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Voto de castigo a Sarkozy

La Razón
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A no ser que se produzca este domingo una improbable movilización del electorado conservador, la segunda vuelta de las elecciones regionales francesas se convertirá en un impresionante voto de castigo a Nicolas Sarkozy y en el peor resultado electoral de la derecha durante la V República.

Es tradicional que los comicios regionales, municipales y europeos se conviertan en una ocasión propicia para que los franceses castiguen al Gobierno de turno. Pero en esta ocasión la desafección electoral es mayúscula. La izquierda en su conjunto sumó más del 50% de los votos en las primera vuelta, frente a la derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), que sin aliados se arriesga a perder las dos únicas regiones que controla (Córcega y Alsacia). Si el partido del presidente pierde uno de estos dos bastiones a favor de los socialistas, caerán cabezas en el Gobierno, muchos de cuyos miembros han sido noqueados en sus candidaturas regionales.

Para los socialistas, en cambio, estas regionales están siendo un revulsivo a las sucesivas derrotas electorales de 2007 (presidenciales y legislativas) y 2009 (europeas) y sus permanentes peleas internas. La secretaria nacional del PS, Martine Aubry, ha conseguido apuntarse una ansiada victoria tras los malos resultados de las europeas. Además, los socialistas han sabido pactar entre las primera y la segunda vuelta candidaturas comunes con verdes y comunistas, lo que podría servir de modelo para futuras citas con las urnas. Incluso la ex candidata al Elíseo en 2007, Ségolène Royal, ha salido reforzada tras su aplastante reelección como presidenta de la región de Poitou-Charantes.

Pero los socialistas deberían huir de la complacencia. Ya en las regionales de 2004 el PS se convirtió en el partido más votado, pero luego perdió estripitosamente en las legislativas y presidenciales de 2007. El PS es un experto en ganar regionales, europeas y cantonales y darse el batacazo a la hora de luchar por la Presidencia de la República.

Además, la hegemonía regional no deja de ser más testimonial que político. A diferencia de las Comunidades Autónomas españolas, las regiones galas apenas tienen una pocas competencias (enseñanza secundaria, red de transportes regionales y cofinanciación de la formación profesional) y su presupuesto tiene mucho que envidiar a sus vecinas españolas.

Más allá de ganadores y perdedores, estos comicios pasarán sobre todo a la historia por su alta abstención, el 53,6%. Es decir que de los 42 millones de franceses llamados a votar para renovar sus 22 Gobiernos regionales, apenas 22 millones se molestaron en ir a votar el pasado domingo.

Para Sarkozy, que llegó al Elíseo en mayo de 2007 prometiendo a los franceses una nueva forma de hacer política, la censura de los ciudadanos es inapelable. La población parece cansada de que las grandilocuentes promesas de cambiar el mundo expresadas por su presidente queden en aguas de borrajas a la primera de cambio. Es tal el hastío de la población contra Sarkozy, que apenas cuenta con un 36% de popularidad, que su primer ministro, François Fillon, es visto como mejor candidato de cara a las presidenciales de 2012.

A pesar de que todavía faltan algo más de dos años, todos los partidos ya comienzan a tomar posiciones de cara a las presidenciales. El PS tiene previsto convocar unas primarias para elegir a su candidato al Elíseo. Algo que ya ocurrió en 2006 con Royal, que no dispuso del aparato del partido durante la campaña. En el campo de la derecha, Sarkozy aún juega a no desojar la margarita de si se presenta a la reelección. El escenario político que se presenta, es, por tanto, apasionante.