Cataluña
ERC advierte a Junqueras: «O presidencia o relevo»
El núcleo duro de Esquerra exige el poder en el futuro gobierno tras los malos resultados de la formación. «Mejor nos hubiera ido concurrir solos», reconocen
En medio de la resaca electoral, y con la plena conciencia de no haber obtenido el esperado resultado, el ala dura de Esquerra Republicana no ha tardado en poner a Oriol Junqueras contra las cuerdas: «O presidencia, o relevo», llegó a decir el fogoso diputado Joan Tardá horas después de conocerse el veredicto de las urnas. El núcleo duro del partido, muy crítico por las cesiones de su actual líder hacia Artur Mas, culpa precisamente a Convergència de estos malos resultados, dados los casos de corrupción que han salpicado la campaña. Los cabecillas de este sector, entre ellos el grupo de concejales en el Ayuntamiento de Barcelona capitaneados por Alfred Bosch, la número dos Marta Rovira, y el propio Tardá, exigen la presidencia de La Generalitat para los republicanos. De lo contrario plantearán un movimiento asambleario, fiel a las esencias del partido, para derribar al propio Junqueras.
No es la primera vez que ERC fagocita a sus líderes, tal como sucedió con Josep Lluis Carod-Rovira y Joan Puigcercós. Y para nadie es un secreto la mala relación entre Artur Mas y Oriol Junqueras. «Forzaban hasta el abrazo», reconocen integrantes de la candidatura Juntos por el Sí, a pesar de las apariencias en público. Los críticos de Esquerra nunca estuvieron de acuerdo con el pacto con Mas y tragaron con la inclusión de Raül Romeva para desplazarle y tender guiños a la izquierda. Acosado por los suyos, Junqueras llegó a un acuerdo tácito con el comunista para una presidencia rotatoria, similar a la del Gobierno de Canarias. Pero ahora, en función de los resultados, el escenario se complica. La última palabra la tienen los radicales de la CUP, cuyos votos son decisivos para formar gobierno. Antonio Baños ya ha dicho que jamás apoyarán a Mas y que existen otros candidatos posibles.
«Se van a destrozar entre ellos». Es el lapidario análisis que hacen veteranos dirigentes de Convergència, ahora ya como observadores fuera del partido. La pugna por articular un gobierno de izquierdas y un presidente que lo encabece será feroz, toda vez que tanto Junqueras como Romeva tienen aspiraciones y tentarán a la CUP. Sin olvidar, advierten algunas fuentes, que el propio Baños puede quererla para él y cerrar un gabinete de «insumisión y desobediencia», tal como reclamó la misma noche de las elecciones. Además, al no lograr el umbral del cincuenta por ciento en votos, la legitimidad para declarar la independencia es nula. Baños ha dicho que, al no ganar el plebiscito, esa declaración secesionista es inviable, lo que choca frontalmente con el objetivo de Esquerra Republicana y las llamadas «catalinas», ANC y Òmnium Cultural.
Por ello, en el seno de ERC existe desolación ante el resultado final, puesto que han perdido escaños con respeto a las autonómicas de 2012. «Mejor nos hubiera ido concurrir solos», dicen los críticos tras recordar los votos obtenidos en anteriores comicios. Acusan a Junqueras de haber sucumbido a la trampa de Artur Mas para diluir las siglas del partido y esconder la cara ante su pésima gestión y los asuntos corruptos. En todo caso, a Mas se le da por amortizado y barajan ahora las posibles ofertas a la CUP. «Como en una pareja, hay que seducir a los de la chancleta», ironizan, mientras culpan claramente del fiasco electoral a Mas y la corrupción convergente. En similares términos, muy duros, se ha expresado el líder radical Antonio Baños, que ha trasladado a los suyos un mensaje inequívoco: «El sillón, para cualquiera menos para Mas».
Desde Convergència, algunos emisarios ya se han puesto en contacto con los dirigentes de la CUP para intentar un apoyo a Mas «por generosidad y el bien de Cataluña». Pero los antisistema, anticapitalistas y partidarios de salir de la Unión Europea, no se doblegan: «Ni proceso independentista, ni Mas presidente, insumisión» ha sido hasta el momento su respuesta. Una auténtica bofetada en la cara de Josep Rull y Francesc Homs, los hombres de CDC encargados por Mas de las negociaciones. El horizonte que se avecina es sombrío y las críticas al presidente de la Generalitat en funciones afloran ya desde su propio partido.
Por su parte, Raül Romeva sigue moviendo los hilos para granjearse apoyos, pero el batacazo sufrido por las huestes de Cataluña sí se Puede, la marca de Podemos, dónde se encuadran sus antiguos compañeros comunistas, le resta margen de maniobra. La campaña de Pablo Iglesias y su marca catalana ha sido nefasta y los deja fuera de toda decisión. Los nervios en la Generalitat y Convergència están a flor de piel, porque los números no salen. Aunque la CUP, árbitro de la situación, se abstuviera en la votación de investidura de Artur Mas, tampoco lograría ser elegido. El ambiente está crispado y por los pasillos del Palau de la Generalitat circula una consigna: aguantar hasta las generales, alargar la negociación, y ver qué Gobierno sale en el mes de diciembre. Pero la pregunta que se plantea es inevitable: ¿puede aguantar Cataluña dos meses con un Ejecutivo en funciones? ¿Y qué candidatos habrá entonces? El embrollo es descomunal y el desenlace incierto.
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