Alejandro Tiana Ferrer, Secretario de Estado de Educación

Alejandro Tiana: «El alumno debe aprender competencias, no acumular conocimientos”

El secretario de Estado de Educación es el arquitecto de dos reformas educativas y cree que los cambios en educación no se conseguirán solo porque se publique una ley, pero «debe dejar caminos abiertos». Cree que la digitalización como un proceso imparable

Fue uno de los arquitectos de la LOE ya hora también de la Lomloe. Y conoce el sistema educativo de principio a fin: fue profesor en Primaria, pero también catedrático de Universidad y hasta rector de la UNED. De su amplia trayectoria dice que ha aprendido que la educación cambia, pero lo difícil es «conducir el cambio». Cree que el reto ahora es aprovechar todos los cambios que se están produciendo con la pandemia para sacar beneficios que mejoren la educación. Es partidario de un sistema más sensible a las necesidades de los jóvenes que se están formando y de la formación a lo largo de la vida. «Tengo que aprender cosas todos los días y estoy al final de mi carrera», dice.

–¿Por qué en España es imposible un pacto educativo aunque es algo en lo que todo el mundo está de acuerdo?

–Estamos todos de acuerdo cuando hablamos en términos generales, pero cuando empiezas a descender a los detalles el acuerdo no es tan grande. Hay una visión equivocada de que parece que los que no se ponen de acuerdo son los políticos, pero ha habido ocasiones de intentos de pacto con organizaciones educativas y al final tampoco han llegado a conseguirlo, como cuando se estaba haciendo la LOE, en 2005.

Cuando se dice quiero pacto, pero tengo líneas rojas, entonces ya se hace todo muy complicado. Social y políticamente el país lo hace complejo. España no es una excepción, los países que lo han conseguido ha sido por circunstancias históricas que lo han favorecido. Más que de pactos prefiero decir que vamos a buscar acuerdos.

Se habla de que estamos en la “cuarta revolución industrial”, ¿cómo va a afectar a la educación?

– Que va a afectar es indudable, pero no podemos saberlo por el ritmo acelerado que llevan las transformaciones. Una de las cosas que más está cambiando en lo que afecta a la educación es la digitalización, que no es solamente que pongas tecnología en el aula. Es un elemento clave.

– ¿La nueva ley educativa da herramientas suficientes para afrontar los desafíos del futuro?

– Creo que sí. Cuando elaboramos el proyecto de ley nuestra voluntad fue hacer un texto que dejara caminos abiertos hacia el futuro. Es imposible saber hoy cómo va a ser la educación dentro de 10 o 20 años. Los cambios en educación no se consiguen porque se publique la ley, pero si no las haces de tal manera que permitan esa transición hacia adelante será imposible.

– Se le considera artífice de la LOE y ahora también de la Lomloe. ¿Era necesaria esta ley?

– El problema fue el cambio muy drástico en algunas cosas sobre las que había un grado de acuerdo considerable y que introdujo la Lomce. Se tomaron decisiones que no estaban aceptadas en el mundo educativo, como el doble título, o la desaparición de la diversificación curricular. Recuperamos algunas cosas que se habían perdido y de paso abrimos nuevas vías. Esa es la justificación.

– ¿Cree que la lomloe va a traer menos abandono o eso no depende de una ley?

– En el abandono temprano tiene que ver con cosas muy diversas. Hay una parte que depende de las leyes, de lo que es el sistema y si favorece que los alumnos continúen estudiando o no. Luego hay otras cosas, como si los jóvenes tienen o no, a partir de los 16 años, salidas en el mercado laboral sin titulación, como ocurrió a principios de este siglo. Ahora tenemos unas condiciones sociales desgraciadamente basadas en el desempleo juvenil y eso mueve a los estudiantes a pensar que si no se siguen formando van a tener más dificultades. Si el sistema les da posibilidades de ir por una vía o por otra, la lógica es que debe reducirse.

– Una de las cosas que se puso sobre la mesa durante la tramitación de la Lomloe es la posibilidad de ampliar la educación obligatoria hasta los 18 años. ¿Qué opina de esto?

