Tendencias

El negocio tecnológico se muda a la nube

Los fabricantes de equipos y aplicaciones hacen su negocio relacionado con la nube, a la que también van los usuarios. Pero sigue habiendo costes ocultos tras el cloud computing

Cloud computing
Cloud computingDreamstime

Decir, en tecnología, que alguien está en las nubes no es sinónimo, precisamente, de andar despistado.

El cloud computing (que permite que podamos acceder, bajo demanda, a aplicaciones, archivos y recursos como el procesamiento de datos a través de una conexión a Internet) es una opción con cada vez más adeptos y más negocio, como demuestra el hecho de que incluso los tradicionales fabricantes de dispositivos de acceso (como ordenadores) estén cada vez más centrados en el negocio de servidores, las grandes máquinas que permiten que la nube (bien sea privada de una empresa o bien pública por parte de un proveedor de este tipo de herramientas).

De 4 a 30 MW

Para hacernos una idea de cómo ha crecido este negocio de la nube en nuestro país, podemos mirar los datos de Digital Realty, una empresa especializada en tener grandes centros de datos (CPD) repartidos por todo el mundo (en nuestro país, por ejemplo, alberga los CPD de empresas como Netflix, Disney+ o IBM).

La primera infraestructura que abrió esta compañía en España (MAD1) fue en 2000 y tenía 4.000 metros cuadrados y 4 MW de potencia eléctrica. MAD2 llegaría 12 años después para sumar 2.500 metros cuadrados y 2,5 MW de potencia. Apenas 7 años después se inaugura MAD3, con otros 2.500 metros cuadrados y 6 MW de potencia. Tras la próxima apertura de su primer CPD en Barcelona (BCN1, con 15 MW de potencia), este año la compañía abre MAD4 con 35.000 metros cuadrados y 30 MW de potencia.

Según detallan fuentes de la compañía, los cuatro centros de datos de Digital Realty operativos actualmente en España albergan 250.000 servidores, 23.000 metros cuadrados de espacio técnico (salas para clientes) equivalente a más de 3 campos de fútbol y 120.000 kilómetros de conexiones de fibra, cableado para dar 3 veces la vuelta al mundo.

PC a la baja

Los confinamientos obligados durante lo peor de la pandemia de la Covid-19 fueron el impulso definitivo para el negocio cloud.

La venta de ordenadores personales para acceder a todos los recursos (bien de trabajo, bien de la escuela o universidad) vivió también una época dorada. Sin embargo, «la búsqueda de nuevos modelos de trabajo más operativos (que en su mayoría incluyen vuelta a la oficina) están haciendo que el impulso de la demanda sufrida durante la época de pandemia, junto con esta incertidumbre de mercado, estén ralentizando los ciclos de renovación de infraestructura (especialmente en la parte de servidores y datacenters), lo que explicaría la situación actual que estamos viviendo en el mercado», explica a La Razón José Cano, director de consultoría de la firma IDC.

Pero mientras que la compra del equipamiento vive momentos complicados, las inversiones de las empresas se dirigen a adquirir servicios a través de la nube (bien sea de aplicaciones que, en lugar de instalarlas en el PC, se accede a ellas de forma remota, bien sea de recursos propiamente dichos, como capacidad de almacenamiento o incluso de cómputo a través del cloud).

De hecho, Cano también destaca que el mercado de cloud pública en España está creciendo a una tasa del 21,2%. «Si observamos tanto a los diferentes segmentos (IaaS o Infraestructura como Servicio, PaaS o Plataforma como Servicio, y SaaS o Software como Servicio), como a industrias y segmentos de empresas, la tendencia en la adopción de la nube como modelo imperante de tecnología es imparable», sentencia.

Las razones por las que las empresas invierten cada vez más en el cloud computing en lugar de en sus propios recursos están en «la necesidad de utilizar el dato como activo estratégico, lo que requiere por tanto de disponer de capacidad de almacenamiento y cómputo que permitan desplegar nuevos modelos de negocio digitales».

Con matices, estos datos son extrapolables al resto del mundo.

Costes ocultos

Sin embargo, este salto a la nube también conlleva ciertos riesgos y gastos en los que no siempre se incurre. José Manuel Desco, director general de Orizon, marca por adelantado que en su empresa están convencidos de que la nube es «un gran invento» y que, como tal, tiene grandes beneficios. «El problema que existe con la nube es que cuando migras las aplicaciones a la nube nadie sabe exactamente y nadie te sabe explicar bien cuáles son los costes asociados a la migración», detalla, por lo que, tal y como les constatan sus clientes, los costes se acaban disparando.

Según un reciente estudio que esta empresa española ha realizado (entre cuyos clientes se encuentran el sector bancario y de finanzas o empresas del Ibex 35), entre el 40 y 45% de los proyectos de migración a la nube «o fracasan o tienen unos sobrecostes brutales como consecuencia de la propia migración». Algo que viene a ser un problema sobre todo cuando siempre se ha defendido que, en términos de coste, el salto a la nube era más ventajoso que tener instalaciones propias.

«No somos reaccionarios a la nube, pero hay que saber que es un modelo destino al que estamos acostumbrados», advierte Desco. «Es un modelo económico distinto y hay que conocerlo muy bien antes de moverse, simplemente», enfatiza.

Orizon, que lleva varios años trabajando para que las empresas sean más eficientes a la hora de utilizar aplicaciones corporativas, cree que hay varias razones por las que, pese a que la nube no sea tan económica como se prometió, siga creciendo año tras año. «Hay un efecto moda muy fuerte. Si todo el mundo va a la nube y tú no, parece que estás anticuado. Hay una enorme presión del mercado», reflexiona.

Cómo hacer el viaje

Este experto, que reconoce que la nube sí tiene sentido para determinados usos y aplicaciones, asegura que se puede hacer ese salto al cloud computing sin sobresaltos.

«Hay razones profesionales, tecnológicas y de toda índole que no aconsejan que determinadas aplicaciones sigan en un entorno “clásico” y otras que tiene todo el sentido emigrar hacia el cloud computing» explica. En este punto, subraya que lo que no hay que hacer es «migrar lo que funciona mal». «Si tiene una aplicación que no te sirve, no la migres», refuerza. Además, recomienda «analizar bien los costes que te vas a encontrar cuando corras esa aplicación en un nuevo entorno».