Elecciones generales
El sopor de un debate sin Sánchez desatado ante el 23J
No es que hubiese demasiadas expectativas tras el «cara a cara» disruptivo de Atresmedia
No es que hubiese demasiadas expectativas puestas, tras el «cara a cara» disruptivo del lunes, en el debate con los portavoces de los siete grupos parlamentarios. Y la mayor parte del tiempo así ha sido. Pero, entre bostezo y bostezo (ir al baño, picar algo, mandar un WhatsApp), se ha colado algún momento reseñable. Pocos. Y levemente reseñables, tampoco quiero pecar de entusiasta como ese Xabier Fortes diciendo que la noche estaba siendo apasionante, justo cuando hasta el realizador debía estar mirando la hora a ver si ya había pasado otro minuto. Quedaba claro desde el principio que Sumar va de la mano del PSOE cuando la portavoz (Aina Vidal, lo he tenido que buscar) pedía el voto para el PSOE y su propia formación, así en bloque, porque estas elecciones van, según ella, de si la vicepresidenta es Yolanda Díaz o si lo es Santiago Abascal.
La pobre se tiraría toda la noche, desde ese momento, intentando meter baza en cualquier trapatiesta que se montase, por ligera que fuera y nunca con ella, para que no se nos olvidase a los espectadores que está allí (y quién es, claro). Y aprovechaba para meter a las mujeres asesinadas a la primera de cambio, hasta en el bloque económico, como si esas víctimas fueran su único valor. Iván Espinosa de los Monteros, ante la manifiesta superficialidad de las exposiciones y las propuestas («Mucho relato y poco dato, se nota que hay pocos economistas aquí»), aportaba los datos y zanjaba con un «lo que no son cuentas, son cuentos».
Y en el minuto siete, cantaba Patxi López «galope de Gish», que con el «es mentira» debía ser indicación precisa de los asesores. Por la turra que han dado con eso desde el lunes, digo. Rufián le reía las gracias a Patxi López, claros camaradas, lo que hacía aparecer al PSOE con Sumar y ERC como casi un monstruo tricéfalo (PSOERCSumar, se podrían llamar). Por eso, quizá le ha pillado a López con la guardia baja que Rufián admitiese, abierta y desacomplejadamente, que su grupo había obligado al gobierno a excarcelar a los sediciosos.
No negaba el portavoz del PSOE ese peaje, como tampoco contestaba cuando Rufián le exigía medidas concretas sobre la situación de Cataluña, que Patxi López calificaba como «muchísimo mejor que cuando llegaron» y Rufián rebajaba el optimismo con un anticlimático «la situación no es mejor, es diferente». Ante su insistencia, era Espinosa de los Monteros, que parecía el único político allí, quien le espetaba al de ERC un tajante «no van a tener la independencia, se lo digo ya». Aún así, aún con el rifirrafe por la independencia, el colegueo entre el independentismo y el socialismo era evidente. Entre el compadreo y la confesión, algún escaño se le ha escapado al PSOE. Menos para Tezanos, claro, que habrá visto subir el sanchezómetro sin alternativa ninguna. En lo que sí parecían de acuerdo todos.
Un acierto el perfil bajo de Gamarra. Le favorece. Sobre todo en una situación como esta, en la que lo normal era que todos los aliados del gobierno fuesen a convertir el debate en un ataque constante a ella (como representante de la formación previsiblemente ganadora). Que el PSOE enviase a Patxi López ahonda en la miopía de los asesores que creen, por lo que sea, que les beneficia el tono bronco, la mala educación y la chulería. Pensar que puede debatir con Espinosa de los Monteros y no quedar en evidencia, ya solo puede responder a un genuino optimismo. Eso sí, se ha comportado mucho mejor de lo que uno podría esperar después de ver a Sánchez perder los papeles de la manera que los perdió. Una, yo, esperaba que animara el cotarro con uno de esos momentos en los que, como le diría Tamames, dan ganas de llevarle la cafinitrina, no le vaya a dar algo.
Los minutos de oro, previsibles y prescindibles todos. Rufián muy Rufián pedía el voto para su país y no nos dejaba muy claro si lo pedía para Cataluña o para España, si sabía si eran unas generales o pensaba que seguían siendo autonómicas una y otra vez, si va o viene. La portavoz de Sumar (no voy a buscar su nombre otra vez) lo convertía en el discurso de Miss Arequipa y lo coronaba con la alegría. Dan ganas de votar a cualquiera que no sea cursi como único requisito.
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