El Euroblog

El dilema de la socialdemocracia alemana

El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, antes de entrar en la sede de la CDU
El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, antes de entrar en la sede de la CDUlarazon

A sus 150 años, el Partido Socialdemócrata alemán (SPD) se dispone a regresar al poder tras cuatro años en la oposición. Sin embargo, no lo hará como le gustaría, sino como socio menor de la canciller Angela Merkel. En solitario o en coalición con la Unión Cristianodemócrata (CDU), el SPD ha gobernado Alemania 27 de los últimos 64 años. Los cancilleres Willy Brandt, Helmut Schmidt y Gerhard Schröder han ayudado a modelar la Alemania actual. El legado de este último, la Agenda 2010, explica en gran parte la dura situación que atraviesa la socialdemocracia alemana. Aquella reforma del Estado del Bienestar ha permitido a Alemania salir mejor parada que otros países de la crisis, pero también ha aumentado las diferencias sociales en un país donde seis millones de personas reciben ayuda social sin computar en las estadísticas oficiales de desempleo.

La era Schröder (1998-2005) y su primera coalición con Merkel (2005-2009) costaron al Partido Socialdemócrata la pérdida de la mitad de su electorado, que se sintió traicionado por su deriva centrista. Desde entonces, el SPD no levanta cabeza. en 2009 obtuvo el peor resultado electoral desde la Segunda Guerra Mundial (23%) y el pasado 22 de septiembre tuvo que conformarse con el segundo más adverso (25,7%). Desde que en 1999 dimitió Oskar Lafontaine por sus diferencias con las reformas de Schröder, se han sucedido ocho presidente del partido.

Es en esta situación en la que el SPD Sigmar Gabriel, ministro de Medio Ambiente con Merkel y ex presidente de Baja Sajonia, aspira a volver al poder de mano de la Unión. Para la cúpula del partido, la nueva Gran Coalción proporcionará una excelente oportunidad para aplicar en el Gobierno algunas de sus promesas electorales (el salario mínimo de 8,5 euros a la hora, la igualdad salarial entre hombres y mujeres o el impulso de una política europea centrada en el crecimiento). El SPD quiere hacer olvidar al electorado que en el poder fue el responsable de precarizar el mercado laboral alemán con los conocidos "minijobs".

Para los más optimistas, el Gobierno puede ser el trampolín de salida para ganar las elecciones de 2017, a las que probablemente no concurrirá Merkel. De ahí que el SPD aspire a encabezar el Ministerio de Finanzas para impulsar una polítca económica más de izquierdas que fomente el crecimiento en la Eurozona. La pregunta es si la canciller estará dispuesta a pagar tal alto precio. Según la Prensa germana, el SPD podría contar con seis carteras, la CDU, con cinco, y la CSU, con tres.

Pero los militantes no lo tiene tan claro como sus dirigentes. Para las bases del partido, una alianza con el centro derecha puede significar el suicidio definitivo del Partido Socialdemócrata, cuya identidad quedará subsumida por Merkel, tal como ya le pasó al Partido Liberal (FDP), que ha pasado a ser por primera vez desde 1949 una fuerza extraparlamentaria tras compartir el poder con la CDU/CSU durante los últimos cuatro años. Para algunos de los 475.000 militantes del SPD, su partido se ha precipitado a pactar con los cristianodemócratas antes de explorar una alianza de izquierdas con Los Verdes y los postcomunistas de Die Linke, que suman 318 diputado frente a los 311 de la derecha. Un pacto aritméticamente posible, pero políticamente poco realista, dado las diferencias en política exterior y económica con los herederos del SED, el partido único de la extinta RDA.

"Queremos demostrar que ser miembro del SPD también signfica tener voz y voto", asegura Gabriel para defender sus decisión de que sean las bases del partido quienes tengan la última palabra sobre el pacto de Gobierno que este martes se ha empezado a negociar. A lo largo de dos semanas y mediante el voto por correo, los militantes del SPD podrán decidir si quieren que su partido asuma responsabilidades de gobierno. Para que esta consulta sea vinculante, debe participar al menos el 20% (unos 93.000 afiliados). La decisión no es fácil. Si aceptan el matrimonio de conveniencia con Merkel, pueden salir mal parados. Pero si no asumen su responsabilidad con la gobernabilidad de Alemania y se convocan nuevas elecciones, los votantes se lo pueden hacer pagar muy caro.

pgarcia@larazon.es