– Lo ideal sería que se prolongase, pero no al estilo habitual de escolarizar. Si se hiciera, tendría que ser de una manera muy distinta a cómo se ha hecho la ampliación de los 14 a los 16 porque, en España, hemos tenido una distorsión entre edad escolar y laboral que ha sido nefasta. A comienzos del siglo XX, los niños podían empezar a trabajar a los 10 años, pero se suponía que tenían que estar en la escuela hasta los 12. Esa distorsión dificultó mucho la escolarización universal en Primaria. Ese cambio en España se eliminó con la Logse. Se igualó a los 16 años edad escolar y laboral. Si ahora que hay jóvenes que pueden trabajar desde los 16 les dices que tienen que seguir a los 18, ¿qué haces, retrasas la edad laboral también? Más bien se trata de buscar vías para que los jóvenes entre 16-18 años tengan siempre la opción de seguirse formando. En la ley hemos incluido la posibilidad de que los jóvenes de 16 que estén trabajando tengan incentivos para poder trabajar hasta los 18.

Alejandro Tiana, en la sede del Ministerio de Educación de la calle Alcalá
Alejandro Tiana, en la sede del Ministerio de Educación de la calle AlcaláLuis DíazLa Razón

–¿Cree que ha bajado el rendimiento de los alumnos por la pandemia? ¿el sistema semipresencial funciona?

– No creo que haya afectado a todos por igual. Para los alumnos de FP que estaban terminando prácticas ha sido una dificultad, lo mismo que para universitarios de determinadas titulaciones. Pero no es fácil saber cómo ha afectado. Hay estudios que no son concluyentes. Lo iremos sabiendo con el tiempo.

La pandemia han puesto de manifiesto que existían brechas como la tecnológica, digital y la social. Si no tienes conectividad es difícil trabajar, pero no basta con eso. Las familias han tenido que dedicar más a la educación de sus hijos de lo que habitualmente venían haciendo, lo cual ha sido un factor interesante porque ha llevado a una comprensión mejor de qué es la educación. En una encuesta se llegó a decir que había mejorado su consideración de los docentes como efecto de todo esto.

– Se dice que tenemos 17 sistemas educativos diferentes y el informe PISA habla de que hay comunidades autónomas con diferencias de rendimiento de hasta un curso académico entre comunidades y otras. ¿Eso cómo se corrige?

– Es una afirmación errónea que existan 17 sistemas educativos. España tiene uno con peculiaridades en las 17 comunidades. La Primaria dura seis años, la Secundaria cuatro y el título de la ESO se obtiene a los 16 años en toda España. Y una buena parte del currículo es común. Esto no pasa ni en Suiza, ni en Alemania ni en EE UU ni en Canadá. Es verdad que nuestro sistema históricamente era más centralizado y al ir a un modelo estatal más descentralizado choca más. Si se ve con perspectiva internacional esto no es un problema y las desigualdades existen, pero es que las regiones francesas e italianas no participan todas ellas en Pisa. En Italia y Alemania, en las primeras ediciones, se vio que las diferencias eran más grandes que en España. Se ha hecho mucho hincapié en ese análisis y son diferencias que se arrastran históricamente. En general, lo que se aprecia ahora es un fenómeno de convergencia en muchas cosas.

–¿Cómo se está organizando el currículo educativo?

– Estamos organizando un currículo más orientado al logro de competencias más que una acumulación de conocimientos. Para eso tomamos como referencia las competencias clave que aprobó la UE en mayo de 2018 a partir de la cual ha ido desarrollando toda una serie de marcos. Queremos ver cómo contribuyen cada una de las áreas para llegara adquirir determinadas competencias. Es la parte más complicada y bonita de hacer. El currículo está muy sobrecargado de conocimientos que a veces no están bien trabados unos con otros. Se trata de que los estudiantes utilicen lo que saben para resolver determinados problemas.

–¿Por qué a los alumnos les cuesta tanto las matemáticas. ¿Es que en España se enseñan mal?

– Es cierto que tienen mala fama por difíciles. Estamos trabajando con la Sociedad Española de Matemáticas para que nos den sugerencias y ver qué está pasando y ver dónde está el problema. Los estudios internacionales nos vienen a decir que en lo peor que vamos es en matemáticas y tenemos que hacer un trabajo específico. Habrá que revisar la formación de los maestros en matemáticas. Estamos trabajando con los decanos de las facultades de educación también, aunque nuestros resultados en Pisa no son catastróficos.

Lo de permitir aprobar el Bachillerato con un suspenso, ¿no pone en entredicho el valor del esfuerzo?

– Se llama compensación. No es tan dramático. Este sistema se aplica hasta en las oposiciones. Dentro de los centros el problema que se ha generado es que si no tienes todo aprobado no puedes conseguir el título y en algunos casos ha habido conflictos por ello, son presiones que se trasladan al interior del claustro. Es una cosa razonable. En España hemos tenido tendencia a tratar a los alumnos de Bachillerato más como los de la ESO que como de universidad.