Política
El guapo, el feo y el malo
Es evidente que Pedro Sánchez se está esforzando por mostrar su perfil más dialogante, pero no está claro si es una estrategia de cara a resolver la cuestión catalana o forma parte de los peajes que debe abonar por haber sido investido. La reunión con Torra, además de una foto cargada de morbo, solo ha aportado más incógnitas a una ecuación difícil.
En tanto que Sánchez se ha empeñado en resaltar su importancia como primer paso en la “agenda del reencuentro”, para los independentistas es un juguete más que usan en las elecciones catalanas.Empezó mal, fue la condición para obtener el voto de ERC en la investidura, y ha continuado peor, con los tiempos controlados por los independentistas.
Oriol Junqueras exigió que la mesa de negociación iniciase los trabajos antes de las elecciones para exhibir su poder.Pero había una condición previa, ver a Torra y JxCat ha decidido sacar tajada en forma de votos. Del encuentro no solo sacó gran parte de las reivindicaciones de Puigdemont en el 2016, sino que Torra también se ha apresurado a exigir un mediador internacional, situando al mismo nivel al Estado y a los independentistas, una fecha para el referéndum y, además, se ha dado prisa en asegurar que la independencia de Cataluña es irreversible.
Los posconvergentes y ERC mantienen una lucha feroz por ganar las elecciones catalanas, pero no porque Junqueras tenga intención de formar un tripartito con Iceta y los comunes o porque JxCat crea que eso vaya a ocurrir realmente, su contienda es para ver quien preside la Generalitat y quien se queda como socio minoritario del gobierno de coalición entre ellos dos.
A todo esto, el gobierno está siendo usado por unos y otros en sus estrategias. ERC mostrando al electorado que son los auténticos acreedores de Sánchez y que le van a cobrar la investidura durante toda la investidura y la de JxCat auparse como los más duros y puros del independentismo.Los independentistas son correosos y la mesa de negociación lleva camino de convertirse en la estrella mediática de la legislatura, cosa que puede ser espantosa.
Como no conocemos los extremos del acuerdo de investidura, no sabemos hasta qué punto puede mostrar Sánchez su fortaleza, pero lo que es evidente es que hay cosas absolutamente innecesarias, como la reverencia de Iván Redondo ante Torra. Reverencia que fue espontánea, quizá un lapsus del subconsciente del asesor que tiene muy interiorizado el poder de los separatistas, aunque lo justificó asegurando que se acercó para oír mejor lo que decía Torra.
Más allá de que Redondo haya pasado de asesorar a Albiol a rendir pleitesía al esperpento de Torra, lo lacerante es que haya impuesto una nueva lógica en el PSOE: enterrar el principio de contradicción y establecer el imperio del cortoplacismo táctico aunque eso lleve a la incongruencia.El único que ganó fue Sánchez porque ponerse al lado de Torra y verse más guapo es todo uno y eso le gusta al presidente.
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