«El cuarteto»: Hoffman marca el ritmo

Tiene ya setenta y tantos años, pero Dustin Hoffman sigue siendo un tipo inquieto, amable, de verbo cálido y lágrima fácil. como ha demostrado en Madrid. Ahora, tras dedicarle al cine delante de la cámara más de media vida y entregarnos interpretaciones memorables, debuta en la dirección con «El cuarteto», pequeña, teatral, muy «british» porque ingleses de cuerpo entero son quienes encarnan a los personajes que la habitan, cantantes jubilados que viven en una maravillosa residencia y que esperan ansiosos el festival anual que celebra cada aniversario de Verdi para salvar del cierre la casa donde moran. La llegada de una diva provocará, sin embargo, una serie de conflictos que pueden dar al traste con esas pretensiones. Hay optimismo, arrugas bellas y ganas de vivir en la opera prima de Hoffman, incluso cuando aparece la muerte; hay, también, humor un poco irónico y una bonita historia de amistad y amor a la música, aunque tan corta, tan menudita, como el propio realizador. Puede estar satisfecho, con todo: aunque sea sólo de vez en cuando, se agradece una película que muestre a los ancianos con ganas de dar aún elegantemente guerra.