Investigación

Las «armas» de las HAM: exorcismos, restauración de la virginidad y misas de sanación

Las víctimas de la asociación denuncian cómo usan el demonio

y el pecado para «controlarte»

Iglesia Sagrada Familia en Loranca.
Iglesia Sagrada Familia en Loranca, una de las parroquias en las que están presentes los Hermanos del Amor MisericordiosoM Moncayo

El demonio, o «el patas», como se refieren a él coloquialmente. Él es una de las principales armas pastorales que se utiliza en el entorno de las Hijas del Amor Misericordioso, la asociación pública de fieles intervenida por el Arzobispado de Madrid como fruto de la investigación realizada tras recibir al menos una treintena de denuncias por presuntos abusos de poder y conciencia.

Esta particular teología del infierno y del pecado se habría convertido, según el testimonio de las víctimas consultadas por LA RAZÓN, en uno de los elementos fundamentales para condicionar la toma de decisiones de quienes se acercan a ellas, especialmente las jóvenes que se platean su vocación y quienes han dado el paso para ingresar en este grupo que, hoy por hoy, no está reconocido por la Iglesia como una congregación religiosa. «La dicotomía es sencilla: el cielo o el infierno. O con ellas, o con el diablo condenada porque no sigues la voluntad de Dios», explican quienes han compartido el día a día de cerca con la entidad que hasta hace unos días oficialmente estaba dirigida por la sevillana María Milagrosa Pérez, conocida como Marimí.

Con el diablo, y todo el miedo que provoca el mero hecho de mencionarlo en un clima a favor, se llevan a cabo todo tipo de prácticas que escaparse de sus garras y de la influencia que pudiera ejercer de las jóvenes. Ahí se enmarcarían iniciativas como el don de profecías, imposiciones de manos, las oraciones de liberación o «misas» de sanación, prácticas que en teoría tienen un poder curativo, que la Santa Sede mantiene en cuarentena. Así, se habrían convertido en una práctica habitual, no solo entre las Hijas del Amor Misericordioso, sino también en otros movimientos y diócesis donde los retiros de impacto de influencia pentecostal, como Emaús y Effetá, se han convertido en algo más que un método de conversión de almas.

«De alguna manera este tipo de grupos caen en la «chamanería», en una especie de rituales que se alejan de la liturgia católica y que buscan sanar de manera mágica problemas psicológicos y psiquiátricos, heridas interiores, a golpe de mediaciones aparentemente milagrosas», alerta un especialista en acompañamiento a víctimas de derivas sectarias dentro la Iglesia. «Si alguien sana algo en tu interior, aunque aparentemente invoquen a Dios, en realidad a quien debes agradecimiento y fidelidad eterna es a quien te ha liberado del demonio con sus propias manos», añade sobre la obediencia implícita que se le acaba debiendo a la persona que ha sido capaz de liberarte de esa carga emocional. Así es como se forjaría en parte el sistema de «obediencia total» en las HAM ante quien ejerce de director espiritual bajo la máxima de que «lo que ocultas a él, se lo ocultas a Dios». «Se anula toda relación horizontal, solo hay una estructura vertical donde quienes llevan las riendas saben todo lo que le has contado a tu director a través de un trasvase de información constante que permite controlarte y manipularte», denuncia una de las víctimas que ha logrado salir de la asociación y que forma parte de la denuncia que ha permitido actuar al equipo del cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo. En este entramado jugaría un papel clave el llamado cuaderno espiritual, una especie de diario en que relatar cada herida y cada duda, al que tendrían acceso las responsables de la comunidad. Y todo, siempre desde el testimonio aportado por las víctimas a este periódico, desde «es una estructura tan endogámica que se genera una sugestión y catarsis colectiva de lucha entre el bien y el mal», aderezado por asa «tutela avasalladora que realizan las y los responsables de la familia HAM».

En el intento de para lograr «borrar» todo estigma del pasado, también se enmarcarían las llamadas oraciones para la restauración de la virginidad, que se habría aplicado a algunas de las jóvenes para poder consagrarse con una mayor «autenticidad» y eliminar, al menos desde el punto de vista espiritual, el rastro de cualquier relación afectiva anterior, romper con el pasado y configurar otra identidad.

En este contexto de casi omnipresencia del maligno, se enmarcaría la proliferación de exorcismos clandestinos, que incluirían a las propias consagradas que forman parte de las Hijas del Amor Misericordioso. «Los ejecuta un sacerdote de la Archidiócesis de Madrid que no tiene autorización para llevarlos a cabo, dentro de esa riada de estímulos y altibajos emocionales, que llevan a confundir una depresión o una situación de ansiedad con una posesión», expresa con rotundidad un demoniólogo, que lamenta que se juegue «con un asunto tan serio y un ministerio dentro del sacerdocio que exige un estricto protocolo que no se estaría cumpliendo».

Frente a la versión de las víctimas, los laicos vinculados a las HAM ya negaron en un comunicado formar parte de un «un entorno sectario, restrictivo o manipulador» y apelaban a la «voluntad libre y personal» de las religiosas.

Un «asedio» que empieza en las homilías

►Al uso de un exorcista no se llega de un día para otros, sino después de lo que las víctimas califican de «un asedio emocional permanente» que comienza desde el minuto cero en el que participas en un retiro de Emaús o Effetá o en los ejercicios espirituales que capitanean las HAM. Pero también en las eucaristías que presiden los Hermanos del Amor Misericordioso en las parroquias que tienen asignadas en Móstoles y Fuenlabrada. «Yo dejé de ir porque en prácticamente todas las homilías, incluso en las misas de niños, se hablaba del demonio más que de Cristo», explica una feligresa de la parroquia de la Sagrada Familia de Loranca.