Madrid 2020
El yen pesó más
Cincuenta y cuatro años después, la capital de Japón volverá a vivir la fiesta deportiva más importante del mundo: los Juegos Olímpicos. Tokio convenció a los miembros del COI con su apuesta futurista y segura económicamente en tiempos delicados.
La candidatura de Tokio mostró su proyecto y sus puntos fuertes ante los «votantes» y no eludió las dudas surgidas en los últimos tiempos. Los escapes radiactivos en Fukushima metieron en un problema inesperado al proyecto nipón, que en un principio partía como favorito en todas las apuestas. Ya se sabe que cualquier circunstancia puede hacer cambiar el sentido de los votos en el instante decisivo y entre los miembros de la familia olímpica se había instalado cierta preocupación al respecto. Era una pregunta que sabían que les iban a hacer seguro y antes de que llegara sacaron el tema, un signo de confianza, porque tenían muy claro lo que querían «vender». «La situación está bajo control. No ha tenido ni tendrá impacto sobre Tokio», dijo Shinzo Abe, el primer ministro japonés. Pese a todo, la cuestión llegó en el turno de preguntas. Los miembros del Comité Olímpico Internacional pidieron más detalles: «El agua está aislada en un área de 0,3 kilómetros cuadrados», añadió el mandatario. Y para demostrarlo puso el ejemplo de un niño que recibió una pelota de un jugador de fútbol que fue a visitar la zona y eso le dio esperanza. «Bajo el cielo azul de Fukushima, le aseguro que los niños juegan al fútbol». Cuando se sabe qué tema te va a caer es más fácil saberse la lección.
Así solventó Tokio su mayor escollo después de una presentación sobria, como se espera siempre de ellos. El día anterior hablaban de pasión por los Juegos Olímpicos, pero la forma de ser de los japoneses los hace decir la palabra «pasión» sin pasión. No la repitieron mucho en su última aparición ante los miembros del COI. Todos bien uniformados, bien sincronizados, mezclaron intervenciones serias con otras más emotivas para corregir errores de la candidatura que presentaron para 2016. Hablar de Japón es hacerlo de tecnología y así mostraron lo que serán sus Juegos. «Tendremos un estadio olímpico que no se parecerá a ninguno», dijo Abe. Estará construido sobre el antiguo, que se edificó para los Juegos que ya vivió la capital en 1964. La idea de Japón está basada en la apertura al mar y en que los Juegos van a estar integrados en la ciudad.
Comenzó hablando la paralímpica Mami Sato contando su historia. Masato Mizuno, director general de la candidatura, puso teatralidad con sus gestos al más puro estilo manga para decir que la mayoría de las sedes estarán metidas en un radio de 8 kilómetros. Se explicó en inglés y en francés. Su intervención dio paso al segundo vídeo, en el que se explicaban todas las características técnicas del proyecto. Hubo dos más en los que apelaron a la emotividad, y así lo reconocieron los miembros del COI. En todos ellos la sintonía venía acompañada de atletas poniéndose la mano en el corazón y de un latido. El latido olímpico de Tokio que empezó a ayer y llegará a su máxima expresión en 2020. Antes hubo otro en el que un grupo de deportistas americanos ayudaba a un niño que jugaba al baloncesto. La juventud fue otra de las bases de la presentación a propósito de la influencia que el deporte tiene en ella. Aparte, Tokio presumió de su transporte, aunque también fue interrogado después por ello, y de la seguridad de la ciudad. «Si desaparece algo, aunque sea dinero, lo recuperará», aseguró Christel Takigawa, embajadora de «Tokio Cool».
La candidatura japonesa es la más solvente también económicamente. No quisieron presumir de ello, como habían hecho el día anterior en la conferencia de prensa, sólo lo insinuaron: «Somos el socio adecuado en el momento adecuado». Como complemento a la última pregunta, los miembros de la delegación japonesa sí recordaron que tienen en el banco 3.500 millones de dólares para las sedes. Los integrantes del COI de las Federaciones Internacionales preguntaron por las sedes a las tres candidatas a albergar los Juegos. En total fueron interrogados tres veces. Su discurso había quedado claro.
La candidatura de Tokio centró gran parte de su discurso en el legado que los Juegos van a dejar para los jóvenes. De hecho, la palabra «juventud» fue una de las más utilizadas junto a «seguridad». «El legado no son sólo los edificios que van a quedar. Hay que tener una visión más global. Es una inversión para la gente del futuro. En Japón creemos en el movimiento olímpico y éste puede ser un impulso nuevo», afirmó el primer ministro Abe. El país del sol naciente no puede presumir de tener grandes deportistas a nivel internacional y tomó a otros famosos como ejemplo: el futbolista del Barcelona Messi, que esta semana hizo pública su apoyo a la candidatura de Madrid, y el ex madridista Kaká. Auki Ota, doble medallista de plata en esgrima, se refirió a ellos como inspiración para las nuevas generaciones.
Japón hizo su papel, vendió su proyecto futurista, «seguro» en todos los sentidos y tecnológico; y los miembros del COI se pusieron en sus manos para 2020, para dar el relevo a Río de Janeiro 2016. La cercanía de los Juegos de Invierno de Pyong Yiang en 2018 eran un problema, lo mismo que Fukushima, pero pudieron levantarse de todo ello. El poder del yen fue más convincente que la candidatura de Madrid, que era justo la contraria de la japonesa: en tiempos de crisis hay que ser responsable y no gastar mucho dinero.
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