienen propugnando las izquierdas en el ámbito nacional. Galicia es, pues, un modelo de la política sosegada, pragmática y poco invasiva de la vida de los ciudadanos, que fue la seña de identidad de Núñez Feijóo.
Prueba de lo que afirmamos se encuentra en la peripecia reciente del primer partido de la oposición, el BNG, que, de la mano de Ana Pontón, moderando su discurso y limando las aristas más agudas del programa nacionalista, ha ido recuperando posiciones desde la irrelevancia. Pontón, por cierto, procede del marxismo de UPG y, según el sondeo, podría recoger una parte significativa del voto de Sumar.
En definitiva, asistimos al comienzo de una campaña electoral clave para Galicia, pero, también, para el conjunto de España, puesto que un contratiempo del Partido Popular no sólo sería recibido como un balón de oxígeno para La Moncloa, aunque los resultados socialistas fueran decepcionantes, sino porque se reeditaría en otra región de España el escenario de un gobierno de perdedores, en demasiadas ocasiones, solo unidos por la argamasa del poder y unas políticas fiscales siempre al alza.
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