El Euroblog
Bélgica sobrevive a un año sin Gobierno
Bélgica ya se encuentra por mérito propio en el libro Guinness de los récords tras llevar más de un año sin Gobierno. Doce meses después de celebrarse las últimas elecciones, los partidos políticos francófonos (sur) y flamencos (norte) siguen sin ponerse de acuerdo para pactar la enésima reforma constitucional, condición previa a la formación de una coalición de Gobierno.
Acostumbrados a las crisis políticas, los belgas muestran una creciente apatía por sus dirigentes y ya son muchos los que se preguntan abiertamente si su Estado tiene aún sentido. De poco han servido la "revolución de las patatas fritas"encabezada por los jóvenes o la huegla de sexo propuesta por la senadora Marleen Temmerman hasta que no se forme un Ejecutivo estable.
"Un año después, Bélgica continúa en pie. No se ha evaporado. Simplemente... es un poco menos belga. Y un acuerdo entre las comunidades parece más imposible que nunca", escribía con resignación hace un par de días Béatrice Delvaux, editorialista del diario "Le Soir". Precisamente, la división entre francófonos y neerlandeses provocó la caída del Gobierno en abril de 2010. Es decir, realmente el país lleva catorce meses con un primer ministro en funciones que, constitucionalmente, sólo puede gestionar el día a día. Pese a ello, Bélgica presidió con gran profesionalidad la UE durante el segundo semestre de 2010.
Sin embargo, esta incertidumbre política puede salir muy cara a Bélgica, cuya deuda ha sido rebajada de estable a negativa por Fitch. Aunque se prevé que el PIB crezca un 2,4% durante 2011, la interinidad del Ejecutivo de Yves Leterme impide poner en marcha las reformas que el país necesita para reducir su elevada deuda pública (97%) o su pérdida de competitividad. Leterme, que llegó a decir que a los belgas sólo les une el rey, la selección de fútbol y la cerveza, dice "basta"a una situación de "usura"en la que su Gobierno en funciones "dirige el país"mientras otros "se llevan los laureles".
La última oportunidad para acabar con este "impasse"está en manos del socialista fracófono Elio di Ripo, último mediador nombrado por el rey Alberto II, que tiene previsto presentar antes de que concluya el mes al resto de partidos una propuesta para aumentar la autonomía de las regiones. Y es que el tiempo se agota y nadie está dispuesto a seguir negociando más allá del verano. Si fracasa este nuevo intento, Bélgica se acercará un poco más hacia el precipicio al que desean llevarla los independentistas flamencos: la división del país.
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