Presos

Los presos de ETA se sirven del coronavirus para pedir el tercer grado

Buscan obtener beneficios penitenciarios. Aprovechan la crisis del COVID-19 para forzar al Gobierno a liberar a decenas de terroristas

Distribución de los presos ETA el mes pasado
Distribución de los presos ETA el mes pasadolarazon

Los 233 presos de ETA (197 en España y 36 en Francia) creen haber encontrado en la pandemia de coronavirus la vía para conseguir beneficios penitenciarios e incluso la libertad. De hecho, según han informado a LA RAZÓN, fuentes penitenciarias que conocen la situación de estos reclusos, «están muy tranquilos» frente a otros que se muestran más nerviosos y preocupados por la situación sanitaria. Esa «paz» es palpable sobre todo después de los acuerdos alcanzados por EHBildu con el Gobierno central de Pedro Sánchez; y el navarro, de María Chivite. El argumento esgrimido por los terroristas, y transmitido a través de las organizaciones de su entorno, es que la cárcel es un lugar muy peligroso y donde se puede contraer el virus.

Lo cierto es que Instituciones Penitenciarias, con el concurso inestimable de los funcionarios, ha puesto en marcha una serie de medidas para evitar los contagios. Pero a los etarras no les valen ya que sus propuestas no son más que un ardid para lograr la libertad antes de que concluya su condena. Plantean que se les faciliten «las medidas de prevención, protección y desinfección contemplados en los protocolos de seguridad para hacer frente al coronavirus; y que se refuercen los equipos médicos en las prisiones para garantizar la asistencia médica durante las 24 horas del día, con la eficacia y la seguridad que exigen las características de esta pandemia». Para que el bolsillo de sus familias no sufra merma, «la instalación de sistemas de videollamadas en las cárceles para evitar las consecuencias de la suspensión de comunicaciones. Que la administración penitenciaria asuma el coste económico». Exigen también que se informe «a las familias de la situación sanitaria de sus familiares internos de manera lo más rápida y clara posibe».

En lo que parece una advertencia o velada amenaza, afirman que es «una situación que, para evitar graves consecuencias necesita de una intervención urgente y eficaz, que tenga como objetivo y prioridad la salud y los derechos de las personas presas». A algunos, acostumbrados a ir quejándose de todo, para chantajear al Gobierno de turno, lo del coronavirus les ha pillado a contrapié. Como no puedes viajar a ver a los reclusos, subrayan que «es importante mostrarles nuestra solidaridad y proponen dedicar parte de nuestro tiempo a escribirles cartas».

Un listado de exigencias para lograr mejoras

-Circunstancias concretas. Piden la excarcelación de los que hayan cumplido 70 años (independientemente de las condenas que pesen sobre ellos); los que estén «gravemente enfermos»; y la salida de prisión de los que hayan tenido algún permiso a los que, según ellos, se les debe conceder el tercer grado penitenciario. La medida afectaría a decenas de etarras.

-Ni arrepentimiento ni perdón. Dentro de su conocida voluntad de no arrepentirse, pedir perdón a las víctimas ni colaborar con la Justicia, mantienen un tono agresivo y altanero; y llaman «castigo añadido» al hecho de cumplir íntegramente las condenas.

-También en cárceles francesas. Francia no se salva de estas exigencias y, pese a haber cercado a cárceles próximas a la frontera con España a la mayoría de los reclusos, le piden la salida de la cárcel de los reclusos en situación de acceder a la libertad condicional, medida que el Estado galo, según ellos, les deniega.