Gibraltar

Vox: «España tiene que imponer la ley en Gibraltar»

El general Agustín Rosety, diputado por Cádiz, denuncia la situación de «discriminación» y «explotación» de los trabajadores españoles en la colonia y alerta sobre las maniobras del Gobierno de Sánchez para sacar al Peñón de la lista de paraísos fiscales.

Agustin Rosety, diputado de Vox.
Agustin Rosety, diputado de Vox.Cristina BejaranoLa Razón

Dentro de poco llegará al Congreso de los Diputados el tratado fiscal con Reino Unido sobre Gibraltar firmado por Borrell en marzo de 2019 y Vox ya tiene las baterías cargadas para plantar carga a las pretensiones del Gobierno de normalizar y perpetuar en el tiempo el absurdo de que convivan a ambos lados de la Verja, del lado británico, el tercer enclave del mundo en PIB per cápita tras Qatar y Luxemburgo y, de la parte española, una de las zonas con más paro de la UE.

¿Qué opinión le merece el concepto de «soberanía del siglo XXI» que maneja la ministra de Exteriores en referencia a Gibraltar?

He dicho en Twitter que o es ignorante o esta comprada. Por su puesto es una frase hecha, no quiero faltar a la consideración debida a la ministra, pero lo cierto es que está teniendo un comportamiento muy extraño. ¿Cómo es posible que una persona tan brillante ignore por completo cuál es la situación de Gibraltar y qué significa la soberanía? Me parece grave siendo ministra de Exteriores. La soberanía es un concepto jurídico que se formó en la Edad Media y no ha cambiado. Soberanía es el carácter supremo del poder del Estado. Por eso cuando se habla de «la soberanía del parlamento de Cataluña» es una manera absurda de hablar.

¿Y la expresión de «zona de prosperidad compartida» de la que habla la parte británica y que ya ha contagiado a muchos en España?

Hay muchas formas de disfrazar un dominio colonial, que es lo que hay en Gibraltar. El esquema es muy sencillo: la potencia colonial es el Reino Unido, los colonos los llanitos y el país colonizado es España. Esto es algo que mucha gente no termina de ver: España es un país colonizado. Cuando pasamos de Cádiz a Málaga miramos al norte y no queremos ver el Peñón, pero el Peñón existe y quien padece esto es precisamente la población del Campo de Gibraltar. La provincia de Cádiz es campeona española de paro. En La Línea se supera el 30%. En Gibraltar es el 0% y tercer PIB per cápita del mundo. Eso se llama colonia.

Se ha acusado a Vox de querer cerrar la Verja. ¿Es una acusación fundada?

Es una acusación falsa. Vox no quiere cerrar la Verja. España podría invocar el tratado de Utrech que estipula que el Peñón no puede tener comunicación terrestre con el resto de la península. España históricamente ha cerrado en determinadas ocasiones la Verja. El cierre durante el franquismo se produjo como respuesta a una pretensión por parte del Reino Unido de descolonizar Gibraltar en base al principio de autodeterminación, algo que fue condenado por Naciones Unidas. España tuvo que cerrar la Verja porque era la única manera de aferrarse a lo que tenía, que era el Tratado de Utrech. Naciones Unidas ya declaró que Gibraltar debía descolonizarse en base al principio de restauración de la integridad territorial de España. Esta resolución sigue pendiente de ser ejecutada. Reino Unido se niega. Es indudable que existen una serie de lazos generados a lo largo del tiempo, lazos familiares que que hacen que el cierre de la Verja sería dramático e innecesario además. Lo que hay que hacer es controlar la Verja, que es una frontera exterior de la Unión Europea. España tiene contraídas obligaciones con la UE, sobre todo después de la salida del Reino Unido. Hay que cumplir la ley y la normativa fiscal. En definitiva: cumplimiento de la ley sí, cierre de la Verja, no.

¿Cómo influye el trato fiscal injusto a los ciudadanos de este lado de la Verja?

Gibraltar es un paraíso fiscal. Está en la lista española, de eso no hay duda, y esto es algo que escuece mucho al señor Picardo porque le pone en una lista de «personas dudosas». Lo que pretende el Gobierno de Gibraltar es que desaparezca de esa lista y a ello va encaminado el tratado fiscal firmado por Borrrell. El objetivo de España, sin embargo, es recaudar. Aquí hay un desenfoque: el problema no es la evasión fiscal que realice algún ciudadano o empresa española. El problema es el “dumping” fiscal que provoca una fiscalidad mucho más baja al sur de la Verja que al norte. ¿Eso en qué se refleja? Además de en el juego online, en las famosas gasolineras: un barco que atraviesa el estrecho y que tiene que repostar prefiere hacerlo en Gibraltar que en Algeciras porque el trato fiscal le resulta más favorable. Todo esto configura a la colonia como un paraíso a costa del Campo. ¿De qué vive Gibraltar? De la fluidez de la Verja y del entorno marítimo que, debemos recordar, son aguas españolas puesto que Gibraltar es uno de los pocos casos que existen de «costa seca». La Verja es permeable porque los controles fiscales son de risa, esto lo he visto yo con mis propios ojos. La Verja tiene boquetes, hay que hablar con propiedad: son boquetes. Y por esos boquetes pasan los fardos de tabaco, tabaco que, por cierto, le pasamos nosotros con camiones legalmente. Ese tabaco es gravado en Gibraltar proporcionando una cuarta parte de los ingresos fiscales de la colonia y, posteriormente, nos lo introducen en España elidiendo el pago de impuestos en nuestro país. Esto es fluidez de la Verja con el tabaco. Y del mismo modo que sale el tabaco entra el dinero que va a parar al centro financiero de Gibraltar.

