Editorial

Un voto comprometido con el resto de España

Es la primera vez que el partido hegemónico de la izquierda española, el PSOE, ha decidido que se ajusta más a sus intereses la victoria del nacionalismo radical.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (i) y el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda (d) presiden el capítulo serenísimo de participa en la LXXI Festa do Albariño celebrado en Cambados, Pontevedra
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (i) y el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda (d) presiden el capítulo serenísimo de participa en la LXXI Festa do Albariño celebrado en Cambados, PontevedraSalvador SasAgencia EFE

En vísperas de la cita de Galicia con las urnas no podemos ocultar que nos hallamos ante un momento decisivo para el futuro de la Nación y que el resultado de estas elecciones autonómicas trasciende las fronteras autonómicas. Entre otras razones, porque es la primera vez que el partido hegemónico de la izquierda española, el PSOE, ha decidido que se ajusta más a sus intereses la victoria del nacionalismo radical que representa el BNG, que la permanencia al frente de la Xunta de una formación con sentido de Estado, alejada de extremismos y plenamente incardinada en el modelo constitucional, como es el Partido Popular que representa su candidato Alfonso Rueda, pero que tiene su indiscutible referente político en la figura del presidente popular y actual líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.

La tremenda realidad es que nos hallamos ante un partido socialista gallego que ve a sus bases en desbandada, pero extrapola un, de momento, hipotético tropiezo del PP como un refuerzo de las políticas de La Moncloa y de la estrategia del presidente Pedro Sánchez para mantenerse en el poder. No preocupa, por lo visto, lo más mínimo a este nuevo socialismo de Ferraz que el gobierno de la comunidad gallega pueda caer en manos de un político extremista, como Ana Pontón, de ideología alineada con la Cuba castrista, estrecha aliada de antiguo con los proetarras de Bildu y que se propone reducir en lo posible la presencia de las instituciones del Estado en su territorio, incluida la expulsión de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, así como dejar sin efecto las decisiones del Tribunal Constitucional.

Un programa separatista de máximos, dirigido a romper los lazos de la sociedad gallega con el resto de España, pero que la izquierda política y mediática ha tratado de esconder cuidadosamente, proyectando la imagen de Pontón como si fuera una figura moderada, casi se diría que autonomista. No es cierto, como tampoco lo son las promesas de los socialistas de que actuarán como moderadores en un ejecutivo con el BNG, puesto que las exigencias de los grupos separatistas se hacen en Madrid y se aplican en los respectivos territorios.

Ante este panorama, que rompería la ejemplar convivencia ciudadana en Galicia, donde ser gallego es una hermosa forma de ser español, es preciso la máxima movilización del voto de centro derecha, agrupado en torno al Partido Popular. Un voto comprometido con el bienestar, el futuro y la identidad de Galicia, pero, en las actuales circunstancias, también con el futuro de la Nación. Alfonso Rueda no es sólo un buen candidato, que ha dado muestras de buena gestión política, económica y social, desde la moderación de un partido que no aspira a imponer un modelo ideológico divisivo y dirigista, sino que es la figura que Galicia y, por ende, España, necesita en la difícil coyuntura actual.