Energia

España logra crecer en economía y bajar en gases de efecto invernadero

El desacoplamiento económico logrado por España conlleva mejorar el PIB y reducir las emisiones de gases

Aerogeneradores en el parque eólico de Sil y Meda, a 31 de mayo de 2023, en Esgos, Ourense, Galicia (España). Foto: Agostime / Europa Press / ContactoPhoto (Foto de ARCHIVO) 31/05/2023
Aerogeneradores en el parque eólico de Sil y Meda, a 31 de mayo de 2023, en Esgos, Ourense, Galicia (España). Foto: Agostime / Europa Press / ContactoPhoto (Foto de ARCHIVO) 31/05/2023ContactoPhoto Agostime / Europa Press / ContactoPhoto

España está logrando algo que parecía difícil de alcanzar hace apenas una década: crecer económicamente mientras reduce sus emisiones de gases de efecto invernadero. Este fenómeno, conocido como desacoplamiento económico, ha sido posible gracias a una combinación de innovación tecnológica, políticas públicas y cambios estructurales en la economía.

La transición energética es el motor principal de este logro. España ha acelerado su sustitución progresiva de las fuentes de energía tradicionales (especialmente el carbón) por energías renovables como la solar y la eólica.

Actualmente, más del 50% de la electricidad producida en el país proviene de fuentes limpias. Una cifra que supera la media europea. Esta transformación se refleja en una reducción del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la última década, incluso cuando el Producto Interior Bruto (PIB) creció cerca de un 45% en el mismo periodo.

Antonio Rivero, líder de Impacto y Relacionamiento en Sostenibilidad en Moeve, apunta que «la descarbonización de la energía, con el incremento de producción de fuentes renovables y el cierre de centrales de carbón, ha sido el principal pilar que ha permitido a España reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero por euro producido». Este cambio está acompañado por un avance en la eficiencia energética y un reajuste en la estructura productiva del país, donde han ganado peso los sectores de servicios y actividades menos intensivas en energía.

Innovación y tecnología

El impacto de la innovación tecnológica es fundamental para gestionar la intermitencia propia de las fuentes renovables, garantizando la estabilidad del sistema eléctrico sin depender de combustibles fósiles.

En este sentido, Rivero explica que hablamos «de baterías o de tecnologías digitales de gestión de la demanda con uso de inteligencia artificial, por ejemplo».

Estas soluciones tecnológicas permiten no solo optimizar el consumo energético sino también integrar de forma más eficiente la energía renovable en la red, afrontando algunos de los mayores retos de la transición. La electrificación y el despliegue masivo de infraestructuras vinculadas a renovables también requieren de un ritmo acelerado para mantenerse a la altura de los compromisos climáticos.

No obstante, no todos los sectores se adaptan con la misma facilidad a esta transformación. La industria pesada, el transporte marítimo y la aviación son algunos de los ámbitos con mayores desafíos para descarbonizarse, debido a su dependencia histórica de combustibles fósiles. Sobre este punto, Rivero subraya que «la neutralidad climática no será posible si no resolvemos la descarbonización de los sectores difíciles de electrificar», que necesitan lo que Rivero llama «moléculas verdes» como el hidrógeno renovable y derivados como biocombustibles de segunda generación, el SAF (combustible sostenible de aviación) y el biometano, que representan opciones fundamentales para reducir las emisiones en esos sectores. El impulso tecnológico y la inversión en estas alternativas son imprescindibles para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones a largo plazo.

Políticas públicas

El avance que ha experimentado España en sostenibilidad y reducción de emisiones no es casual ni espontáneo. Se ha apoyado en el diseño e implementación de políticas públicas ambiciosas y en la movilización de fondos europeos, como los del programa Next Generation EU, que han dirigido inversiones hacia la movilidad sostenible, la rehabilitación energética y la electrificación del transporte. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) ha jugado un papel central definiendo rutas claras y estimulando la innovación tecnológica y la generación de empleo verde.

Rivero considera que «no podemos obviar el papel de las políticas europeas y nacionales, que han funcionado como impulsoras de esta descarbonización», pero alerta sobre la necesidad de mantener un entorno regulatorio estable que atraiga inversiones y facilite el desarrollo de proyectos renovables con seguridad para los inversores.

En el horizonte, España se ha comprometido a reducir un 55% sus emisiones para 2030 en comparación con los niveles de 1990, y a alcanzar la neutralidad climática hacia 2050. Para lograrlo, es fundamental acelerar la innovación tecnológica, mejorar la eficiencia, fomentar el autoconsumo y expandir la adopción de nuevas tecnologías limpias.

La descarbonización total, además, debe suceder dentro de un marco de transición justa, en el que las empresas se comprometan con la formación de trabajadores y el diálogo con las comunidades locales, asegurando que esta transformación produzca un impacto positivo «sin dejar a nadie atrás».