Política

Elecciones andaluzas

Isla Mayor: bienvenidos a la fábrica de parados

Sólo el 38% aprobó Selectividad. La Junta insta a los maestros a «pasar la mano para limar las cifras del fracaso»

8 millones para tabletas. Pese a los datos, la Junta gastó 8 millones para comprar tabletas. Una cantidad muy superior a la destinada a comedores sociales
8 millones para tabletas. Pese a los datos, la Junta gastó 8 millones para comprar tabletas. Una cantidad muy superior a la destinada a comedores socialeslarazon

A Cristian lo recuerdan por el gorrión adiestrado que llevaba al hombro y porque a menudo, al final del curso, casi en verano, se descalzaba licenciosamente durante las horas de clase alegando calor. Cristian no daba problemas en el aula pero tampoco concedía beneficio alguno al instituto. Se limitaba a estar; permanecía, cuando no sesteaba. Repetidor en Primaria y Secundaria, fue dejando de asistir a clase hasta que un día desapareció. Sin más. Algunos dicen que se fue a trabajar al arroz y otros lo han visto en algún partido del Villafranco Club de Fútbol, el equipo de Isla Mayor en Tercera División. Cristian es un caso, uno más, de abandono educativo andaluz, cuyo sistema pierde por el camino casi a tres de cada diez alumnos que comienzan la enseñanza obligatoria.

El instituto Lago Ligur es de máxima atención por parte de la administración autonómica debido a su histórica condición de víctima de fracaso educativo en una comunidad ya de por sí a la cola. En la última prueba de selectividad, la tasa de aprobados no llegó aquí al 38%, uno de los índices más discretos en la región. El fracaso es profundo. Encefalograma plano, llano como este paisaje de marisma donde se rodó «La isla mínima». Por extraño que parezca, hay docentes vinculados con Isla Mayor que bajan la voz y miran hacia los lados al hablar de educación. Parece que no hay comisarios (políticos) en la costa. Aunque ya no ejerza en el IES Lago Ligur, el profesorado es de natural prudente en estas tierras de mareas, arroces, mosquitos y gorriones más o menos adiestrados.

En Andalucía, los alumnos que no cursan Formación Profesional, Bachillerato o cualquier enseñanza no obligatoria –abandono educativo temprano– alcanzó en 2013 el 28,4%, mientras que en España, a la cola de la UE, el índice marcó el 23,5%. El mayor problema radica en la escasa convergencia con la media nacional a pesar del paso de las décadas. La comunidad andaluza es una gran isla (no) educativa. A la hora de atajar el problema, cada colectivo ofrece un diagnóstico.

Los docentes lamentan la desmotivación de los alumnos y el absentismo familiar: «Hay una bolsa de chavales que carece del más mínimo sentido de la responsabilidad, del deber o del respeto a valores no relacionados con su satisfacción inmediata. Y la Junta, mientras, se jacta repartiendo tabletas», denuncia un docente que prefiere omitir su identidad al referirse a los 27.500 dispositivos que anunció en septiembre el consejero del ramo de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, por un valor de casi 8 millones de euros (más que el destinado a comedores sociales, por ejemplo).

Entretanto, los profesores sufren las medidas sobrevenidas con la crisis: aumento del número de horas lectivas o la congelación de salarios. Al fin y al cabo, a la Inspección Educativa, más que la realidad, le concierne los números: los aprobados ya no son incentivados con dinero, como en los tiempos del Plan de Calidad y Mejora de 2007; ahora el imperativo deriva de la disuasión, la prolija documentación administrativa con la que es obligatorio justificar cada suspenso. «Unos padres con medios a su alcance pueden conseguir que su hijo termine la ESO sin saber sumar dos más dos. La administración, sistemáticamente, atiende todas las reclamaciones de aprobado de despacho para limar las cifras del fracaso. No hay alternativa para el profesor: si no pasa la mano, será enterrado en papeleo».

La crisis ha aliviado los pésimos datos educativos. Sobre esto abunda Mercedes Juárez, presidenta de la Federación Provincial de Asociaciones de Madres y Padres de Sevilla, que demanda «didácticas adaptadas a sociedades diferentes». Desde CC OO, Miguel Albéndiz, secretario general del sector de Enseñanza en Sevilla, centra la cuestión en «el ámbito social». La sociedad al completo es el fracaso. Está el desarraigo y están las circunstancias socioeconómicas a las que nada ayudó la burbuja en la construcción. «Llegaban a plantear a los docentes para qué estudiar si como albañil se ganaba más que con una carrera», explica.

El desarraigo es común en numerosas comarcas agrícolas de Andalucía, así como en zonas urbanas más desfavorecidas. Pedro Arias es director en Sevilla, en el IES Albert Einstein de Pino Montano, donde más de un tercio de los matriculados al inicio no concluye la enseñanza obligatoria. La sociedad contempla su perdición. «Su futuro es ser ciudadanos subsidiados», señala Arias, que a menudo observa en el barrio a antiguos alumnos sentados alrededor de un transformador de luz, toda una metáfora. Los adolescentes pasan las horas sin hacer nada, condenados a caer excluidos de una estructura laboral que exige cada vez mayor formación. Y la luz sigue sin hacerse, claro, pero he aquí la gran bolsa de votos del socialismo gobernante en Andalucía.

El abandono escolar, para Arias, es reflejo de «la situación social y familiar. Existe precariedad laboral, familias desestructuradas, niños que viven con los abuelos, entornos en los que el estudio no es un aliciente», expone. El resultado es una amplia tasa de jóvenes que va acumulando un extraordinario déficit educativo, que «ni comprende ni memoriza ni es capaz de sintetizar lo que lee». La lectura como síntoma de la más duradera pandemia en Andalucía: el analfabetismo. Funcional o no tanto. A ver quién se lee ahora los programas electorales.

Exceso de universitarios y desempleo juvenil

Dirigidas a la lucha contra el abandono educativo prematuro, el Consejo Escolar de Estado realiza una serie de recomendaciones en el Informe 2014 sobre el estado del sistema educativo: la disminución de las ratios de alumnos por aula, el incremento del número de docentes o el refuerzo de medidas de compensación. En Andalucía, sucede justo lo contrario de lo recomendado. La tasa limitada de reposición o el aumento de horas lectivas tienen como consecuencia la menor necesidad de docentes, anota Pedro Arias, director del instituto Albert Einstein de Sevilla y profesor asociado en la Escuela Politécnica Superior. Arias defiende los programas de atención a la diversidad llevados a cabo en su centro, como ejemplo, aunque no pueda eludir lamentar la necesidad de más recursos humanos, la urgencia de planes específicos de compensación educativa y la mayor visibilidad de la Formación Profesional. «Las cifras de estudiantes de Formación Profesional están muy lejos de las registradas en los países de la OCDE», afirma al generalizar un tratamiento para la educación andaluza. El excedente, en cambio, se encuentra en el número de títulos y de grados universitarios. De algo más que de casos de abandonos educativos tempranos se nutre el paro juvenil en Andalucía: diez universidades públicas para ocho provincias, diez fábricas de parados.