Agustin Rosety, diputado de Vox.
Agustin Rosety, diputado de Vox.Cristina BejaranoLa Razón

¿Qué prueban existen todo esto?

Tenemos un informe de Moneyval [Comite de Expertos para la Evaluación de las Meididas contra el blanqueo de capitales y la Financiación del Terrorismo del Consejo de Europa] de hace apenas dos meses muy desfavorable para Gibraltar. Dice mas o menos que aquello es un coladero. Que no hay ninguna garantía en cuanto a la supervisión de todo este tipo de actividades de las que hablábamos. En definitiva: sale tabaco y entra dinero; entran barcos, fondean en nuestras aguas, repostan y se van. Y la Hacienda española se queda sin cobrar lo suyo. El quebranto fiscal de Hacienda, es un dato oficial que se puede comprobar en el diario de sesiones del Congreso, es de mil millones de euros al año. Por eso cuando dicen los partidarios de esa «zona de prosperidad compartida» que hay 700 millones de negocio inducidos por Gibraltar en el Campo tenemos que sonreírnos al menos por semejante inocencia. Y digo inocencia porque no quiero acusar a ninguna persona en particular de que estar comprada o sobornada... pero sino hablara yo hablarían las piedras. Esto son cosas que son voz populi y podríamos hablar mucho de este tema. Sino no se explica tanta complacencia.

¿Y el estatus de los trabajadores españoles?

Se ha ha hablado de un régimen de semiexplotación pero no es verdad: no es un régimen de semiexplotación sino de explotación indiscriminada. La primera pregunta que yo hice en esta Cámara cuando entré en la anterior legislatura fue precisamente preguntarle al Gobierno cuántos trabajadores españoles hay en Gibraltar. Aun no me han contestado. También pregunte si existe un registro y, de no existir, de donde se saca el dato de 7.000 o 8.000 trabajadores del que se hablar. Le puedo adelantar la respuesta: no hay censo de trabajadores. Bueno en realidad sí que se abrió un censo y se inscribieron 160 personas. ¿De dónde sale esa cifra entonces? Es la que dicen los británicos. ¿Los británicos nos mandan sus contratos de trabajo? Por supuesto que no. ¿Qué pasa con los gastos sociales de todos esos trabajadores? Que cargamos con ellos en España.

¿Pero en qué consiste la discriminación y la explotación de la mano de obra española en Gibraltar?

Consiste en que los servicios sociales en Gibraltar no están imputados a la relación laboral propiamente. Sí, hay una asistencia social general pero los trabajadores en Gibraltar, por razón de residencia en la colonia, perciben ademas una prestación llamada Home Allowance, una «prestación por residencia» podríamos decir, en la que van imputados muchos beneficios, por ejemplo prestaciones para los hijos, etc. Es una sobresueldo que se les está pagando a los gibraltareños y que, por puesto, no perciben los trabajadores españoles, que quedan discriminados. También reciben un complemento para las pensiones. Esto se llama explotación. Si uno pasa por La Línea ve que tiene una playas inmensas y unas posibilidades inmensas si no estuvieran planchadas por la autovía que utilizan los gibraltareños para salir los viernes de Gibraltar a sus residencias de Estepona o Sotogrande o donde sea. La Linea es un vacío. Tengo una amigo que me dice: «Yo no se si la línea es un pueblo a medio construir o a medio destruir». Verdaderamente es bastante desolador ver aquello: a un lado de la Verja Gibraltar con su puerto, sus hoteles su casino y su centro financiero... y la parte de La Línea hay un chiringuito para tomar café y un hotel vacío. Eso es La Línea: 30% de paro. Y uno piensa: qué bueno es para Gibraltar que en La Línea no haya trabajo porque no hay más remedio que ir a trabajar a Gibraltar.

¿Son entonces rehenes?

Sí, sin duda. Le dicen a la opinión pública que la colonia hace un gran servicio porque da trabajo a 7.000 linenses». A lo que hay que contestar: «Sí, y deja en paro a 30.000». 7.000 linenses que tienen trabajo allí en condiciones precarias como hemos visto. Esta explotación esta siendo consentida y está enmascarando e invirtiendo una relación sana. Se nos hace creer que el Campo dependen de Gibraltar, es decir, que el Peñón es una fábrica de empleo. En realidad la situación es inversa. Si no pasaran los trabajadores españoles, ¿quién trabajaría en Gibraltar? En esa situación deberían traerse todos esos trabajadores y dejarlos vivir allí, pero claro, eso les costaría dinero. En ese caso se anularía ese diferencial que, como todos los diferenciales, son desfavorables a España y favorables a la colonia. El dinero no crece en los árboles, se deduce de una determinada posición y, es este caso, la posición es colonial. Si no pasaran los trabajadores el Peñón tendría un problema monumental. El relato británico -difundido por medio de muchas instancias intermedias: políticos, empresas, medios de comunicación y lobistas- ha triunfado y el desconcierto de los españoles es grande. Como decía el almirante Eliseo Álvarez Arenas hace mucho tiempo: «El español tiene un complejo de inferioridad internacional». Y tiene toda la razón porque este complejo ha sido inducido por nuestro desdichado siglo XIX.