Tribunal Constitucional
El magistrado del TC Andrés Ollero rechaza de plano animadversión alguna hacia Cataluña
Esgrime en cambio que tiene una especial “admiración y afecto a todo lo catalán"
El magistrado del Tribunal Constitucional Andrés Ollero ha rechazado que tenga ningún tipo de animadversión a Cataluña o los catalanes, como sostiene el Govern en la recusación presentada contra él por esos motivos y con el fin de que no participe en la resolución de ningún recurso donde esté personado el Ejecutivo catalán. El Govern adoptó tal decisión por el contenido del voto particular de Ollero en relación con el fallo sobre el Código Civil de Cataluña.
En el escrito de alegaciones presentadas, Andrés Ollero sostiene que sólo desde un “profundo desconocimiento” de su persona se le puede atribuir “nada menos que, de un golpe”, una supuesta "animadversión" a "la Generalitat de Cataluña, su Parlamento y su Gobierno, y contra los ciudadanos que representan'', que me cegaría “hasta el punto de ser incapaz de resolver imparcialmente cualquier asunto relativo a todos ellos”.
Cantar en catalán
En cambio, sostiene Ollero, “sí existen muchos que justifican mi admiración y, en algunos casos, el afecto que guardo desde hace años por todo lo catalán”. Así, y tras aludir a sus años universitarios en Cataluña, donde coincidió con importantes personalidades del mundo social y político de la época, expresa sus sentimientos: “Mentiría si dijera que hablo catalán, ni siquiera en la intimidad, pero lo haría también si afirmara que no canto en catalán, por supuesto en la intimidad”.
Ollero señala en sus alegaciones que, al parecer, lo que ha hecho a algún miembro del Govern sentirse ofendido es que me haya atrevido a aludir al "supremacismo", cuando la verdad es que, sostiene al respecto, “no me limité a evocar ese término, ahora para algunos prohibido, sino que me atreví incluso a sugerir una definición. Lo apliqué a quienes "se sienten humillados si se les trata como si fueran iguales a los demás". La verdad es que, añade, no se le pasó por la cabeza que todos "los catalanes" pudieran sentirse molestos, teniendo en cuenta la amplia pluralidad de la sociedad catalana, “aunque no falte quien se empeñe en negar la condición de catalán de quien no piense como ellos. En cualquier caso siempre respetaré la libertad de todos para darse por aludidos cuando les parezca razonable o simplemente les pueda interesar; no en vano el victimismo puede en ciertas circunstancias resultar ventajoso”.
También rechaza de plano que se le pueda imputar “el Govern de Cataluña, algo que, afirma, “es simplemente un desvarío y, por más que me he devanado los sesos, no llego a adivinar qué "interés directo o indirecto" se me puede atribuir en el pleito de referencia, tras haber votado como casi la mitad del Tribunal mi discrepancia con una de las muchas resoluciones de las que nos acabamos ocupando”, en referencia a su discrepancia sobre el fallo relativo al Código Civil de Cataluña
Tras señalar que sólo en siete del casi centenar de asuntos relacionados con Cataluña ha discrepado de la mayoría, insiste en que no hay un solo motivo para sostener esa supuesta “animadversión manifiesta” hacia Cataluña, sino más bien todo lo contrario: “Quizás sea más razonable admitir que es mi amor a Cataluña lo que les ha hecho tan laborioso llegar a imaginarla”.
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