CGPJ
El 60 por ciento de las víctimas de violencia machista mantenía una relación de convivencia con su agresor
765 menores quedaron huérfanos entre 2003 y 2019 por esos crímenes. La edad media de las victimas era de 42 años y poco más del 25 por ciento presentó denuncia previa. El CGPJ publica un informe sobre las mil primeras víctimas de esa lacra
El 20 abril de 2019 fue asesinada la víctima número mil de violencia machista desde que enero de 2003 empezaron a contabilizarse las mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas. Durante esos dieciséis años y cuatro meses hubo un asesinato machista cada semana y una media de 61,3 víctimas mortales cada año. En 38 de los casos, un total de 44 personas cercanas a las víctimas fueron asesinadas al mismo tiempo, de las que 23 eran menores, según se pone de manifiesto en un informe realizado por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial. El mes que refleja una mayor incidencia de la violencia machista fue julio, el día en que más se cometieron esos crímenes fue el miércoles y las comunidades autónomas costeras son las que más sufren más este tipo de violencia,
En concreto, desde enero de 2003 a abril de 2019, el promedio anual de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas fue de 61,3. Esta cifra aumenta hasta 68,3 si se tiene en cuenta solo la primera parte de ese periodo (2003 a 2010) y disminuye hasta 54,4 en la segunda mitad (2011 a 2018). El año más trágico fue 2008, con 76 víctimas mortales, y el año con menos crímenes machistas fue 2016, con 49 casos.
La edad media de las víctimas mortales de la violencia machista en el periodo sometido a estudio fue de 42,2 años. Algo más de la mitad de las mil mujeres asesinadas (538) tenían entre 26 y 45 años, pese a que esta franja de edad solo representa un tercio de la población de mujeres mayores de 15 años. El 12,8 por ciento de las víctimas (128 mujeres) eran menores de 25 años; el 14,1 por ciento (141) tenían entre 46 y 55 años; el 7,4 por ciento (74) entre 56 y 65 años y el 11,9 por ciento (119) eran mayores de 65.
Entre las víctimas de nacionalidad española, 665 en total, el promedio de edad fue de 45,6 años, lo que supone casi diez años más que el de las extranjeras, que fue de 35,9 años.
La maternidad y convivencia aumentan el riesgo
El estudio confirma que la maternidad es una de las circunstancias que aumentan el riesgo para las víctimas. Tres de cada cuatro mujeres asesinadas entre 2003 y 2019 (el 75,2 %) eran madres y en la mitad de los casos (49 %) los hijos eran menores de edad. Las mil mujeres asesinadas dejaron huérfanos a 765 menores, de los que 499 eran hijos o hijas del agresor y los 266 restantes, fruto de relaciones anteriores o posteriores de la víctima.
La convivencia con el agresor es otro de los factores que aumentan el riesgo para la vida de las víctimas: el 60,5 % de las mil mujeres asesinadas mantenía la convivencia con su agresor en el momento en que ocurrieron los hechos, un porcentaje que aumenta hasta el 65 % en la segunda mitad del periodo analizado. En 100 casos, la convivencia continuaba pese a la existencia de una denuncia previa, y en otras 29 pese a estar activa alguna medida de protección para la víctima.
El 60,6 % de los asesinatos fueron cometidos por la pareja con la que la víctima mantenía una relación cuando ocurrieron los hechos; en un tercio de los crímenes (27,8 %) el autor fue la expareja y en el 11,6 % de los casos el crimen se produjo durante una crisis o cuando la relación se encontraba en una situación transitoria.
Perfil del agresor
Las características más comunes que presentaron los agresores –extraídas de los datos objetivos contenidos en los expedientes judiciales- muestran a un varón con una edad media de 46,3 años y nacionalidad española en el 66,4 % de los casos. Dato relevante es también el hecho de que en un 46,4 % de los casos el agresor fue detenido y en un 21,2 % de las ocasiones se entregó o se suicidó. La mayor parte de las detenciones (82 %) tuvieron lugar tras la huida del agresor.
También resulta significativo el hecho de que poco más de la cuarta parte de las mil mujeres asesinadas entre enero de 2003 y abril de 2019 (261) había denunciado a su agresor. El porcentaje de casos con denuncia previa oscila entre el 15,8 % de 2005 y el 34,5 % registrado en 2014.
Junto a ello, se constata que en 124 de los 1000 casos analizados hay constancia de la existencia de una medida de alejamiento en vigor en el momento del crimen. En más de la mitad de esos casos (58 %), el agresor vulneró el alejamiento accediendo al domicilio de la víctima; en el 21,8 % fue en un espacio público.
El domicilio como lugar del crimen
Por otro lado, el lugar en el que con mayor frecuencia se producen los asesinatos es el domicilio. En el periodo analizado, el 75 % de las muertes ocurrieron en el interior de un domicilio, tratándose de la vivienda compartida entre víctima y agresor en el 70 % de los casos. El resto de los crímenes se cometieron en la vía pública (7 %), en un paraje o lugar abierto (5 %), en un vehículo (4 %), en el trabajo (3 %), en zonas exteriores del domicilio (3 %) o en otros lugares (3 %).
Una de las conclusiones de este estudio es que la violencia machista afecta a todos los ámbitos y orígenes, sea cual sea la nacionalidad, clase social, grupo étnico, edad o nivel de estudios. La vocal del Consejo General del Poder Judicial y presidenta del Observatorio, Ángeles Carmona señala que con estos datos, donde se observa que el índice de asesinatos machistas disminuyò entre 2011 y 2019 acreditan que se está trabajando “en la dirección correcta” en la lucha contra esta lacra, pero que en ningún caso “hay que bajar la guardia”.
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